Four

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—¡Más rápido, soldado!

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—¡Más rápido, soldado!

Mi cuerpo completo tiembla, y siento las gotas de sudor bajar por mi frente. Un jadeo se escapa de mis labios, y me asombro de lo mucho que ha aguantado mi cuerpo.

—Ya, para. Terminamos con eso por hoy, y preparate. Mañana se viene peor; y te quiero levantada temprano.

Me dejo caer en el cesped cuando Abraham pronuncia las palabras que me permiten detener la sesión de lagartijas. No me molesto en mirarlo, y mucho menos en pronunciar palabra. Siento el cesped picar en mi rostro, pero no tengo la fuerza necesaria para levantarme, aún no.

En la mañana, el pelirrojo se había presentado  en mi habitación. Literalmente, me obligo a salir de la cama para una rápida sesión de entrenamiento junto a Rosita, para mantenerse en forma. Ya que aquí, no necesitábamos correr gran parte del día. Pero el insistió, en caso de una emergencia. No lo culpaba, estos días han sido completamente agitados.

En ese momento, no imaginé lo duro que iba a resultar esto para mi. Aunque era obvio. Abraham era un militar; y estos entrenamientos no representaba mucho para el, un simple calentamiento. Sin embargo, para mi, una chica que se dedicaba a correr y en su vida pasada el único deporte que pude haber realizado fue natación, no es nada sencillo. Además, que asistí a esas clases de natación solo una semana.

Mis palmas siguen palpitando, y aún no siento bien las piernas para movilizarlas. Cierro mis ojos, en un intento de relajarme y que mi respiración vuelva a la normalidad.

Una suave y escandalosa risa llega a mis oidos, y segundos más tarde, apenas puedo ver los pies de Carl.

—Vaya, te ves horrible.

Gruño. —Que no salga nada más de tu boca, Grimes.

—Vale, tránquila, solo quería asegurarme que lo supieras.

—Claro que lo sé, idiota. Sigo sin entender porque me obligó a venir, y a ti no —. Suelto algunas quejas mientras me levanto, quedando sentada en el cesped. Debo alzar la mirada, ya que Carl se encuentra de pie.

—Facil, yo tengo una pequeña hermana a la cual puedo ocupar como pretexto. Abraham obvimente prefería dejarme dormir con Judith antes de sentir sus desesperados gritos.

  —Te detesto. Sacar provecho de tu hermana te hace un horrible ser humano —. mis cejas se alzan mientras hablo.

—No es verdad —. Nuevamente ríe, mientras extiende su mano. La tomo, y el empuja sin mucha dificultad para que yo quede de pie.

Entre gemidos de dolor y maldiciones hacia Abraham, me dirijo a la casa para poder tomar una buena ducha. Siento la risa de Carl a mis espaldas, y una pequeña sonrisa intenta salir.

Cuando me siento en el porche junto a Daryl, sigo con molestias, y él lo nota al rodar los ojos soltando una pequeña risa ronca.

—¿Qué quieres?

Guilty • C.GDonde viven las historias. Descúbrelo ahora