Capítulo 1

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Era la segunda noche consecutiva que Harry no podía conciliar el sueño.

Estaba muy cansado físicamente, pero sus pensamientos solo estaban enfocados en una sola cosa: venganza. Eso era lo único que quería, vengar a sus padres de la traición de Black.

¿Y que si el maniático de Sirius Black estaba buscándolo para asesinarlo?

Mucho mejor para Harry, el por lo menos tendría la ventaja de usar su varita, dudaba mucho que Black hubiese conseguido una. Bueno, eso quería creer. También estaba la fuerza física, en las fotos no se veía nada bien, parecía débil y desnutrido, aunque Harry sabía que él no estaba mucho mejor.

Aun no podía creer que el tipo sonriente de la foto fuese el mismo de los carteles que estaban por todo Hogsmeade, demacrado por su estancia en Azkaban.

Harry recordó a los dementores, su apariencia horrenda y lo que escuchaba cada vez que tenía un encuentro con ellos. Los gritos de su madre a punto de morir... ¡y el maldito de Sirius Black la había traicionado, a ella y a su padre!

El ojiverde solo podía sentir su sangre hervir, se movió entre las sábanas tratando de encontrar la posición adecuada para dormir. Se volteo a la derecha, a la izquierda, boca arriba y boca bajo. 

Nada, era inútil.

Se quedo mirando el techo, tal vez podría probar del otro lado de la cama. Tomo su almohada para poder pasarla al otro lado, debajo de su almohada había dejado la noche anterior el álbum fotográfico que Hagrid le había regalado.

¿Y si daba un pequeño paseo nocturno?

Si Ron o Hermione le hubieran leído el pensamiento, le hubieran dicho que estaba loco si salía por la noche a recorrer el castillo.

Busco en su baúl su capa de invisibilidad y el mapa, pensaba que le seria de mucha ayuda, ahora más que los profesores vigilaban constantemente los pasillos por si lograban atrapar al fugitivo.

Salió muy despacio y en silencio del cuarto para no despertar a Ron, aunque este roncaba un poco más fuerte de lo normal, si hubiera alguien más aparte de Harry, de seguro le hubieran puesto un calcetín en la boca a Ron para que dejase de roncar. Todos los demás se habían ido por las vacaciones de navidad.

Bajo a la sala común, estaba totalmente vacía, aunque Harry dudaba mucho que alguien estuviese ahí a esas horas de la madrugada.

Antes de salir por el retrato, se puso su capa y saco el mapa — Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas— el mapa se llenó de tinta que pronto formaron palabras y abrió el mapa. En el pudo ver que la profesora McGonagall y Peeves estaban dos pisos más abajo, pero en el pasillo de afuera no había nadie, así que salió por el retrato y solo se dedicó a vagar sin rumbo alguno, viendo de vez en cuando el mapa.

El azabache pensaba en lo que le había dicho Hermione y Ron en la mañana. Que quería vengarse del desgraciado de Black y ellos solo le habían dicho que era una estupidez, que solo lo decía por pura ira.

Claro que Harry se lo había pensado dos veces y sabía que tenía que idear un plan, uno en donde sabía que sus amigos no lo ayudarían esta vez.

Había traído consigo su álbum, no sabía si iba a verlo en su pequeño paseo, pero definitivamente no lo iba a dejar en su cama, a la vista de todos.

La nieve golpeaba las ventanas, haciendo un singular sonido que tranquilizaba a Harry. Había llegado a un pasillo lleno de armaduras con espadas y hachas de plata. ¿Estarían encantadas para atacar a Sirius Back si llegara a pasar por ahí?

Harry saco el mapa para ver si era seguro quitarse la capa por un momento. En el mapa solo había un puntito con su nombre a lado.

Se quito la capa y la puso en su antebrazo junto con el álbum fotográfico, camino un poco por el amplio pasillo, hasta que su pie piso algo suave, seguido de un chillido agudo.

El chico cayó al suelo por semejante susto, tanto el álbum como su capa salieron volando de sus brazos. 

—¿Y si aplaste a un ratón? — susurro para sí mismo mientras se acomodaba las gafas. Miro el lugar donde había pisado, efectivamente era un ratón el que había pisado, pero tenía algo extraño...

Harry tomo al pequeño ratón, ¡Era de hule!

Se lo acerco más a la cara para poder verlo mejor, pero no pudo. Había una cuerda atada al ratoncito de hule, el muchacho siguió la cuerda con los ojos, pero ni siquiera había podido llegar al final de esta cuando oyó un ruido metálico.

Miro hacia arriba y supo donde terminaba la cuerda.

Estaba atada al hacha de la armadura que tenía enfrente. Con las palpitaciones de su corazón a mil por segundo, Harry cerró con fuerza los ojos y se hizo a un lado lo más rápido que pudo. Escucho el fuerte golpe del metal contra la piedra y poco a poco abrió los ojos. Miro su cuerpo buscando alguna falta de extremidades, todas estaban ahí: dos brazos y dos piernas, con cinco dedos cada una. El chico se sintió aliviado de estar completo. Luego miro el hacha en el suelo, estaba a punto de pararse a recogerla cuando sintió un dolor punzante en la parte posterior de su pierna izquierda.

Se ladeo un poco y observo que el pantalón se su pijama se impregnaba de un líquido color rojizo. Con el corazón en la garganta llevo temblorosamente su mano para bajar poco a poco su pantalón.

El alma se le fue del cuerpo cuando una línea considerablemente larga que iba en diagonal desde su glúteo hasta su muslo interno, debía ser poco profunda pero aun así salía la suficiente sangre como para revolverle el estómago a Harry.

Harry se subió el pantalón del pijama eh inmediatamente pensó en rasgar lo que quedaba de su pijama, que había quedado hecha jirones para parar la hemorragia, pero otro pensamiento cruzo por su mente: todo el ruido que había hecho debió de llamar la atención de muchas personas, personas que podían ayudarlo a llegar a la enfermería, pero no quería tener que explicar cómo se había rajado el culo con un hacha... ¡Merlín! Eso sonaba muy mal en todos los aspectos.

Trato de sentarse apoyándose contra la pared. Cogió el álbum y su capa, algunas fotografías habían salido del álbum forrado en cuero, trato de alcanzarlas todas mientras abría el mapa para ver quien se acercaba a averiguar el origen de tal alboroto.

—Lumos — busco el puntito que tenía un letrero con su nombre, y justo a varios metros venia otro punto con el nombre de Severus Snape.

—¡Joder! — el chico se tapó con la capa y presionaba con fuerza la herida sangrante que tenía en la pierna —Nox— la luz que provenía de su varita se apagó de inmediato y se quedó quieto escuchando los pasos apresurados que poco a poco se acrecentaban.

Sudaba frio y sintió que el corazón se le cayó al piso cuando vio una fotografía que no pudo alcanzar a recoger, estaba muy lejos de su rango de alcance y, aunque se decidiera a arrastrarse para poder alcanzarla, los pasos estaban a nada de donde él se encontraba y se detuvieron en seco cundo llegaron al pasillo.

Harry giro lentamente la cabeza y pudo ver la silueta de su profesor de pociones.

—Carajo.

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Lo que una foto puede hacerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora