Sesenta y tres.

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El hospital Midway. ¿Por que? ¿por que ese? ¿acaso no pudo haber sido otro? ¿por que de nuevo? Tengo dos años sin poner un pie en aquel lugar. No quiero volver ¡No quiero!

En el camino hacia la clase me crucé con Megan y su deslumbrante sonrisa. Por lo visto ella si había tenido una buena mañana.

-Buenos días, pequeñuela.- Saluda Megan dandome un beso en la mejilla.

-Que tienen de buenos.

-Haber, cuentame el chisme.- se cruza de brazos.

-¿Que chisme?

-El causante de que estés tan de mal humor. Ah ya se, no te dieron anoche, típico.- rueda los ojos.

-¿ Y tu por que amaneciste tan de buen humor? ¡Ah ya se! Te dieron duro contra el muro toda la noche, si, típico de Megan.

-De echo fue duro contra el sofa, pero no importa.- dice con una cara divertida que al instante cambia al ver mi expresión de asco. -¡Es broma!, ¿Ya me vas a decir porque estas asi?

-Regresare al hospital Midway.- digo sin ninguna expresión en mi rostro.

Megan se queda seria por unos segundos hasta que por fin habla.

-Sera divertido.- sonríe sin ganas.

Si, divertido. Y mi mama es Paquita la del barrio.

(•••)

Las benditas vacaciones habían llegado y yo me sentía despreocupada y relajada, hasta que recordaba que tenia que ir a ese hospital a realizar mi servicio y se me pasaba.

Era domingo por la noche y que tenia que dormirme para levantarme temprano al día siguiente, pero me era imposible conciliar el sueño. No podía dormir por mas vasos de leche caliente que tomara o por mas ovejitas en el aire que contara.
Creo que tenia como un minuto dormida cuando la alarma de mi celular sono, dios, porque a mi.
Me levante, me duche, me cambie con mi uniforme de enfermera y por ultimo salia a la cocina a preparar el desayuno. Por primera vez me sentía nerviosa, si siquiera el primer semestre en el que hice mi servicio me sentía así. Era una sensación muy extraña dentro de mi. Tenia miedo de regresar a ese lugar.

Cuando estaba a una sola cuadra de llegar mis nervios subieron al nivel dos, mis manos comenzaron a sudar, y cuando estuve justo enfrente del hospital mi corazón comenzó a palpitar tan fuerte que creí me daría un infarto ahi mismo. ¿Que me esta pasando? Abrí la puerta y todo parecía tranquilo, no había mucha gente ya que era temprano. En la sala de espera solo había un señor y una señora que tomaban café mientras conversaban en voz baja. Pude darme cuenta que seguía la misma recepcionista de aquella ultima vez.

-Buenos días.- me saludo.

-Buenos días.- conteste algo apenada.
¿se acordara de mi? Si, yo creo que si, ya que se quedo observandome algo extrañada.

El hospital estaba igual, solo algunos pequeños cambios que habían hecho pero prácticamente era el mismo. Ese olor, todo era igual.

Habían pasado dos horas cuando por fin me asignaron un paciente. Era la señora Rachel que en unos cuantos minutos daría a luz a su bebe mediante una cesárea y yo estaría ahí presente ayudando al doctor.

Las horas pasaron rápido y cuando menos lo pensé ya eran las 3 de la tarde; mi hora de salida. Me dijeron que estaria saliendo temprano ya que no estoy cuidando a nadie de tiempo completo. Y bueno, así esta mejor.

Tome mis cosas y me dirigí a salir. Cuando pase por recepcion, nuevamente la recepcionista se quedo mirandome hasta que dijo:

-Oye, de casualidad ¿no te llamas Hayley?

-Si, yo soy Hayley.- conteste.

-Eres la muchacha que...

-Si, esa.- la interrumpi.

Era obvio, ya sabia lo que iba a decir.

-Creo que tengo algo que te pertenece.

La repecionista se agacha y busca algo entre sus cajones. Cuando de pronto veo que saca algo.

NO. PUEDE. SER.

Mi cuaderno de notas.

-¿Donde lo encontro?- pregunto al instante.

-Yo no he sido la que lo he encontrado. A mi una persona me lo dio para que te lo entregara.

-¿Cuando fue eso?

-Hace mas de un año, creo que casi dos.

No puede ser. ¿Quien lo encontraria? ¿lo habrán leido? Si, obvio, cualquiera lo leería. Muero de pena al imaginarme a alguien leyendolo. Y... ¿me conoce?

-¿Quien es esa persona?- miro seriamente a la recepcionista.

-Creo que hay algo dentro de el que te va a interesar.

Bajo la mirada y veo detenidamente aquel cuaderno en mis manos con la intriga de saber que hay dentro de el. Lo abro y miro aquellas hojas marcadas por las letras de mi puño y siento algo extraño dentro de mi. Comienzo a ojear hasta que llego al final. Le doy la vuelta al cuaderno y abro la pasta en la ultima hoja. Mi corazón se detiene cuando observo una carta dirigida hacia mi.

"Hola, Hayley..."

Levanto la cabeza, trago saliva y comienzo a leer.

"Paciente 567"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora