¿En resignación?

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Estos meses, después de haber cumplido una certera y muy bien establecida condena, inevitable para cualquier individuo de clase medio-baja, tal es el caso, me he parado muchas veces en el borde del abismo, esperando un empujón, que por asares del ridículo e inalterable destino, nunca llega, nunca se estampa contra mi espalda.

He advertido lo siguiente: Los próximos días serán tortuosos, llenos de lágrimas y diamantes ultravioleta evitados voluntariamente... Aunque estos se nieguen a alejarse por completo, y se cuelen por debajo de mi jaula, una prisión hermética y perfectamente sellada, solo con una puerta como único acceso a mi patético encierro.

Ansío sentir el calor de sus delgados brazos en mi demacrado cuerpo, cada día se evapora la fuerza, dejándome en un cruel estado de sopor y profunda decadencia... Y sus ojos, oh, esos ojos, llenos de ternura y que ocultan tantos pesares como ventanas empañadas de su alma, empañadas por encerrar su propio pesar dentro, respirando, más bien sofocando. Contando las lágrimas detrás de una máscara.

¡Qué descaro! ¡Qué falta de moral cometiste a quien alguna vez te dio todo! Rompiste su frágil espíritu hasta volverlo polvo, y como un cruel karma se avecinaba una nueva promesa convertida en cruel deuda... Alguien nuevo jurando amor, y arrebatando todo, tal fácilmente como lo había entregado.

Pero tú... Con la dignidad pulverizada y en un insano desespero por ahuyentar la soledad buscaste al verdugo y declaraste a su oz un amor impropio de ti misma. Te dejaste de amar, y ahora lo amas. Lo sabes, no lo evitas, lo confiesas con íntima honestidad día tras día.

Lo juro, te amo. En verdad te amo.

Oh... La cruel y estremecedora certeza de esas palabras carcome por dentro tu ser y consume tu mente en sueños de su cercanía, desnuda, vulnerable y de potente erotismo.

Pero el arte también es cruel, y la realidad por sí misma es puro y cruel arte, te arroja a sus visiones, te acopla sin alternativa al mundo edificado por otras mentes que poco o nada tienen que ver contigo; y entonces te lo arrebatan, lo arrebatan de tus sueños con burlesco triunfo, lo arrancan de ti, como un feto abortado. Roban, con inmensa insolencia, una parte de tu vida, un gran trozo de tu alma.

Si algo que yo amo del poder de la imaginación es de crear cosas irreales.

Hay un deseo latente en mi; ¡Deseos de ser dios! Un dios falto de todo cara soñada por las culturas y sus sofismas obsesivos y empedernidos, falto de morfología, con poder infinito para hacer y deshacer universos enteros...

Me he ido muy lejos.

No, incluso la propia imaginación de ser dios se queda estancada en lo humano. ¿La idea de dios es humana por si misma? Tal vez deba ser más que sólo meditada, un dios existe si alguien lo piensa, necesita de otras mentes para ser pensado, por tanto creado... ¿La idea de dios implica entonces inferioridad?

¿Habrá duda de un dios? ¿Habrá compasión? ¿Habrá egoísmo? ¿Habrá deseos? ¿Sueños?

Amor...

Erotismo.

¿Van de la mano? Los pansexuales afirman lo contrario.

Eso no implica entonces su inexistencia. Por el contrario; deja su existencia perfectamente sembrada en las sensaciones del cuerpo, la búsqueda de autocomplacencia.

¿Eso puede dejar explayado lo que provoca tu simple imagen en mi mente? Tal vez no, tal vez el solo hecho de intentar explicarlo lo vuelve en vano. Ojalá pudiera ser insufrible, más por el contrario soy insaciable.

Puede ser que esos deseos palpables y cargados de irracionalidad generen en mi una terrible frustración... Porque la ausencia física y los sentimientos tan bien alimentados se vuelven enemigos fatales, cuyas batallas sólo tienen una consecuencia en mi, cada noche, cada madrugada y cada nuevo despertar; llanto, incontenible, agónico.

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⏰ Última actualización: Jul 15, 2017 ⏰

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