Discoteca.

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Estoy emocionada. Mi corazón late con mucha fuerza y puedo notar un pitido desagradable en los oídos. La cabeza me da vueltas y me duelen  los ojos; cada vez mi vista está más borrosa, hay caras pero no logro enfocar ninguna, y todo empieza a dar vueltas si la muevo. Siento una desagradable sensación en el estómago, como si fuera a vomitar. Mis piernas tiemblan y parece que estoy flotando cada vez que salto, intentando bailar. La gente a mi alrededor está muy cerca de mí, con las manos en alto y gritando. Me siento cansada, agotada, llevo horas bailando y bebiendo pero no quiero parar. ¡Está siendo alucinante!

La música cambia, no reconozco la canción, pero la gente  se vuelve más loca. Todo el mundo empieza a chillar aún más fuerte, a saltar con más ganas, y yo me siento cada vez más agobiada. Es asfixiante, no puedo respirar. El dolor en la cabeza incrementa, mis pulsaciones aumentan y tengo muchas arcadas. Hay tantas luces de diferentes colores que cuando intento enfocar algún punto me quedo ciega. Todo es demasiado intenso.

Un tío a mi lado me empuja con fuerza y acabo derramando mi bebida. Frunzo los labios, la gente es demasiado idiota y muy toca huevos. Me giro para decirle a mi amiga que me voy, de nuevo, a la barra a por algo, pero no la veo por ningún lado. Empiezo a girar la cabeza con rapidez, pero como me había pasado antes, cuando hago eso me mareo. Tampoco puedo ver mucho, soy demasiado pequeña. Las personas a mi alrededor cada vez se juntan más y  saltan más rápido, alguien vuelve a empujarme, las piernas me tiemblan, me estoy asfixiando. <<Tengo que salir de aquí>>

Seguramente Sandra estará por algún lugar con un tío, enrollándose como hace siempre, no merece la pena que me preocupe, en cualquier momento la veré y seguiremos bailando.

Salgo a empujones, recibiendo algún que otro insulto por el camino y más de un pisotón. ¡El local está muy lleno! Se nota demasiado que son fiestas y que la gente adora salir, pasarlo bien, beber. Disfrutar.

Me cuesta más de lo que pensaba llegar hasta la barra y me cuesta mucho más hacerme un hueco entre tanta gente para lograr pedir algo. Soy menor de edad, bajita, y no impongo, es muy difícil lograr pasar, todo el mundo grita, pidiendo bebidas.

Este local nunca ha estado tan lleno hasta ahora y Carl está desbordado, se le nota a kilómetros. Está sudado, la vena de su cuello está demasiado hinchada, y sin embargo en cuanto me ve ignora a las demás personas y se acerca a mí.

—Estás muy guapa! —grita para que le pueda oír. Me inclino un poco en la barra para así poder acercarme un poco más a él y observo un segundo mi ropa; la verdad es que esta noche no me he esmerado mucho al vestirme: llevo un top que resalta mucho mis tetas y muestra mi ombligo, casi se podría decir que es un sujetador deportivo, y unas medias negras. Mi pelo está pegado a mí, molestándome mucho, con tanto sudor debería recogerlo, pero odio mi cuello y no quiero que nadie más lo vea.

—Muchas gracias —comento mientras le sonrío—. Lo de siempre, por favor.

Sonríe y se le marcan sus hoyuelos, sé que a muchas chicas les parece muy guapo, pero sinceramente no sé qué ven en él. Es amable y divertido, pero más allá de eso solo es un saco de músculos sin ningún cerebro, ¿por eso les gustará a la chicas?

Sigue sonriendo mientras ignora a todos los demás de la cola, y me sirve la bebida. Antes incluso de que pueda beber, un chico se pone a mi lado. Le miro un segundo, parece tener veinte o dieciocho años, casi no le puedo ver. Está mirándome y sonriendo, tiene los dientes rojos con la luz. Es bastante mono y sin pensarlo mucho me giro por completo hacia él.

—Hola —saludo y le sonrío, ladeando un poco la cabeza y parpadeando, sé que si no llevo mis gafas mis ojos son muy bonitos y así es una manera eficaz de lograr que me mire a la cara y no a las tetas, como está haciendo ahora. Mi sonrisa flaquea un poco cuando me doy cuenta de esto, pero en seguida me mira de enfrente y se me pasa la incomodidad. Es más que mono, es bastante guapo, tampoco podría decirse que es el chico más guapo que he visto hasta ahora, tiene muchos granos por el acné, deduzco, pero aún así tiene algo que te hace querer mirarle.

—Hola, me llamo Mark.

Después de eso todo se vuelve muy confuso. Recuerdo que estuvimos hablando durante un rato, pero no sé de qué; sé que me pitaban los oídos, que me dolía mucho la cabeza pero aún así no podía parar de reír. El chico era un encanto y me estaba gustando estar con él.

Después pedimos varios chupitos y los bebimos de golpe, lo cual fue una muy mala idea. El dolor de cabeza incrementó mucho más y todo daba vueltas, la música me taladraba en los oídos,  y sentía el estómago muy pesado. Me agarró de la mano y me llevó hasta una silla para poder hablar mejor, o eso me dijo. Todo se vuelve borroso.

Puedo sentir su aliento en mi oreja cada vez que se acercaba para decirme algo, si me concentro puedo notar como me acariciaba de arriba abajo el brazo con lentitud, y puedo recordar con claridad como mi piel se erizaba ante su tacto y me reía, siempre estaba riendo.

Él me dijo algo al oído, nos levantamos y me llevó hasta los baños. Sé que me estaba riendo, de nuevo, sin parar, pero no recuerdo el porqué. Sé que nos empezamos a besar y pensé lo mal que le sabía el aliento, sé que me intenté separar de él cuando me mordió el labio con tanta fuerza que me hizo sangrar, y sé que le dije que fuera más despacio, luego me preguntó algo y dije que sí. Todo vuelve a estar borroso.

Lo siguiente que recuerdo es estar tumbada en el suelo, mientras él estaba encima mío y no paraba de refunfuñar algo entre dientes, algo así como: "odio este top, es horrible", pero no puedo estar segura ya que las palabras se le trababan. Luego recuerdo que empezó a quitarme el top y que me removí en mi sitio, incómoda. No entendía qué estaba pasando, tenía un gran dolor de cabeza y todo era demasiado raro. Todo vuelve a estar muy borroso.

Hay un vacío en mi mente, pero luego me desperté, gritando sin parar. Él estaba encima mío, me golpeaba con fuerza, una y otra vez y me dolía mucho el culo, no paraba de llorar y de gritar. No recuerdo nada más que el dolor, un dolor horrible y constante. Todo está distorsionado, no sé dónde estaba, qué hacía, por qué estaba allí, solo recuerdo el dolor y sentir que me estaba congelando. Estaba sudando y podía notarlo, pero solo me sentía helada, como si estuviera en un congelador.

El dolor era lo peor de todo, cada vez que él entraba en mí todo empeoraba, tenía la sensación de que me estaban apuñalando, de que me estaba asfixiando, sentía las lágrimas en mis labios y me ahogaba cada vez más. Solo podía gritar, gritar hasta que parara, gritar hasta quedarme afónica. Todo se vuelve borroso.

Me he despertado en esta sala tan fría de hospital. No sé más ni puedo decir más. Solo recuerdo el dolor, la sensación de vacío. Me he despertado aquí, confusa y con una vía conectada a mí. Solo sé que dije sí.

Pensamientos fragmentadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora