14.

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— ¡Sun Hee!

¿En serio seguiría haciendo eso? Se estaba arrepintiendo de haber rescatado ese pequeño Akita de aquella perrera, donde estaban a punto de sacrificarle. Era una pequeña bola de amor pero también de travesura, era la quinta vez que mordisqueaba todos los planos de prueba que revisaba. Ahora mismo la niña se hubiese quedado sin mascota si Chae no hiciera un respaldo en su computador.

—Mami-Rin, lo siento. No lo dejaré entrar a tu estudio la próxima vez.

Como un misil, había llegado la menor. Cabizbaja y tomando las mangas de su lindo suéter, nunca dejaría la manía de halar su ropa cuando estaba nerviosa. Podría verse muy adorable pero eso ya no funcionaría con una Chaerin frustrada y con una vena bastante amenazadora en su frente.

— ¿Dónde está Draco? Sabes que debo castigarle —se cruzó de brazos y empezó a golpear el suelo con su pie.

—No quiero que duerma afuera de nuevo, los truenos le asusta y en la TV dijeron que hoy lloverá muy feo, por favor no.

Sin pensarlo dos veces, la niña se dejó caer sobre sus rodillas descubiertas y juntó sus palmas en modo de súplica. Chaerin odiaba eso, vaya que sí lo hacía. Respiró profundo y omitiendo las peticiones de su niña se levantó, la tomó en brazos para llevarla hasta su silla, tomar asiento y dejar que Sun Hee se sentase en su regazo. Peinó sus cabellos y oyéndole sollozar, empezó a cantarle, todavía le seguía calmando y eso era impresionante. La niña le abrazó fuerte y cesó el llanto.

—Dormirá dentro pero no lo hará contigo, él también debe superar su miedo a ellos, así como tú lo hiciese ¿Recuerdas?

Sun Hee asintió orgullosa y le dio una cálida sonrisa. Luego de la partida de cierta persona, el pequeño retoño había adquirido muchos miedos, los cuales Chae no se pudo explicar pero sí combatir, le temió a los truenos, a la oscuridad, a las tormentas, cambió su desayuno favorito, tenía pesadillas... fue un cambio muy abrupto pero supieron manejarlo y desde ahí su relación se fortaleció. 

Por un tiempo Lee estuvo pensado tirar la toalla, consiguiendo trabajo y con una niña que parecía ahora temerle a todo, no era algo muy sencillo, eso sin mencionar su corazón. Sin embargo, agradeció que durante todo este tiempo Hee nunca le reclamase sobre Jiyong ni nada por el estilo, al parecer tenía suficiente con el collar y verle por internet.

—Sun-Sun, ¿quieres salir a dar un paseo? —Necesitaba un respiro, luego volvería al trabajo.

— ¡Llevemos a Draco!

—Abrígate, yo le buscaré.

Se dirigieron hasta el parque más cercano de casa y mientras ella jugaba con Draco, Sun Hee lo hacía en el tobogán. Pasaron vario rato así, Chae se descuidó un solo segundo para recoger la pelota que el canino le había devuelto y su corazón se paralizó, Sun Hee ya no estaba. Ni en el tobogán, ni en el trampolín, columpio ¡En ningún lugar! 

La niña solía adelantarse pero nunca se iba de su vista ¡Nunca! Revisó todo el lugar y maldijo al ver que no había nadie cerca, brillante idea sacarla con el clima casi congelándolo todo. Con el corazón en la mano, le puso la correa a Draco y empezó a buscarle por la calle. De repente el aire empezaba a ser pesado y por un momento recordó su manía luego de jugar, ella amaba los helados... especialmente con ese clima, así de peculiar es, oh Sun Hee, estás muerta si huiste por uno sin decirme nada, pensó.

Corrió y cruzó las calles en tiempo record para verla. La niña saltaba entusiasmada mientras esperaba su pedido... lo que le inquietó fue que alguien sostenía su mano, un hombre muy abrigado. Miles de pensamientos se cruzaron en su mente, con paso decidido se acercó y dispuesta a partirle la cara al degenerado que fuese.

—Sun Hee —su voz fue firme y llena de rabia contenida.

La pequeña entusiasmadamente se volteó con una sonrisa que creía haber olvidado.

—Mami-Rin, ¡mira quien volvió! —Sun Hee aplaudió felizmente y el hombre se giró, sonriente.

—Espero que no haya vuelto tan tarde para tener nuestra familia —sonrió tomando a la niña en sus brazos.

Chaerin se congeló, no creía que él estuviese de vuelta... estruendosamente su palma impactó la mejilla de Ji.

—Eso fue por llevarte a la niña sin decirme nada, idiota.

Sus ojos se cristalizaron y depositó un tierno beso en los labios del, por ahora, libre, Kwon. Iniciando una nueva etapa... luego de la partida Harin no creyó poder tener lo que siempre anheló... su propia familia. 

The end. 

¿Podrías volver a casa?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora