La carta se ha leído (Final)

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A la mañana siguiente, Elizabeth sintió incomodidad al terminar de leer la carta que Henry dejo en la puerta de su casita.

"Mi vida era mediocre, la soledad era mi único compañero pero verte en el bosque ha despertado una esperanza en mi, sería un honor poder conocerte mejor, bella dama", decía en parte la carta.

En esa misma mañana Jacinto fue al bosque y encontró a Henry en el mismo sitio, estaba abatido, no había podido encontrar ningún hechicero que le ayudase a romper la maldición que le había impuesto Zobeida a Henry.

Pero Henry le explicó que había una solución, algo temporal, la luna le había ayudado...

...

Elizabeth se cuestionaba quién sería el hombre que le había escrito algo tan directo y a la vez tan misterioso. Siguió pensando en ello todo el día pero su duda iba a ser resuelta esa misma noche cuando un apuesto hombre la visitó al salir la luna.

— Buenas noches, señorita— saludó dándole un efusivo beso en los nudillos.

— Buenas noches, aunque soy una señora, disculpe que no sepa su identidad. ¿Puede decirme su nombre?— preguntó ella con algo de miedo a que fuera un ladrón.

— Por supuesto, mi nombre es Henry, espero haya recibido mi correspondencia y así sepa cuál es el motivo de mi visita, disculpe que no me haya presentado cuando la vi por primera vez pero las circunstancias me lo impidieron— respondió tratando inspirar confianza.

— Está bien, pase— dijo ingresando a la cocina y con Henry siguiéndole— disculpe mis malos modos, es que vivo sola desde que mi esposo murió en manos de una bruja despiadada que vivía por aquí, afortunadamente ya la ejecutaron pero mi esposo no volverá  jamás— terminó de explicar con algo de rencor.

— ¿De casualidad esa bruja era Zobeida?

—Por supuesto, ella era muy famosa en las aldeas vecinas, seguro de ahí viene usted, ¿verdad? Y ¿a qué se dedica?— Quiso saber curiosa.

—Mi oficio es talar árboles de todo tipo para venderlos como leña a la gente o madera a los carpinteros.

—Es curioso, hace muchos años por aquí vivía una mujer que se iba a casar con un leñador, creo que se llamaba Marie, pero el hombre un día desapareció, dicen que fue la bruja pero nunca se comprobó nada ni siquiera había un rastro de él. Es una pena por ese hombre, quizás murió y no volvió a ver a su amada.
 
—Marie nunca buscó a al leñador, nunca lo ayudó, prefirió seguir teniendo a Zobeida y servirle hasta su muerte, realmente me decepciona— comentó Henry intentando no sonar afectado.

...

Y así se pasaron la noche entera bebiendo café en la cocina y hablando de mil cosas, conociéndose más, pero Henry tenía revelarle que el era ese hombre que desapareció la bruja.

Entonces antes de que dieran las seis ya estaba asomándose el alba y Henry lo notó, comenzó a caer en pánico, recogió sus cosas, le dejó su regalo a Elizabeth y caminó hacia la puerta.

— ¿Por qué te marchas tan abruptamente?

— Porque tengo que irme, si no me voy ahora ... moriré y nunca podré volver a verte— entonces Henry cayó al suelo y comenzó a ver borroso todo alrededor, la transformación había comenzado.
Él cerró los ojos poco a poco y dejó de hablar.

Elizabeth corrió para ayudarlo y sostuvo su cabeza, observó el gran dolor que sufría su compañero y teniendo nunca volver a ver a aquel hombre que en una noche le había robado el corazón, procedió a besarlo con ternura.

Lo besó con suavidad, acarició su rostro y esa barba gruesa que le había atraído tanto al igual que sus ojos cafés.

Cuando terminó el beso observó cómo la piel de Henry comenzaba a lanzar destellos plateados y una luz blanca como la luna iluminaba toda la habitación.

Henry lanzó un suspiro y volvió a mirarla  levantándose de un brinco.
El hechizo había terminado, un beso de amor había deshecho la maldición.

— Yo soy el leñador que desapareció hace sesenta años. Me convirtieron en un manzano pero gracias a este acto de amor me has salvado de mi destino, te agradezco por eso, pero quiero conocerte más, quisiera poder desposarte y mostrarte lo  enamorado que estoy de ti desde que te vi— declaró tomando las manos de ella y besando sus nudillos.

— No puedo negar mis sentimientos hacia tí, te conozco poco pero sé que  eres un hombre noble y puedo llegar a amarte en cuanto te conozca más.

Con el hechizo roto, Henry tenía el camino libre para volver a amar a una mujer que lo merecía.

Fin


Nota de autora:
Hola! Me da mucho gusto que lleguen hasta acá ❤ estoy feliz de concluir este cuento que ya sólo le faltaba el último capítulo para terminarlo, las dedicaciones de capítulos las voy haciendo conforme comentan y votan 😅 así que espero dejen sus impresiones de esta historia, a mi me da tremenda alegría y recuerdo cuando mi novio y yo la escribimos cuando recién nos conocimos jeje ❤ les adjuntare el dibujo que hizo después de haber terminado la redacción del cuento ;)
Nos leemos en otra historia!
Bye 🌳💕

El manzano ◾CuentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora