-Prométeme que lo cuidarás.-susurra.
Uzumaki vuelve a asentir.
-Lo haré.
Diez años más tarde
Itachi
-¡Esclavo! ¿A eso le llamas limpiar? ¡Sácale más brillo!
Suspiro, levanto la cabeza y fulmino a mi amo con odio. Me gano una bofetada por ello que me hace caer tumbado sobre el suelo que precisamente estaba limpiando. Entonces oigo pasos acercándose a mí, justo antes de sentir la punta de una bota clavándose en mi baja espalda con extraordinaria furia y fuerza. Ruedo por el suelo a causa de la patada y mi cara colisiona contra la pata de la cama, un conocido crac me anuncia que he vuelto a romperme la nariz y que la sangre resbala a borbotones por mi cara.
-Quiero que cuando vuelva, esto brille. Y ni un rastro de sangre, o yo sí que te voy a hacer sangrar de lo lindo.
Siento un cosquilleo sumamente desagradable extenderse por las heridas abiertas de mi espalda y mi mirada vuela hacia la fusta de montar que se encuentra sobre la mesilla de noche de mi amo. No, no quiero volver a pasar por eso.
-Descuide, amo.-mi voz suena gangosa por la sangre que aún me sale de la nariz y me intento limpiar un poco con la manga de los harapos que llevo.-Será como vos deseáis.
Ni se digna a dedicarme una mirada, coge su espada y su armadura y se va. Pero justo antes de cerrar la puerta, se gira hacia mí y me escupe al rostro.
Me quedo sólo en el dormitorio de mi amo, intentando limpiar mientras que mi nariz ensucia milímetro que adecento. La condenada duele como mil demonios, pero intento ignorar el dolor.
Es difícil acostumbrarse a los malos tratos, pero tras diez años viviendo como un esclavo, como un juguete, ya los considero casi mera rutina. No recuerdo nada, nada, aparte de abrumadora desesperación y dolor en mi existencia, podría decirse que jamás he sentido nada más que eso. Pero no he vivido toda mi vida aquí como esclavo, sé que hasta los cuatro años viví con otra gente en otro sitio, pero no recuerdo nada, así que es como si no hubiese sido así, como si eso lo hubiera vivido otra persona.
Lo único que sé de mí es que me llamo Itachi y que tengo catorce años. Mi amo se llama Kazuki, y él, a su vez, tiene otro amo, llamado Orochimaru, que es el jefe de la aldea donde vivimos. Personalmente no le conozco, sólo lo sé porque a veces habla de él.
Yo he salido muy pocas veces de casa, solamente he llegado hasta el jardín, cuando Kazuki me manda a buscar agua a la fuente. No conozco a nadie más que a Kazuki.
Bueno, él suele traer a otros hombres de la aldea, amigos suyos, a casa, pero yo no tengo permiso ni para mirarlos, ni para hablarlos, ni para estar en la misma estancia que ellos, porque les molesto. Pero ellos a veces vienen a verme a mí, y me pegan. De vez en cuando me manosean, pero no llegan a más. Me considero afortunado por eso.
Alguna vez, mientras los sirvo, he escuchado a los amigos de Kazuki contarse unos a otros sus aventuras con sus esclavos, y se me ponen los pelos de punta. Tengo miedo de que alguna vez a Kazuki le dé por hacerme ese tipo de cosas, pero aún no lo ha hecho, ni ha dejado que me lo hagan, aunque sé que algunos de sus amigos quieren.
Mi vida se limita a servir a mi amo en todos los aspectos. Dormimos en la misma habitación, por si a él le hiciese falta algo por la noche. Él ocupa la cama y yo duermo en el suelo, tapándome con un trapo. Como de sus sobras, hago mis necesidades en el jardín, y busco mi propia agua cuando necesito. Si descontento a Kazuki, me castiga. Cuando era pequeño me castigaba sin comer o sin dormir, ahora que soy más mayor emplea conmigo otro tipo de castigos, a mi ver peores. Le gusta atarme a la cama completamente desnudo y con una pequeña llama me quema partes del cuerpo, hasta que acabo chillando, pidiéndole piedad, porque no aguanto más. De alguna manera, sabe dar con mis partes más sensibles, y lo paso fatal. Otro de sus castigos, que también disfruta mucho de aplicar, es atarme de rodillas al cabecero de la cama y azotarme, ya sea con una fusta, una vara, o con su propia mano. La crueldad de mi amo no tiene límites, y me suele dejar completamente destrozado. Tiene muchos más castigos en la manga, a cada cual más truculento, más doloroso, y más insoportable.
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Where The Wind Shines [Spanish]
RomanceEn la lejana época feudal japonesa, un brujo creó una maldición en torno a todos los donceles para impedirles concebir, y de esa forma acabar con las violaciones de las que eran víctimas. Un pueblo de guerreros luchó por destruir esta maldición arra...