Severus agrego el ultimo acónito al caldero. Removió con su varita el líquido dos veces hacia la izquierda y lo dejo a fuego medio. Debía dejar reposar la poción matalobos por lo menos dos noches más y estaría lista para dársela a Lupin.
Si de él dependiera, Remus no hubiese puesto nunca más un pie en el colegio.
Pero Dumbledore, en su cándida amabilidad, contrato al licántropo y como en la mayoría de las veces, Snape fue el primero en recibir la "buena" noticia.
El hombre reviso con la mirada la habitación para verificar que todo estuviera en orden. Salió por la puerta y cerro esta con llave.
Tenía que relevar a Minerva de su guardia por el castillo, y quería hacerlo rápido. Últimamente McGonagall estaba muy irritable por las trampas que ponía Peeves en todo el castillo. Según él, eran para ayudar a atrapar a Sirius Black, pero Severus y todos los profesores sabían que era la excusa perfecta para hacer bromas más pesadas.
En más de una ocasión habían encontrado a un estudiante colgando del techo por los pies o con una mejilla pegada al suelo.
Mucho ya tenía Severus con un asesino suelto y un hombre lobo rondando por el castillo como para aguantar las trastadas del poltergeist.
Para su suerte hallo, muy rápido a la profesora.
—¡Oh! Severus. Que alegría encontrarte— la mujer iba hacia el con paso apresurado —Mira que utilizar las espadas de las armaduras... Ese poltergeist es un verdadero peligro— se podía percibir un deje de cansancio en la voz de la profesora.
—Supongo que no es nada que el barón sanguinario pueda arreglar— el pocionista solo se cruzó de brazos, mientras que su compañera guardaba su varita en la túnica —Espero que puedas hablar pronto con él.
Snape solo frunció un poco la boca. McGonagall se despidió de él y partió hacia sus aposentos.
El hombre camino por los pasillos de los diferentes pisos, quitando los artilugios que Peeves había dejado.
Todo estaba relativamente tranquilo. En el momento que iba a darse vuelta en una esquina un ruido estrepitoso corto la pequeña sinfonía que hacían los copos de nieve contra las ventanas, dejando tras de sí un seco silencio.
Severus se encamino los más pronto que pudo el piso de abajo, en donde se había originado el alboroto.
Si se topaba con ese molesto ser, él mismo lo echaría del castillo esa noche.
Llego al pasillo lleno de armaduras que brillaban bajo la tenue luz de luna.
Inspecciono el largo pasillo, hasta que sus ojos llegaron a un hacha tirada junto a un rectángulo de papel.
Frunció el ceño y se aproximó lo suficiente para poder recoger el papel.
Lo volteo y quedó petrificado al ver la imagen que estaba impresa.
Lily Potter miraba a través de una ventana. El anaranjado atardecer hacía que su cabello luciera como fuego alrededor de su delicado rostro. Su retrato volteo y brindo una cálida sonrisa.
Parecía que le habían tomado la foto mientras ella estaba distraída, haciendo que fuese una foto natural.
Sus ojos esmeraldas poseían un hermoso brillo de alegría. Sus maravillosos ojos llenos de emoción y bondad.
Lo primero que se le cruzo por la mente a Severus fue que esa foto pudo haber sido tomada días antes de que Voldemort los encontrara.
Una punzada de dolor se hizo presente en el corazón del pocionista. Si él nunca le hubiera dicho esa maldita profecía al señor tenebroso, ella todavía estaría con vida, he incluso habrían podido hacer las paces y restaurar su amistad...
Se recargo contra la pared y se dejó caer hasta quedar sentado en el suelo; sus ojos de habían humedecido, y solo podía sentir las lágrimas recorriendo sus mejillas y cayendo en su túnica.
Llevo sus rodillas al pecho y se cubrió la cara con sus manos, se dedicó a llorar. A llorar por lo que fue y por lo que pudo haber sido.
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Harry se quedó quieto, al tiempo en que Snape se aproximaba a recoger la fotografía que él no había alcanzado a guardar.
Presiono con más fuerza su herida. Le dolía demasiado, pero si no lo hacía, lo más probable era que muriese ahí mismo.
Tenía que llamar la atención del mayor para que este pudiese llevarlo a la enfermería. No le importaban los regaños y castigos que pudiese recibir, con tal de que él estuviera bien.
El menor estaba a punto de quitarse su capa de invisibilidad cuando Snape se recargo en la pared y se deslizo hasta quedar sentado junto a él.
Su profesor empezó a sollozar, y esos sollozos se convirtieron rápidamente en llanto.
Harry no sabía que hacer, era una situación demasiado incomoda, ¡Su profesor estaba llorando en frente de él!
—Bueno, no es como si el me pudiera ver—, pensó el chico. Lo mejor que se le ocurrió a Harry, era dejar que Snape terminada su llanto y así poder llamar su atención. Tal vez sería menos cruel si lo veía una vez hubiera acabado que en pleno lagrimeo.
El muchacho pudo ver la fotografía que Snape había levantado, se trataba de una imagen de su madre, la cual le sonreía a la cámara.
-Un momento... ¿Snape conocía a mi madre? - Harry trato de acercarse para poder observar mejor la foto, pero al soltar una mano se su corte empezó a brotar más sangre, provocando un sonido de goteo.
El chico, con el corazón en la garganta volteo a ver rápidamente al mayor, sin embargo, su profesor no se había percatado del sonido.
Un poco aliviado, Harry aumento la presión sobre su lesión y solo se concentró en tenerla lo más apretada posible.
No paso mucho tiempo cuando los llantos se convirtieron en débiles gemidos, pero el muchacho quería esperar un poco más de tiempo. Si mantenía la compresión podía aguantar unos minutos más.
Un pensamiento cruzo por la mente de Harry —¿y si Snape le tenía un odio a tal grado de dejarlo ahí, desangrándose?—No, él había salvado a chico en primer año y aquella había sido la oportunidad perfecta para dejarlo morir.
El chico sintió un pinchazo fuerte en la cortada, no pudo contener un gemido de dolor bastante audible, alertando al profesor de su presencia.
Severus de inmediato se secó los surcos de lágrimas que tenía en la cara y se volvió hacia el origen del gemido.
No pudo ver nada, aun así, estiro su brazo para comprobar que realmente no estuviera nadie ahí.
Sus dedos tocaron un tejido muy suave y lo jalo, solo para ver unos ojos verdes vivo detrás de unas gafas redondas.
Harry solo trago con fuerza y trato de quedarse lo más quieto posible.
La cara del pocionista de tiño de rojo, tanto de vergüenza como de enojo, se levantó presto del piso y se situó en frente del chico.
—¡Potter! — grito el hombre, pero el susodicho se quedó inmóvil.
Los ojos de Severus se posaron rápidamente sobre la mancha creciente de sangre que había en su pantalón y en las manos del joven que apretaban con fuerza una herida larga.
—Pro... profesor, yo...— Harry no había terminado de decir la oración completa cuando sintió que los brazos de su profesor de pociones lo levantaban del suelo y lo pegaban al pecho de este.
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Hola, gracias por leer este capítulo. Quejas, sugerencias, jitomatazos o piedrazos, se acepta de todo.
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Lo que una foto puede hacer
FanfictionTras un accidente en un paseo nocturno y una fotografía, Harry hace amistad con su profesor de pociones; amistad que florece hasta convertirse en algo más. Mientras que el asesino Sirius Black va en busca de Harry. __________________________________...