Capítulo uno: La carta

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Sus ojos se clavaron en una mansión muy grande, estaba cerrada por las rejas, sin embargo el exterior daba mucho a la imaginación. 

Un niño peliazul miraba con brillo en los ojos aquél lugar, ansiaba entrar, cualquiera podría notarlo. - ¡Cuándo sea grande entraré aquí!- Mencionó con una sonrisa retadora en su rostro. 

La mansión se encontraba cerrada por el momento por razones desconocidas.
Era la famosa "Mansión Smash" dónde cualquier espíritu valiente quisiera formar parte de ella. 

-Amí igual me gustaría~- Respondió otro niño peliazul más claro color cielo, haciendole compañía al contrario.- Sería fabulooooso. 

El otro niño se cruzó de brazos, expresando enojo.- ¡A ver! ¿Por qué siempre quieres lo mismo que yo Marth?- Se quejó el opuesto, caminando por la calle dejando a su hermanito atrás. 

Marth se acercó hacia él, corriendo.- Oh pues, solo pensé que sería lindo estar con mi hermano en un mismo lugar.- 

El agresivo solo bufó.- Ñeñeñe, sería horrible, me arruinarías todo.- no midió sus palabras, solamente siguió caminando. 

El cabellos claros se quedó quieto en su lugar, comenzando a llorar, pues era un niño y sus sentimientos se expresaban con facilidad.- ¡BUAAAAH! ¡Ike eres muy malo!- Dijo secando las lágrimas que caían de sus ojos, volteándose para abrazar la silueta femenina que hizo presencia entre ambos.- 

-Ike, dale una disculpa a tu hermano.- Ordenó ésta mujer, por obediencia Ike se volteó acercándose a su mano dejó escapar un suspiro.- Dilo, Ike. 

-Perdón Marth.- Dijo Ike, dándole palmitas en la cabeza, éste rápidamente se tranquilizó, y lo encerró en uno de sus más fuertes abrazos.- Agh ya no me abraces tanto! ¡Mamá!- El niño miró a la mujer mayor que se encontraba enfrente, pero ella tan solo sonreía. 

En ese entonces Marth y Ike se llevaban cuatro años de diferencia, mientras Ike tenía diez, Marth tenía seis. 

Los días avanzaban al igual que meses, hasta que en una noche. . .

-Ike.- Llamó  Marth esa noche, entrando en la habitación de Ike. éste sobaba su brazo un poco temeroso.- Tuve una pesadilla. 

Ike despertó sobando sus ojos, viendo el rostro asustado de su hermanito.- Hm, ven.- Se corrió en su cama dándole espacio, el menos se acostó, abrazandolo.- Ya, ya, solo fué un sueño. 

Simplemente pudo haber dicho "Vete a dormir con mamá" Pero hacía días atrás estos dos pequeños sufrieron la terrible pérdida de su madre, y debían afrontarlo, desde ese momento Ike comenzó a comportarse de manera más "paternal" con Marth, a pesar de ser un niño todavía. 

Después de todo, Marth se debilitaba con facilidad, Ike lo podía soportar pero no interiormente, dentro de él estaba derrumbado, fue una terrible pérdida. 

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Pasaron diez años, Ike le había dado un buen cuidado a su hermanito menor, éste se crío a manos de su hermano y a pesar de ello, tuvo una buena infancia. 
Ike se había convertido en un mercenario para poder cuidar a Marth, sus vecinos lo ayudaban un poco con el dinero antes de obtener aquél trabajo, sabían el horrible pasado que tuvieron que afrontar. 

-Bien Marth, éste día lo tengo libre.- Mencionó el merenario entrando a la habitación del adolescente, quien ante esa noticia sonrió de oreja a oreja. - ¿No vas a abrazarme? 

Marth se sentó en su cama, sobando sus ojos.- Lo siento, el cansancio está pesado.- Rió levantándose, para aferrarse a su opuesto con un fuerte abrazo.- Pero éste día hay que disfrutarlo al máximo! ¡Un día de hermanos!- Sonrió Marth, deseaba tener un día así desde que Ike comenzó a trabajar, lo extrañaba. 

Entendiendote.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora