Todo no es lo que parece

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Había pasado más de un mes desde que se separó de Kirishima, agradecía la cantidad de trabajo en su nuevo cargo, si no, de seguro, hubiese enloquecido con sus pensamientos. Hiyo aún no quería contarle que le había obligado a pedirle que se separara de su padre, pero por los comentarios que rondaban en la editorial podía suponer que la nueva editora de Japun estaba involucrada.

Por su parte, los rumores también se habían esparcido, debido a ser el representante en ventas de los libros de Usami Akihiko, algunos veían su cercanía como algo similar a su relación con Kirishima. Hmm! nada más alejado de la realidad si lo quisieran comprobar. Sin embargo, el carácter de los dos les había permitido generar espacios de conversación que los ponía en una relación un poco más cercana a la de solo compañeros de trabajo. Ese día estaba invitado a cenar con él y su pareja, la cual, por ser mucho menor y además un editor de la empresa, mantenían en total reserva. Admiraba lo bien que separaban la vida profesional de la personal, en una ocasión no pudo más que lanzar un suspiro y desear que Kirishima lo hubiese hecho, pero a él le fascinaba hacer evidente que era de su propiedad, sembrando dudas y, sobre todo, dando un poco de "fan service" a las de Zafiro.

- Así que es cierto lo de su relación - escuchó la voz de Yasuda al final de la llamada con Usami.

- No haga caso a lo que dicen en los corredores.

- No sé que paso contigo y Kirishima, pero sería bueno que hablaran, no ha superado muy bien su ruptura - la voz era monótona, pero tenía algo de preocupación involucrada. A pesar de no hablar con Hiyo sobre ese tema, en ocasiones había expresado que su padre bebía más que antes y casi no comía, pero al querer ahondar en el tema, cambiaba rápidamente la conversación.

- Tratare de llamarlo en estos días, gracias. - La puerta del elevador se abrió dando de frente con la persona de la que estaban hablando, los dos se miraron buscando algo que decir. Pero antes de poder continuar, una mujer haló a Zen indicándole que debían apurarse si querían conversar con el gerente de Libros Marino, el elevador se cerró dejando en completo silencio a sus ocupantes. - Me temo que lo ha superado mejor de lo que usted creía.

Aunque muy bajo, escuchó un "lo siento" de Yasuda, volvió a abrir las puertas dirigiéndose hasta el recibidor, donde Usami lo esperaba. Los hombres conversaron animados mientras Kirishima los veía alejarse. Apretó los puños hasta sentir que sus uñas se clavaban en su piel, miró a la mujer que hablaba a su lado, ante la sonrisa desprevenida que le brindaba, el único pensamiento que tuvo hacia ella fue de reproche.

Desde esa oportunidad, no tuvieron otros encuentros. Dejaron que los rumores de sus supuestas nuevas parejas se esparcieran como incendio en pólvora; no obstante, cuando estaban solos, únicamente Hiyori era capaz de decir cómo se veían.

En la casa esperaba a su padre quien por enésima vez amanecía en la calle. Suspiró profundo y recapacitó realmente si valía la pena seguir torturándolo. Esa noche en particular lo pensó porque se acercaba su cumpleaños, tal vez poder hacer las paces y empezar de nuevo era lo que les convenía a todos. Desde la puerta escuchó la voz de Kirishima completamente ebrio, la mujer que lo traía, le susurraba ciertas situaciones, a lo que su padre respondía con risas.

Cuando la vio, la saludo sin pena. Su compañera de trabajo, y por lo visto de juerga, dándose la vuelta, besó la mejilla de Zen mientras le vaticinaba "en otra ocasión será". Hiyori elevo una de sus cejas en señal de que, si podía evitarlo, nunca se daría esa oportunidad. Como cada noche desde hace tres meses, lo llevó a su habitación y lo acomodó en la cama arropándolo. A diferencia de otras, su padre la detuvo.

- Sabes, cuando vi a Yokozawa pensé que al fin habían llevado a un novato con algo de espíritu a la empresa. Pero en la medida que lo iba conociendo, se convirtió en una necesidad poder tenerlo - Kirishima comenzó a llorar - Amé y amaré a tu madre Hiyo, es la única mujer de la que estuve enamorado. Pero Takafumi es mi vida. Ayudame a que vuelva.

Hiyori suspiro - Descansa papá, mañana hablaremos.

Cerró la puerta con delicadeza, aunque en ese estado era difícil que lo hubiese levantado el ruido de la misma. Fue cuando la vio. La mujer no se había marchado, por el contrario, estaba en la sala fumando tranquilamente. Señalando el sofá al frente de ella, la invitó a sentar. Hiyo la reconoció, fue la misma que estaba con su papá esa tarde.

- Estoy interesada en tu padre. No de ahora, desde que eran pareja con Sakura - la adolescente se enderezó en su puesto poniéndose a la defensiva - en aquella época, por respeto a mi amiga, deje las cosas así. Pero ahora, y debo decir que, gracias a tu ayuda, pude separarlo de ese hombre.

- ¿Mi ayuda? - no entendía las palabras de la mujer.

- Esa tarde en la cafetería bese a tu padre. Nos viste cuando ibas entrando, - dio una calada a su cigarrillo y dejó escapar el humo mientras continuaba con la explicación, - pero desde tu posición no pudiste notar como me rechazó. - La cara de Hiyo era un poema, entonces cuando le acaricio, no podía ser verdad, ella los vio. - Tu padre tomo mi mentón y sonriendo me beso en la mejilla diciéndome que ese día te iba a presentar a su futuro esposo. Que se sentía halagado, pero que nuevamente solo podía ofrecerme su amistad.

Hiyori se llevó las manos a la cara, entonces todo ese tiempo había acusado a su padre por algo que nunca ocurrió. Los recuerdos de aquella tarde se agolparon en su mente, Kirishima viendo el reloj, los dos levantándose, la mujer acercándose y besándolo. Su padre, la sonrisa de su padre mientras decía algo y finalmente... ¡Dios! ¿Cómo había podido equivocarse de esa manera?

- Creo que es mejor que se marche, mi padre y yo necesitamos descansar. - La mujer apagó la colilla en el cenicero y se levantó con parsimonia.

- Antes de irme quiero que sepas que tu padre aceptó salir conmigo, desde ahora me verás más seguido en esta casa ... "hija". - Esa palabra en su boca fue una cachetada, asegurando la puerta y convenciéndose de que había salido, se dejó caer, lloraba por su error, porque en su estúpido afán de querer proteger a su onii-chan, solo les había hecho daño a las personas que más quería en el mundo.

Fue gracioso, en su cabeza comenzaron a resonar las palabras de su padre cuando se equivocaba "si reconoces tu error, solo trata de demostrar que puedes corregirlo". Tenía todo un día para hacerlo.

Onii-chanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora