Capítulo | 11 |

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Mis muñecas arden como nunca, mis ojos se sienten pesados, los huesos me duelen con el pequeño movimiento que hago al mover la cabeza. Gruño antes de lentamente abrir los ojos, la luz cegadora que se encuentra justo por encima de mis ojos lastima obligándolos a cerrarse rápidamente.

Hago el intento de abrirlos con mucha más lentitud y precaución, parpadeo continuamente evaluando el entorno que me rodea. Una habitación vacía y oscura, un foco por encima de mi que no falta mucho para que se apague por completo pues no deja de parpadear.

Toso, y ese pequeño movimiento duele. Bajo la mirada hacia mis muñecas que están rodeadas por plata, la siento como arde en cada pedazo que cubre mi piel. Las nuevo tratando de zafarlas, no puedo, estoy demasiado débil para convocar el poder que tanto temo usar, un gemido suena a una distancia lejana a mi, apenas se escuchar como un pequeño sonido o murmullo.

Levanto la mirada rápidamente ladeando mi cabeza agudizando mi oído, un gruñido acompañado de una maldición me hace saber que alguien más se encuentra en esta habitación.

—¿Shirley?

—¿Ah? ¡¿Gracell?!

—Oh mierda —Suelto un suspiro.

Miro con atención las cadenas de plata que rodean mis muñecas con fuerza, forcejeo con ellas durante varios minutos en los que comprendo que aún estoy muy débil para zafarme de ellas.

Resoplo verificando a los lejos a Shirley tratando de zafarse igual que yo, río cuando no lo logra.

—No es gracioso.

—Claro que lo es —Sonrío—, no puedes sacar unas simples cuerdas cuando es lo más fácil Shirley.

—Bueno, tú no puedes desencadenarte a ti misma.

Mi sonrisa se borra al instante, estúpido.

—Lo mío es muy diferente, la plata bendita me quema la piel como el agua bendita a los vampiros o la plata a los hijos de la luna.

>>Es peor cuando ambas están combinadas, el ardor me quema hasta que mis muñecas sangran sin la posibilidad de regenerarme.

—Lo siento.

Ruedo los ojos, observo la habitación analizando cada detalle que me de una idea de donde podemos estar. La habitación está casi totalmente oscura pero puedo ver la telaraña colgar del techo, el goteo y la humedad que habita en cada esquina del cuarto. Las paredes están con agrieturas y la pintura de las paredes se está cayendo. Es un espacio grande, tal vez sea un lugar de estar por la chimenea que está justo a mi lado, observo con atención la puerta blanca que está frente a mi.

Las sombras debajo de la abertura de la puerta se mueven y sé que no estamos solos.

Los pasos apresurados se escuchan por sobre  la madera crujiendo, bajo la cabeza lentamente enfocándome en los murmullos detrás de la puerta negra.

No puede ser, ellos no.

La puerta hace un quejido cuando es abierta lentamente, maldigo tantas veces que incluso pierdo la cuenta de cuantas veces lo hago.

Sus botas negras son captadas por mis ojos enseguida, dándome a entender que están parados frente a mi, cierro los ojos armándome de valor, tengo que hacerlo, tengo que verlos.

Princesa Híbrida© | #1 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora