Fantasmas que ayudan a humanos.

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Cuando llego a casa, mamá se angustia al verme.

— ¡Oh Dios mío! ¿Qué le han pasado a tus rodillas? ¿Has vuelto a jugar a futbol? ¿¡Y tu ropa?! ¿¡Has visto cómo está?! Ve a la ducha y que papá te desinfecte esa rodilla, corre.

Me ducho y cuando acabo tengo que ponerme uno de los pantalones de deporte de Madison  —que tapan lo justo por debajo del trasero— porqué los pantalones que tengo yo de deporte rozan mi herida de la rodilla. Me pongo una camiseta de los Maple Leafs que me llega por un poco más de encima de la rodilla —así que si alguien viene a verme, cosa que no creo, no tendré que preocuparme por si se me ven las bragas en estos pantalones —, como no tengo pensado salir más en todo el día ese será mi pijama.  

 Papá saca el botequín y me desinfecta la herida. 

Já, ¡ni que me hubiese clavado un cuchillo!

Después de comer, me voy a ver una película. Me quedo dormida y papá me despierta diciéndome que tiene que ir a una cena de su empresa con mamá y que llegarán tarde —con eso se refiere a que llegará al día siguiente sobre las 7 de la mañana con una mamá dormida en sus brazos —, que si quiero escaparme, tengo vía libre y que Madison saldrá también. 

Genial, eso significa que tengo la casa para mí sola. Durante toda la noche.

En estos momentos seguro que estáis pensando que montaré la mayor fiesta del año, pero no es así. Al contrario, seguramente pediré pizza y me pasaré la noche en el comedor viendo películas. 

Papá y mamá se han ido hace media hora. Madison se está arreglando al ritmo  de una canción cutre que se ha puesto de moda en esta época  —cabe decir que dicha canción me está derritiendo el cerebro y que se escucha por toda la casa — y yo estoy en el sofá viendo el combate de lucha libre de la semana pasada que me perdí gracias a Madison y su súper amiga Amber. Suena el timbre y abro esperándome a la cita de Madison. Pero no es la cita que me esperaba. 

Jack. El dichoso pelirrojo se encuentra delante de mí. Jodida Madison, de todos los chicos que este jodido pueblo tenía que elegir a este, ¡jodido el día en que te trajeron al mundo, niña!

No le doy tiempo a hablar ya que grito a Madison y vuelvo al sofá con mi combate. Jack pasa al comedor e intenta hablarme, le hago callar por qué no quiero oírle hablar. Cuando Madison baja, su cara es un poema.

—Uh, no sé si te han cambiado la cara, pero tú no eres Dan, ¿no? Que si te han cambiado la cara, te han hecho un favor, eh. Que ahora estás más guapo así, cielo.

Jack se ríe y niega con la cabeza. 

— No, me llamo Jack. Y en realidad estoy aquí para ver a Scarlett.

¡Esperad! Vamos a detener el tiempo y analizar el momento. Jack, el mismo Jack al que odio, al que veo desde hace dos semanas, el que he intentado alejar hoy de mí durante toda la mañana, el que ha dicho antes que tiene un ojo puesto en mi hermana y el cuál acaba de rechazar una cita-no-planeada con Madison, ha venido a verme a mí. 

¡A mí!

¡¡Y sólo a mí!!

¡¡¡A mí, sólo y únicamente a mí!!!

Un sentimiento de felicidad inunda mi cuerpo al saber que he sido elegida por encima de Madison por una vez. Pero la realidad me golpea la cara y sé que seguramente ha venido hasta aquí quizá para pedirme algún consejo con ella o algo parecido. 

Siento su mirada fija en mí, pero yo sigo mirando como dos tíos se están pegando. Se sienta a mi lado y me aparto de él disimuladamente dejando un hueco suficientemente libre como para que se siente Madison  —cosa que ella no tarda en hacer —. Genial. Que empiece el espectáculo. 

Cuando abandono el comedor disimuladamente, voy hacía mi habitación, subiendo por las escaleras siento aún la mirada de él clavada en mi nuca, pero si quiere información sobre Madison, no le será tan fácil. Madison empieza a coquetear con él y eso es lo último que escucho antes de encerrarme en mi habitación. Las horas pasan, Jack se ha ido después de algunos intentos de hablar conmigo, ni si quiera sé por qué lo intenta. No le voy a hablar. Madison se fue un poco después de Jack así que, he llamado a Brad para qué pase la noche conmigo  —vamos a recordar que es gay, ¿vale? Sin mal pensar. — Ahora mismo me encuentro en el comedor viendo una película que según Brad era algo graciosa. Sí, graciosa su madre. Esta película realmente me da miedo. 

—Brad, ¿qué pasaría si realmente existieran los fantasmas?

— ¿A qué coño viene eso? ¡Esto es una película de zombies!

—Ya, pero he pensado que los fantasmas de los cadáveres podrían ayudar a los humanos, ¿no crees?

Brad ríe, soltando una amplia carcajada. Enarco ambas cejas y le miro, ¡que esto es serio! ¡Que he pensado que podría funcionar! 

— ¡No te rías! ¡Esto no tiene gracia!

—Para mí, sí. Además, ¿de dónde se te ocurrió eso? —Me mira fijamente esperando una respuesta. Sé que ahora se va a  reír más de mí que antes.

—Bueno, ya sabes, cuando tengo miedo pienso. —Efectivamente, vuelve a reír a carcajada limpia mientras yo empiezo una guerra de cojines con él. Cuando consigue inmovilizarme dice:

— ¿Realmente has pensado? ¿O has soltado lo primero que se te ha pasado por el cerebro? —Le miro con furia e intento liberarme de su agarre. Pero es imposible, está sentado encima de mí sujetándome las muñecas. —Es verdad, que tú no tienes nada en esa cabecita hueca. 

Vuelvo a intentar librarme de él, pero es algo imposible, él tiene mucha más fuerza que yo. Él sabe que estoy planeando algo para deshacerme de su agarre así que refuerza su fuerza. Siento la sangre que llega escasamente a mis manos, ¡que me corta la circulación el imbécil este! Acerco uno de sus brazos a mi boca y él me mira divertido, se piensa que le voy a lamer el brazo pero sé que eso con él no funciona. Acerco más el brazo a mi boca hasta que está a milímetros y entonces, le muerdo. Suelta un grito que probablemente se escuche hasta el final de la calle. Al cabo de cinco minutos escucho el timbre de casa y es el vecino  —sí, el mismo que se da el lote con su mujer en el jardín. — que está con una escopeta. Le explico que ha sido todo un malentendido y que no se tiene que preocupar por nada. Cuando miro a Brad, la película ya ha acabado y él se está colocando la chaqueta mientras ríe a carcajadas. Le pego una colleja y se despide de mí. Miro a la izquierda y el vecino nos observa. Le saludo y me vuelvo a mi habitación. 

Son las dos de la mañana cuando me meto en la cama mientras enciendo a televisión. Miro Hora de Aventuras alrededor de media hora hasta que siento como me voy durmiendo. 

ScarlettDonde viven las historias. Descúbrelo ahora