El grito de Henry

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Al día siguiente, un hombre entró en el bosque y encontró al manzano, arrancó algunos frutos maduros de él y las guardó en un costal pequeño.

Tomó el acha y comenzó ha cortar las ramas de un nogal viejo. Henry vio la fuerza con que atacaba al pobre árbol e iba despojándolo de todas sus ramas y por pánico, emitió un grito desaforado.

El manzano temía por primera vez que le cortaran sus ramas.

Aquel señor ni siquiera se inmutó. Siguió cortando leña para su casa. Henry gritó de nuevo al ver con cuanta brutalidad y dureza él hacia su trabajo, entonces se detuvo al fin y esperó a que algo más sucediera.

Al cabo de unos segundos logró percibir unos sollozos y que agua caía de las ramas del manzano recorriendo toda la corteza hasta el suelo. Quedó pasmado, soltó el hacha lentamente y dijo:
—¿Hay alguien detrás del árbol?
¿Eres tú, Henry?

—¿Cómo sabes quien soy?—clamó asombrado.

—Fui aprendiz de la bruja que te convirtió en planta. Jacinto.

—No te recuerdo — confesó—. Pero ¿puedes romper este maleficio?

—¿Sabes? Zobeida era una bruja muy  poderosa... pero bien dicen que todo es posible en esta vida...

—No tengo mucho que ofrecerte, pero si reviertes este daño en mí, te lo agradeceré toda la vida— afirmó.

Jacinto calló un momento mientras pensaba si había posibilidades de ayudarlo. Después de todo no era malo como aquella inicua mujer.

—Te prometo buscar la manera de regresarte a tu estado humano, no volveré hasta encontrarla.

Y sin mas que decir, Jacinto recogió la poca leña que pudo cortar y volvió por donde vino.

Henry tenia esperanza en que volvería, incluso llegó a preguntarse cuanto tiempo le tomaría a Jacinto regresar: un día, una semana, un mes o mas tiempo.

El llanto volvió a apoderarse del árbol de manzano. Un llanto amargo.





El manzano ◾CuentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora