S I E T E

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Capítulo siete.

Hajime se encontraba en un profundo sueño. Etsu estaba ahí, pero no físicamente, sino que al lugar que mirase, sentía la inigualable presencia de Etsu. Era un lugar oscuro, a la vista parecía tenebroso y tosco, pero a la distancia observaba pequeñas explosiones de variados colores. No sentía miedo, lo único que podía sentir era aquella calidez y tranquilidad que Etsu irradiaba, a pesar de tan oscuro sueño.

Despertó gracias a molestos golpes en su puerta. Su humor había recaído por la insistencia e interrupción de su maravilloso sueño.

—Hajime, levantate, recuerda que tienes cita con el Doctor Himura.

—¡Sí, sí! ¡Ya escuché!

Hajime suspiró y con pereza se levantó de su cómoda cama. Sacó algunas prendas de vestir y salió de la habitación, dirigiéndose al cuarto de baño.

Ya estando allí, ni siquiera dirigió su mirada al espejo, sino que lo evitó a toda costa.

Se dio una ducha y mientras lo hacía, pensaba en lo que había ocurrido durante la madrugada. Cuando rodeó sus brazos en el cuerpo de Etsu, sintió una explosión de emociones. Sintió tanta tranquilidad que después de aquello, no se percató de nada más. Había sido uno de los mejores momentos de su vida, asumiendo que había sido un hecho.

Hajime salió de la ducha pensando en que quizás, el suceso de las mariposas debería reservárselo sólo para él mismo, al igual que su paseo durante la madrugada, porque ¿Quién le creería?, si incluso él había quedado impresionado con aquel acto extraordinario que había realizado Etsu, y el increíble universo que había visto en el bosque. No eran precisamente cosas que se pudiesen digerir con facilidad.

Se vistió rápido, cepilló sus dientes y se alistó para salir. En ningún momento se atrevió a mirar su reflejo, así que cuando terminó de hacer todo lo que debía, salió inmediatamente de allí.

Cuando estuvo abajo, divisó a su madre en la cocina con el desayuno ya listo. Se acercó hasta la mesa y observó de reojo la comida.

—No tengo hambre.

—Hajime, come aunque sea un poco. Hazlo por mí, ¿está bien?

Hajime suspiró y se sentó frente la comida. No lo hacía por su madre, claro estaba, pero si no lo hacía, la mujer insistiría una y otra vez hasta desesperarlo. La conocía.

Su madre se sentó frente a él, con sus piernas cerca de las de Hajime.

Éste, con disimulo se alejó de sus piernas, evitando el contacto físico.

—Hajime—habló su madre, con voz tranquila—¿Qué sucede contigo? Últimamente te has comportado extraño, ¿estás siguiendo las instrucciones del médico? ¿has consumido los medicamentos que te recetó?

Hajime tomó un sorbo de café e hizo un largo silencio.

—Sí.

—¿Estás seguro?

—Por supuesto.

Mentía. Llevaba al menos tres semanas sin consumirlos.

—Y... ¿Qué hay del espejo roto en tu habitación?

—¿Cómo lo sabes?—Musitó molesto.

—Hoy entré mientras te duchabas. Ya los recogí, te pudiste hacer daño. ¿Quieres hablar sobre eso?

—No.

Ella suspiró. Se quedó en silencio algunos minutos y al terminar su desayuno se levantó.

Una ilusión llamada Etsu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora