Capítulo 1

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Mediados de Septiembre de 2009.

Ben aparcó el coche en la entrada de aquel instituto, que aunque era de su ciudad nunca había oído hablar de él.

Era el primer año que hacían lo de tutorar a alumnado de instituto en su universidad, y a Ben le tocó participar junto a su mejor amigo Bryan.

En realidad, era voluntario, pero un voluntariado de estos que subían tu nota un par de décimas.

Hacer de tutor consistía en acoger a un niño o niña perdido del instituto y tutorizarle durante ese año, y los siguientes, si el proyecto funcionaba bien, servirle de apoyo. También habían algunos que tutelarían a alumnos de segundo de bachillerato y ese apadrinamiento seguiría en la universidad.

En cambio, el de los alumnos de primer año de instituto duraba hasta que el tutor acabara sus estudios universitarios.

Tiró el cigarrillo por la ventanilla, aspirando con fuerza lo que iba a ser su última bocanada en todas las horas que durara aquella presentación, antes de cerrarla y bajar del coche.

Aunque era septiembre el sol brillaba en lo alto del cielo y se podía oler el otoño en al ambiente. Hacía un aire fresco, pero nada que no te permitiera estar a gusto en la calle.

Bryan, el mejor amigo de toda la vida de Ben, estaba metido en el mismo rollo que él. Lo buscó con la mirada, ya que habían quedado de encontrarse en la entrada del instituto, y al verlo se acercó al banco donde su amigo le esperaba sentado. Lo saludó, como siempre, con un saludo extraño que habían inventado cuando tenían ocho años y, en su mente, eran los reyes de la ciudad.

Entraron juntos al instituto y, siguiendo instrucciones de las trabajadoras de conserjería, fueron al pasillo en el cual se encontraba la sala de actos.

La puerta de la sala de actos era una puerta robusta y grande de madera oscura con un tirador que la ocupaba entera de plástico rojo. A la altura de los ojos, al menos de los de Ben, había un cristal largo y estrecho por el que se podía ver lo que había al otro lado. Pero Ben en vez de mirar por él se sentó en las sillas fijas que había enfrente de la sala de actos.

El timbré que anunciaba el cambio de clase sonó y un mar de gente salió por las puertas de las diferentes clases que había en ese pasillo, incluyendo la de la calle, caminando con seguridad, y bullicio, hacia su siguiente clase. Algunos corrían, otros hacían bromas con sus amigos... Se formaron grupitos a diferentes alturas del pasillo por los cuales dos chicos fueron pasando mientras se metían con la gente de ellos. Una pareja se daba el lote apoyados en la columna del extintor...un instituto normal, como ellos recordaban.

Ben y Bryan repararon en unas chicas, de las mayores, que paseaban con pequeños pantalones para esa época del año.

-Yo quiero tutelar a esa-Dijo Bryan sonriendo mientras seguía con la mirada el contoneo de caderas de una de las dos amigas.

-Y yo a la amiga-Respondió Ben sonriendo a la sonrisa de la chica.

La cual le acababa de decir a su acompañante que quería que ese chico fuera su tutor, mientras le miraba de arriba abajo.

Las chicas, al pasar por delante de ellos, les dedicaron una mirada y una sonrisa coqueta para luego juntar sus cabezas y susurrar mientras se reían.

Aunque eran los únicos, a parte de la mar de estudiantes que vagaba a su siguiente clase, en ese pasillo Ben y Bryan no eran difíciles de mirar.

Ben era más alto que Bryan, llegando al metro ochenta y siete. Tenía la piel clara pero bronceada por el sol que se había esmerado a tomar durante todo el verano. El pelo largo, pero sin que le llegara a colgar, y rizado de un color castaño oscuro que le daba un toque sexy a juego con unos ojos claros que le aportaban el toque angelical que acababa de completar su imagen de chico "fácil de mirar". Tenía el cuerpo delgado, aunque no flacucho. Tampoco estaba ejercitado, era su constitución, ya que él no hacía deporte.

"Plus je pense à toi"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora