Nuevamente me encontraba sudando mientras gemía mordiendo la almohada frente a mi.
Mi mano izquierda se encontraba alrededor de mi miembro mientras que la derecha se encargaba de mis pezones. Me encontraba con mi trasero meneándose al aire y de boca abajo mirando a mi cama.
Era difícil concentrarme en sólo describir a David, mi mente se volvió un collage de todos los hombres que me han atraído y estaba seguro de que podía pensarlos con tanta fuerza que podía imaginarme que me tocaban.
Podía sentir como la mano de alguien se deslizaba desde mi cuello hasta mi espalda baja, casi podía describir el cálido aliento que llegaba a mi nuca.
Estaba alucinando cuando pude sentir la húmeda lengua deslizándose.
No fue hasta que sentí una mordida en mi retaguardia cuando me di cuenta que eso no era parte de mi imaginación.
Me di vuelta rápidamente cuando observé a un adonis hincado atrás de mi.
Sus ojos parecían el universo mismo dando una vuelta infinita. Sus labios gruesos y tersos que asemejaban a un durazno, su piel pálida y cabello oscuro cómo la noche.
Era hermoso.
Y estaba desnudo.
Igual que yo.
Cuando salí de mi trance fue cuando me di cuenta en que circunstancias lo estaba viendo y grité hasta que el tapó mis labios con esa preciosa mano suya.
Se había recostado sobre mí mientras susurraba que guardara silencio, yo sólo trataba de cubrirme con algo.
— Quitaré mi mano, no grites.
Susurró mientras con sus cejas acentuaba lo que decía.
Acentí con mi cabeza.
Mientras la retiraba pude olfatear su varonil aroma, olía delicioso.
Lo miré aterrado.
— ¿Qué demonios haces aquí? ¿Quién eres? ¿Te conozco? .– Hablé rápidamente, dudando que me haya entendido por la velocidad de mis palabras.
— Tú me lo pediste.– Dijo tranquilo. — Me llamo Morfeo.
Concluyó con una brillante sonrisa, una que sólo podría ser de un ser no terrenal.
Y fue ese preciso instante en el que me di cuenta del peso de mis palabras.
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Y pedí estar entre los brazos de Morfeo
FantasyTen cuidado con lo que deseas, nunca sabes quien está escuchando.