El Incendio: Parte Uno

69 8 1
                                    

Caperucita

La ardilla rojiza me mira atenta, mientras le termino de contar todo lo que le había pasado desde la última vez que la había visto. A mi me sorprendía el interés que la ardilla ponía en la historia. Aún recordaba nuestro primer encuentro, cuando encontré al animal herido con una espina en la pata. Luego de ayudarla, habíamos tenido una corta amistad... Hasta la llegada del lobo.

      —¿Sabes, Caperucita? —me dijo el roedor, mientras se subía encima de mis hombros— Realmente había extrañado la presencia de un humano que no quisiera matarme. En serio me gusta pasar tiempo contigo.

Lentamente, siento como la ardilla rodea mi cuello y deposita un beso en mi cara. Sin embargo, intento ignorar eso.

      —Disculpa... ¿Que acabas de decir? —le pregunto, mientras miro a la ardilla con curiosidad—. Lo de los humanos que quieren matarte.

La ardilla me miró, mientras se acercaba lentamente a mi oído.

      —Bueno, esto es un tema muy delicado —me susurró, mientras se me encogía en el cuello—. Desde hace algunos años, hay un grupo de personas que están buscando asesinar a muchos animales del bosque. Al principio mataban solo a los animales peligrosos, pero con el tiempo comenzaron a atacarnos a los demás... Mataron a toda mi familia.

Al oír esto me quedo inmóvil, sorprendida no solo por la crueldad de aquellas personas, sino porque creo saber de quien habla.

Si bien el Cazador me había salvado de ser asesinada por el Lobo, este seguía siendo un asesino de animales. Aún así, me resulta difícil imaginármelo asesinando a una familia de ardillas inocentes. No existen excusas para realizar una crueldad tan grande como el asesinato de animales.

Al instante, otra idea se cruza por mi mente. Una tan horrible que no quiero que sea verdad, pero que no puedo evitar pensar. ¿Podría mi padre, el hombre que nos abandonó, ser el asesino de animales? La sola idea me produce escalofríos, mientras cientos de preguntas atraviesan mi mente.

¿Porque el Cazador dijo que sabía algo sobre mi padre? ¿Acaso se dedicaban a matar ardillas juntos, y por eso no querían que me enterara? O peor, ¿era posible que el Cazador fuera mi padre, y me lo hubiera ocultado para que no me enojara?

      —¿Caperucita?  —me llama la Ardilla, mientras corretea sobre mis hombros alrededor de mi cuello— Esta viniendo gente. Me tengo que ir.

Antes de que pueda reaccionar, la ardilla me da un corto beso cerca de los labios y se aleja corriendo. Segundos después, veo a mi madre y a mi abuela acercándose rápidamente.

      —¡Oh, Dios Mío! —grita mi madre, mientras me estrecha en un fuerte abrazo del que no puedo escapar— ¿Estas bien? ¿No estas herida?

Apenas lo niego, veo a mi abuela Catherine tomarnos a ambas y llevarnos hasta el interior de la casa. Luego, mi madre cierra la puerta y me mira totalmente preocupada.

      —En serio, ¿van a decirme que ocurre o tendré que adivinarlo yo sola? —les grito,  bastante molesta por la actitud que estaban demostrando.

Ambas me miran, y mi abuela se me acerca mientras me coloca su mano sobre mi hombro.

       —Querida... Se que esto puede ser difícil para ti, pero es muy probable que el cazador no pueda venir con nosotros.

Tardo unos segundos en procesar sus palabras, debido a que me tomo por sorpresa. ¿Acaso había vuelto a ser abandonada por el hombre que me había salvado? No podía ser posible.

      —No puede ser...  —digo, mientras esquivo a mi madre y subo por las escaleras— De todas las personas en las que confié, él era la última que me esperaba que me traicionara.

La Chica Roja Y El LoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora