Cerró la puerta del apartamento con fuerza, mientras lo acorralaba contra una de las paredes de la entrada.
—Papá ¿eres tú?
El puño fue a dar cerca de su rostro. Sin levantar la cabeza, el castaño lo soltó dirigiéndose al interior del apartamento. Cuando Hiyori se asomó al genkan, se encontró con un Takafumi esbozando una sonrisa de triunfo. Levantando los ojos, negó con la cabeza. En todos esos años se había acostumbrado a las tontas peleas entre ellos. Aunque normalmente Yokozawa cedía, algo le había hecho ganar esa noche.
No quiso profundizar en el asunto, esperó que su onii-chan entrara para mostrarle el trabajo que entregaría a Misaki, definitivamente la niña era buena en pintura. Hechas con la técnica de acuarela, las ilustraciones para el libro que había solicitado el editor, era realmente hermosas. Cenaron solos, Hiyo le llevó la comida a su padre a la alcoba, quien argumentó que tenía dolor de cabeza. Realmente era caprichoso el "hombrecito" pensó Takafumi suspirando; sin embargo, por ahora lo dejaría ser. Necesitaba toda esa frustración mañana jugando a su favor, apagando las luces se dispuso a descansar.
A las seis de la mañana, el apartamento ya mostraba movimiento, Hiyori era madrugadora desde pequeña, por ende, aunque los primeros días le fue difícil, con el tiempo él había adoptado la misma rutina. Ahora corrían por el parque cada fin de semana, faltaba tan poco para su cumpleaños número quince. Pronto sería toda una señorita, y el temor de su padre se haría realidad. Los pretendientes comenzarían a rodearla. Los ojos y el cabello del mismo color del de su progenitor, además de la belleza heredada de Sakura, le permitieron ver como no pasaba desapercibida por los que estaban a su lado. Definitivamente lloraría el día de su boda.
La mañana transcurrió normalmente, en la medida que se acercaban las tres de la tarde, la niña sudaba porque no entendía cómo iba a salir hacia el apartamento de su amiga y con el permiso de su padre, como le aseguró su onii-chan. Además, la pareja no había cruzado palabra en todo el día. Indudablemente algo había pasado con ellos el día anterior.
—Hiyo, porque no descansas un poco. Se te ve agotada por el trabajo que terminaste anoche.
La adolescente asintió retirándose a su cuarto. Recogiendo los platos, Yokozawa se dirigió a la habitación de Kirishima, donde tenía parte de su ropa. Su pareja lo vio desde la sala, sin pronunciar palabra.
Conociendo la situación, tenía exactamente una hora para ganar completamente o rendirse ante la terquedad de Zen. Se alistó con esmero, tratando de colocar en cada detalle algo que dejara a su pareja con ganas de terminar lo que no había podido iniciar el día anterior. El traje era realmente curioso, los guantes semejaban pequeñas garras de peluche, al igual que los adornos de las piernas, la pequeña camiseta llegaba exactamente hasta donde un sugerente pantaloncito, en el mismo material, cubría la parte anterior, mientras la posterior era rematada con una colita de oso. Al verse, se sintió completamente ridículo. Por último, acomodó la diadema con las dos orejitas... le sacaría los ojos a Kirishima donde le tomara una foto.
En la habitación, cerró la cortina dejándola con la suficiente iluminación para que se pudiera vislumbrar su figura y algo del atuendo. Recostándose en la pared, llamó a su amante con la voz del "oso gruñón". Escuchó al hombre pararse con lentitud, insistió hasta lo que vio parado en la puerta acostumbrándose a la poca luz de la alcoba. Cuando sintió que sus ojos lo detallaban, inició con el espectáculo.
—Como anoche íbamos para mi apartamento, quería mostrarte algo que compre para ti, —encendió la luz permitiéndole ver su bien formado trasero con el adorno en la parte superior— pero como Hiyo estará con nosotros todo el fin de semana, creo que no podrás demostrarme si te gusto.
Kirishima entendió inmediatamente por donde iba el mensaje, no se iba a dejar manipular otra vez. Este hombre era alguien muy diferente al Takafumi que se sonrojaba cada vez que lo tocaba, era una faceta muy atractiva, pero ante la cual no se rendiría fácilmente. Frente al silencio de su pareja, el ojiazul entendió que debía jugar más duro, si el bendito disfraz que tantas veces le pidió que usara no funciono, había todavía un deseo más que podía cumplirle. Con toda la sensualidad que su carácter le consintió, se levantó de la cama.
—Bueno, creo que entendí tu respuesta —dirigiéndose al baño, comenzó a quitarse cada prenda hasta quedar solamente con el interior al llegar a la entrada del mismo.
Parado a contraluz, lo desabrochó mostrándose completamente desnudo. El castaño asió su cabello, mientras daba media vuelta cerrando la puerta de un golpe. Por su parte Yokozawa se vestía con una polera negra y el pantalón de la sudadera.
El grito de alegría de Hiyo le marcó el momento para salir, la vio abrazar a su papá marchándose de la casa con un morral para encontrarse con su amiga. Kirishima cerró la puerta del apartamento mientras hablaba por celular con los padres de Yuki agradeciendo el cuidado a su hija. Cuando llegó a la sala, encontró a Takafumi completamente vestido, ofreciéndole un sobre y señalándole la cerveza fría encima de la mesa. El muy maldito lo había vuelto a engañar.
—¿A que juegas?
—Léelo y después hablamos.
Destapó el sobre y leyó las palabras de su hija pidiéndole disculpas por todo lo sucedido en esos meses. Finalmente, vio el regalo que había preparado para él y su onii-chan para la reconciliación, con ayuda de su trabajo con Usami-sensei. En otro sobre había dos pasajes para un crucero.
Así que todo había sido para que le levantara el castigo a su hija. Acercándose a Yokozawa, le acaricio la cabeza, tenía un poco más largo el cabello y eso le permitía ver más sensuales sus facciones. Dejó el sobre en la mesa mientras lo acompañaba en el sofá, acomodándolo entre sus piernas, lo abrazó por detrás. Aunque era un detalle tan sencillo, el menor se sintió protegido y querido por completo. Extrañaba la sensación de calidez del castaño. Inconscientemente su cuerpo comenzó a reaccionar restregándose como un gato al de su pareja. Kirishima complacido, besó y mordió su cuello donde sabía que lo descontrolaba, el gemido de Takafumi fue la respuesta.
El ojiazul giró colocándose a horcajadas en el regazo del mayor, besándolo con ansia. Desde el día en su oficina no podía esperar a tener a Kirishima dentro suyo. Si no hubiese sido por el desmayo, la fantasía de tener sexo en el trabajo, se le habría realizado al castaño.
—¿Aquí? Acaso no es una tus áreas prohibidas.
—Por hoy no importa. O acaso ¿es que no quieres? —el miedo se reflejó en sus ojos azul cobalto. La reacción de Zen eliminó cualquier temor, provocando una nueva definición de lo que, para él, era el placer.
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Onii-chan
FanficKirishima no lo podía creer, levantó la mirada pero no había nada de su amante. Realmente lo había abandonado. Los personajes son de NakamuraShungiku, FujisakiMiyako. La historia es original. Las ilustraciones y sus créditos para los respectivos aut...