Prologue

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La pelirroja se balanceaba en sus pies, intentando distraerse. La fría brisa acariciaba su rostro tiñendo esas mejillas de un suave rosado pálido. Soplaba sus manos, en busca de calor, ya que aquel abrigo negro, algunas tallas más grandes que ella, no la abrigaba lo suficiente. Ya no tenía la comodidad que había existido hace ya dos o tres años. Desde la aparición de los muertos, debían conformarse con lo encontrado, y sobrevivir con ello. Añoraba aquel mundo. Sus pequeños ojos miraban en todas direcciones, agudizando su oído. Detestaba quedarse sola. De alguna manera, los muertos ya no la atemorizaban tanto como los humanos. Los sobrevivientes harían lo que fuera por una lata, o un simple guante para abrigarse, en especial en esta temporada, donde el frío se cala en tus huesos, congelando cada extremidad de tu cuerpo. Eso, lo había aprendido a las malas.

Su mano derecha se dirige con dificultad a su cadera, específicamente al mango de su cuchillo. La mirada impaciente de la pelirroja luego de algunos segundos, siempre volvía a los matorrales donde Ethan varios minutos antes había desaparecido para ir al baño. No, no era usual tanta demora. Se había tomado el tiempo para contar los minutos, y en total eran veinte y tres desde la ida de su gemelo. Ni en los peores casos se demoraba tanto, ya que, lanzaba un silbido de cinco segundos. Ni más ni menos. Esa era su señal para saber que estaba bien.

Espera dos minutos más, y no aguanta más. Camina por donde el pelirrojo había desaparecido, pero con cautela. Sus pies rozaban estratégica mente  las hojas mojadas, evitando las ramas que al romperse, hicieran un ruido. En este caso, no le interesaba encontrarlo en sus peores momentos. Habían nacido juntos, después de todo. Su pecho palpitaba y siente como un nudo se instala en su garganta. Ningún pensamiento bueno pasa por su mente.

Y sus pasos se detienen al escuchar su silbido. Contó los segundos, y se cortaron en el tercer segundo. Algo iba mal. Comenzó a caminar con más rapidez, sin importarle ser silenciosa. Su hermano estaba en algún tipo de problema, necesitaba su ayuda.

Sigue avanzando, y se detiene de golpe detrás de un tronco, lo suficientemente ancho para tapar su silueta, la cual no era muy difícil de cubrir. A unos metros de ella, estaba su gemelo. Un hilo de sangre sobresale desde su ceja, y deja un rastro al bajar por su pálida mejilla. Le han golpeado en diferentes partes, no solo en el rostro. Lo define con rapidez, al ver como su mano acaricia su estómago, con una mueca de dolor.

Un hombre de ancha espalda con un opaco cabello castaño, acorrala al pelirrojo, dejándolo sin escapatoria. Una navaja de una brillante hoja es movida con ágiles y delicadeza a solo centímetros del rostro de Ethan. Claramente está jugando con él, causándole temor. Y lo consigue, ya que lo único que pasa por su mente es que va a morir, y que ojalá su hermana siguió las señales, y echó a correr.

La pelirroja actúa con rapidez, y sin notarlo. Se abalanza con ágiles hacía el hombre que esta de espalda a ella, y se queda a escasos centímetros de distancia con él. El hombre suelta la navaja, y cae al suelo de rodillas, antes de que su cuerpo caiga esparcido en el suelo. Todo en cámara lenta. Observa la ancha espalda, la cual tiene un cuchillo clavado en el centro. La sangre va empapando la camisa, agrandando la mancha rojiza oscura. Por la cantidad de sangre, posiblemente a perforado un órgano importante.

Los pensamientos de Eileen se congelan al reconocer el cuchillo. Es suyo. Hace momentos, estaba en su mano. Nadie ha podido quitárselo, nadie lo ha tirado mágicamente, Ella lo hizo. Ella mató al hombre.

Lo maté, realmente lo hice. La frase de escasas cinco palabras se repite sin fin en su cabeza, y las lágrimas empapan sus rojizas mejillas en pocos segundos.

El chico observa a su melliza  sin creerlo, sin pronunciar palabra. Ella asesinó al hombre que tenía pensado hacer diferentes cosas con su cuerpo, ninguna buena y que no causara dolor. Un agudo dolor le atraviesa de golpe, al verla llorando, dejando escapar gemidos de dolor. Su vista no se despega de sus manos, mirándolas con asco, y asustada.

Acorta la poca distancia que existe entre ellos, y la envuelve en sus brazos, con fuerza. Ambos sienten que lo necesitan.

    —Me has salvado —susurra, un sonido apenas audible par ambos. El pelirrojo no logra contener las pequeñas lágrimas, las cuales se deslizan por sus mejillas mezclándose con su propia sangre. — Me salvaste la vida, Eileen. 

 El pelirrojo sigue repitiendo palabras de apoyo, pero Eileen no es capaz de retenerlas por mucho tiempo.

Lo he matado, porque ha querido hacerle daño a Ethan, a mi Ethan.

Busca consuelo en esas palabras, y el dolor disminuye un poco. Lo mató por salvar la vida de su ser más preciado, de lo único que le queda. Salvó a su hermano, y mató a un desconocido.

Ambos hermanos permanecen unos minutos más, y luego se retiran lo más rápido del lugar. Claro, llevando con ellos el cuchillo de la chica, la navaja, el gorro que colgaba del abrigo del hombre, y unas gomas de mascar  que se encontraban en su bolsillo delantero. Hubieran llevado el gran abrigo, sin embargo, toda la parte trasera estaba llena de sangre. Revisaron el cuerpo bien, viendo que no quedara nada útil, y emprendieron viaje. No sé podían dar el lujo de desperdiciar lo que se encontraba, nadie se lo podía dar.

Ambos caminaron por varios kilómetros, ambos perdidos en sus pensamientos. Donde ella logra aclarar sus pensamientos.

Si, mató al hombre. Desde el momento en el que hombre dio su último respiro, ella se convirtió en una asesina. Iba a cargar con sangre en sus manos hasta el fin de sus días, y aquel hombre, se iba a convertir en su pesadilla. Sin embargo, había salvado a su hermano de la muerte. Ella tenía a su hermano junto a ella por haber matado a alguien.

Y sabe perfectamente que mataría un millón de veces por él. Sus manos podrían cargar tanta sangre como fuera posible, desbordándose. Pero su gemelo, lo valía.

Su mano un poco más blanca de la usual busca la de su gemelo, tomándose de las mano. Solo necesitaban eso para recordar que se tenían el uno al otro.

    —    

Prólogo de Guilty (CULPABLES) Es increíble todo el tiempo que me ha llevado subir esta novela, y sobre todo porque aún no la termino. 

Den amor, y dejen su opinión, ¿vale? Estoy abierta a todo tipo de comentarios/ideas. 

¡Un beso!

Guilty • C.GDonde viven las historias. Descúbrelo ahora