11: A su encuentro.

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−Mitch... Entonces, ¿Quieres casarte conmigo?  



Una parte de Scott estuvo aliviada de que el Omega hubiera rechazado su oferta. Él mismo no tenía idea de lo que estaba haciendo, solo le parecía lo más sensato, le parecía la opción que se asemejaba más a lo que un Alfa haría, aunque estuviera muerto de miedo.

Pero ya no tenía que tener miedo, porque Mitch no solo lo rechazó, además le gritó y prácticamente le dijo que era un estúpido por solo sugerirlo.

La conversación siguió un curso bastante violento, de parte de Mitch principalmente.

−¿Estás loco?! Qué idea más estúpida!!! ¿Cómo se te ocurre?!!! Apenas te conozco... y aunque lo hiciera, jamás me casaría contigo.

Esas fueron algunas de las frases que pronunció antes de retirarse estruendosamente del departamento de Scott, dejando solo su característico aroma de Omega y un portazo a sus espaldas.

Scott estaba más que confundido, por supuesto que él tampoco quería casarse, así que debería sentirse feliz o algo por el estilo. La realidad es que se quedó con un sentimiento contrariado en el pecho, como si le hubiera dolido más de la cuenta el rechazo de ese Omega, que por muy atractivo que fuera, seguía siendo un completo desconocido.

Scott no perdió la calma, muy característico de él. Respiró profundo y se dijo que ya se calmaría el otro chico y podrían continuar con la conversación acerca de qué hacer respecto de la marca en su cuello.

*

Mitch por otra parte, sí estaba perdiendo la calma.

¿Casarse??!

Ja! Qué idea más tonta.

Entró con grandes zancadas a su departamento, siendo la Diva que es. No comprendía como ese Alfa había osado proponerle algo así, como si Mitch fuera qué: un desesperado o un pobre muchachito por el cual se debía tener lástima. Eso era, el estúpido Alfa seguramente le había ofrecido matrimonio por pena y eso, eso, era imperdonable. Mitch no necesitaba su ayuda, no necesitaba que lo salvara... él podía salvarse solito.

Ok, luego de varios respiros, Mitch supo que había exagerado las cosas, pero eso era algo que nunca iba a admitir. Tenía sus razones para no confiar en los Alfas, todos eran iguales y no bajaría la guardia, seguramente detrás de esos ojos azules infinitos había pura maldad. Aunque era difícil de creer cuando Scott Hoying lo mirada con tanta dulzura en los ojos, con tanta pureza.... Ja! No! No se iba a dejar engañar por sus encantos.

Mitch se calmó lo más que pudo, decidió que una ducha caliente lo ayudaría.

Y, efectivamente, el agua caliente golpeando sus músculos se sentía maravillosa, se sentía demasiado bien, tanto que su mente comenzó a divagar un poco. De pronto se sorprendió pensando en unos brazos fuertes, rodeándolo, en un torso amplio frente a sus ojos, de piel clara, para poder explorar a su antojo. Era una fantasía completamente normal, no fue hasta que imaginó una mirada también clara, con ojos del color del mar, suaves, cálidos; que se espantó por completo.

Salió de la ducha con prisa y se vistió rápido solo con la parte de debajo de su pijama. ¿cómo era posible que estuviera fantaseando con él? Lo que tenía que hacer era sacarlo por completo de su mente. Ahora, lo antes posible. Antes de que fuera demasiado tarde.

Caminó descalzo por su departamento, respirando profundo. Fue hasta la cocina por un vaso de jugo. Lo mejor sería terminar pronto la noche. Decidió parar en la sala para encender unas cuantas de sus velas aromáticas, necesitaba toda la ayuda posible para relajarse después de esa tarde.

My Alpha? No thanks. (Scömiche)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora