CAPITULO OCHO.
Sentada en la húmeda hierba, con un libro de poemas de Pablo Neruda en mi regazo, mientrás que a unos metros, Dereck y Jordan nadaban.
Estos se habían echo muy amigos en poco tiempo.
No me gustaba, vamos a ser sinceros.
Tenía las hormonas demasiado mal -yo-, hasta tal punto que creí estar enamorada de él, pero simplemente fue deseo.
Sí, seguro que fue eso.
Además de que volvía a comportarse como un capullo, que es lo que era.
¿Ian?
Pues él estaba "raro", por así decirlo.
Me evitaba demasiado, hasta tal punto de llevar tres días sin verle y, viviamos en la misma casa.
Se puede decir que no entraba apenas en casa, no era... digamos que el mismo.
En cuatro días ya me había desecho de la escayola y el dolor de la mano derecha había desaparecido por completo.
Sin embargo, la derecha no tenía la misma suerte pero aun así, la escayola se fue fuera.
¿Mi excusa?
Era verano, hacía calor.
Pasé página de ese maravilloso libro, deseando disfrutar de mi poema favorito.
-¿Qué haces? -susurró en mi oido, haciéndome sobresaltar-
-Idiota.
Volví a centrar mi atención en el libro, pero no podía, me sentía observada.
-¿Qué quieres? -pregunté molesta-
-Wow, relaja princesa. -me guiñó un ojo-
Rodé los ojos con una idea clara, pasar de él.
Si pasaba me dejaría...
-¿Me escuchas?
Pasé de él, solo tenía que ignorarle.
-Mel -me llamó-
Volví a pasar de él.
Sentí sus frías y húmedas manos en mi pierna.
-¿Qué haces? -dije mientras con el otro pie apartaba su mano-
-Te he preguntado que qué haces.
-No pareces muy listo.
-¿Por?
-Estoy bailando claqué con el perro del vecino, mientras pintamos ositos en el cielo. -ironicé-
-Joder, borde.
-Capullo.
-¿Qué lees?
-Oh, no. Estoy bailando claqué.
-Ya.
-Leo a Neruda.
-¿Que poema?
-Quince.
-Ese es mi favorito.
-También el mio.
-"Me gustas cuando callas porque estás como ausente, y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca. Parece que los ojos se te hubieran volado y parece que un beso te cerrara la boca..." -comenzó a recitar, lo hacía realmente bien-
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Cuando sobran palabras.
Romance"Sonreí con timidez, y giré la cabeza. Y sé que fue en ese mismo instante en el que, creí en cupido y en sus flechas, en los dioses y en la magia... Sus ojos quedaron enganchados en los mios de una manera que no se como no me derretí en ese mismo in...
