C I N C O

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Capítulo cinco.

Hajime se había dormido luego de admirar con gran interés las distintas reacciones que Etsu hacía mientras compartía con aquellos pequeños insectos invertebrados.

Sus ojos no pudieron resistir más, y sin darse cuenta, se durmió en una posición no muy cómoda sobre su cama.

Etsu, al darse cuenta de esto, acomodó al menor de una mejor manera y se recostó con cuidado a su lado, intentando no despertarle.

Hajime, aunque no estaba totalmente consciente, en sus sueños pudo reconocer el tacto de Etsu. En su pecho había un pequeño peso y un leve ardor (para nada molesto), que seguramente provenía de la mano de Etsu. Su aroma entraba por sus fosas nasales; era dulce. La calidez era inigualable, nadie podría hacerle sentir de aquella manera. Nadie, excepto Etsu.

Hajime no supo cuánto durmió, pero despertó exaltado al escuchar la voz de su madre.

—Hey, Hajime. Despierta.

El chico se incorporó en su cama y restregó sus ojos con sus manos. Había dormido muy bien, quizá, por primera vez en mucho tiempo había disfrutado una siesta.

—¿Qué... sucede?

—Hijo, ¿has dormido toda la tarde?

—No lo s...

Recordó a Etsu. ¿Dónde estaba?, la última vez que le vio fue un par de horas atrás jugando con algunas mariposas. Luego le sintió, estaba dormido y Etsu había estado muy cerca de él, lo sabía porque le había transmitido una tranquilidad que no era indiferente para él.

—¿Y Etsu? ¿Dónde está?—Preguntó mientras observaba a su alrededor—¿Y las mariposas?

—¿De qué hablas?—Se acercó un poco a Hajime—Estabas aquí solo cuando llegué.

—No, no. Yo me dormí y Etsu... Estaba aquí, yo lo sentí—dirigió su mirada a la pared, donde anteriormente habían estado las mariposas. Pero en vez de sorprenderse al saber que no estaban ahí, resultó lo contrario, ya que estaba exactamente como estuvieron antes de la llegada de Etsu. Muertas.

—¿Qué...?

—¿Hajime? ¿estás bien?

La mujer comenzó a acercarse más y más.

—¡Sí, sí! Voy... al baño.

Se levantó con rapidez evitando el contacto con su progenitora. Una vez que llegó allí, se encerró intentando calmarse.

Etsu... ¿se había marchado mientras dormía?, Hajime decidió pensar eso. Sí, eso había sucedido.

Se observó al espejo y abrió exageradamente los ojos al ver su reflejo, y es que en realidad no se reconocía. Él no era él.

—¿Qué...? ¿Qué me sucede?

Su corazón comenzó a latir más y más rápido.

Al observar su reflejo, veía un rostro que no reconocía. Era él, sus facciones, su cabello, pero a la vez no le parecía familiar absolutamente nada de lo que sus ojos veían.

Su respiración era escasa. Abrió el grifo y lavó su rostro con brusquedad, para después observarse al espejo y con desconcierto ver un desconocido frente a él mismo.

—¿Quién soy?—murmuró despacio, casi en un aliento.

Golpes en la puerta del cuarto de baño comenzaron a sonar desde el otro lado.

—¡Hajime! Abre, por favor.

—Estoy... ocupado.

—Hijo...

Una ilusión llamada Etsu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora