La Profunda Oscuridad Capítulo 37

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La Profunda Oscuridad Capítulo 37

Dicen que cuando estás a punto de morir tu vida pasa por tus ojos, como se complican aquellos que plasmaron aquel dicho en un papel, que tan equivocados estaban, un simple segundo no alcanzaba para recordar 17 años, pero para qué recordar todo si el único recuerdo vivo que tenía era su sonrisa, o esos ojos color esmeralda y su cabello, como no pensar en otra cosa.

Tres de los hombres que seguían tras el rastro de su compañero caído apuntaron con sus armas una y otra vez al contenedor donde antes Palmer había descendido, yo por otra parte me mantenía oculto tras aquel contenedor, evitando cada disparó uno tras otro, algunos de estos ya habían atravesado el metal oxidado de éste, muchos que pasaron rozando mi piel y la ropa que traía puesta encima. Mantener el arma en mis manos era inútil, y más aún si éste no tenía ninguna bala con la que pudiese acabar con alguno de ellos. Sara Palmer seguía silbando y chiflando intentando llamar mi atención para que bajara con rapidez, pero no podía permitirme bajar y poner en riesgo la vida de Palmer y por consiguiente la mía, había que acabar con cada uno de ellos para no dejar ni un solo testigo y así no nos siguieran.

Cada vez se formaban más orificios en el contenedor, uno cada vez más cerca a mi cuerpo, el tiempo se acortaba con rapidez, no alcanzaría a salvarla si seguía tras ese contenedor.

<<Entregarme>> pensé pero de nada serviría, ambos moriríamos, y ese no era el plan, bueno, no para ella, así muriese ella debía seguir con vida, entonces lo decidí, me entregaría a cambio de su libertad.

-BAJEN SUS ARMAS- grité para que no me hirieran al disparar. -Me entregaré, pero quiero hablar con Maxwell- el silencio se propagó por aquel callejón, aunque aún no habían cumplido con mi demanda, al hablar con Maxwell daría mi vida para que la de Catherine fuese liberada... Pero de todas maneras, la profunda oscuridad la capturaria y la haría jugar en sus malditos juegos macabros, pero aún así, le conseguiría un poco más de tiempo.

-Identifiquese, a que se debe el hablar con el señor Maxwell?- preguntó uno de los uniformados.

-Soy Jull Mortiny- lo dije mientras me asomaba lentamente por el contenedor de basura.

-Ni un solo movimiento brusco, o estos hombres tienen la orden de disparar- dijo el hombre mientras me señalaba.

-Quiero hablar con Maxwell, y estoy dispuesto a negociar mi vida si es necesario- dije una vez había dejado de ocultarme tras el contenedor, mientras ponía mis manos sobre mi cabeza.

-Un pequeño hombrecillo que quiere negociar con el señor Maxwell? Vamos chico, tienes agallas, pero eso no te sirve aquí- dijo otro hombre mientras me tenía en la mira.

-Silencio, no estás en condiciones de hablar- dijo el hombre a cargo.

-Solo quiero un cambio, mi vida por la de alguien más- dije interrumpiendo su absurda pelea.

El hombre el cual estaba a cargo se acercó a mí, sacando su arma y apuntándome al pecho, mi respiración comenzó a tornarse rápida, al par de segundos ya no podía respirar bien, el oxígeno se había vuelto escaso, comencé a ver borroso mientras mis pies y brazos comenzaron a debilitarse sin nada más el hombre me susurro.

-Bien jugado Jull- volteó con rapidez y disparó a sus otros dos compañeros, un movimiento rápido y certero, dos tiros precisos en los cráneos de sus dos acompañantes. Sin darme cuenta ya había caído al suelo.

"Bien jugado" la última frase que escuche antes de que mi cuerpo dejase de responder y me obligará a caer en aquel suelo, mis músculos se habían convertido en gelatina y mis huesos ahora eran de goma, miraba sus botas bien lustradas mientras el sonido del arma me aturdía, no faltó mucho antes de que mis ojos se cerrasen y yo cayera en un profundo sueño, no supe qué pasó después de haber cerrado mis ojos.

La verdad es que nunca imaginé volver aquí, el suelo tan frío como de costumbre, y uno que otro agujero en las cortinas, y el rayo de sol que penetraba por ellas. ¿un sueño tal vez?, Me dije algo confuso, mi cama, cómoda y limpia, no, aquí había algo que no cuadraba. Y mucho menos lo que sucedió después, papá y mamá entraron a mi habitación.

-¿Que pasa pequeño? Aún no puedes dormir?- dijo mi madre acercándose a mi cama, toco mi rostro, lo consintió, bajo su cabeza y besó mi frente.

-¿Qué pasa campeón?- papá había entrado a la habitación, con un ramo de flores para mamá, y un dulce que no había probado hace años, el al igual que mi madre se sentaron en mi cama; reíamos y contábamos anécdotas pasadas, anécdotas que nunca pasaron, sucesos que quise que alguna vez pasarán... Pronto y sin darme cuenta, ambos estaban acostados a mi lado, la cama no era muy grande pero nos acomodamos para que todos pudiéramos tener una pequeña comodidad de aquella cama.

Mamá se levantó y salio de la habitación. Papá roncaba y escurría baba <<que asco pensé>> pero simplemente sonreí. Mamá regresó a la habitación, lucía algo pálida, lo cual llamó mi atención.

-Mamá, estás bien- pregunté. Se acercó a papá y se le recostó en la espalda, me miró y puso su dedo en sus labios "shh" repitió varias veces, cada una con menos intensidad que la anterior. Levantó el otro brazo, puso una sonrisa en su rostro y de sus ojos brotaron lágrimas. -Perdona Jull- me dijo con la voz quebrada. En su mano tenía un cuchillo de la cocina, un cuchillo que planeaba enterrarselo a mi padre, rápidamente y con fuerza atravesó las costillas de mi padre, mi cara quedó salpicada con sangre al igual que la suya, un último suspiro fue lo que vi de mi padre.

-Jull, hey! Debes despertar, no podemos quedarnos aquí- dijo Sara Palmer, moviendo mi cuerpo de un lado a otra con fuerza.

-Ya estoy despierto, no era necesario moverme tanto- dije

-Jull maldita sea, no hay tiempo, saben que estás aquí, y también saben que Catherine y yo estamos contigo, vamos rápido- Palmer parecía bastante preocupada su tono de voz había sido muy fuerte y algo confuso, me levanté rápidamente, no estábamos en aquel callejón, estábamos en las cloacas de la ciudad, y yo estaba recostado sobre un montón de bolsas de basura, Palmer agarró una mochila y estiró su mano para levantarme, no recuerdo que traía conmigo, dije mi vista en el cadáver que había arrojado, pero era solo un cadáver, y no había nada que hicieron que se moviese, estaba algo paranoico por lo que había soñado, pero aún así, la preocupación de Palmer hizo que dejara todo atrás y me fuera con ella.

Caminamos durante horas por las cloacas de la ciudad, no sabía aún a donde quería llegar Palmer, pero no quise preguntar, solo tenía una duda, quien había sido el oficial que nos había ayudado?... porque mató a sus dos compañeros? No tenía todo muy claro, aún estaba algo aturdido con lo que había soñado, pero nadie podría entender a qué podría referirse ese sueño ni siquiera yo, tenía alguna explicación para eso.

Palmer paro en una esquina, volteo rápidamente, tomó mi mano y me entregó un arma.

-Pon mucha atención a lo que te voy a decir- dijo algo molesta. -No puedo acompañarte más, debes seguir sin mí, aquí se separan nuestros caminos, quieres salvar a Catherine? Ve por el camino de la derecha y continúa hasta ver una escotilla- dejó de mirarme, estaba algo despistada, miraba a todos lados.

-Espera! De qué estamos huyendo?- le levanté la voz para que me pusiera atención.

-Jull, saben que estamos vivos- dijo

-¿Quienes?- pregunte confuso

-La Profunda Oscuridad ha venido por nosotros- dijo

-Tienes que estarme jodiendo!- le grité. -Estamos a kilómetros de ellos, y además ellos creen que estamos muertos...- pero entonces recordé que Lucas, el payaso que había comenzado con esto sabía que estaba vivo... -Mierda- dije mientras sujetaba el arma con fuerza.

-Jull ten, llévate esto contigo- me entrego la mochila que llevaba en las espaldas. -Ahí tienes las armas y municiones, salva a Catherine y salgan de aquí, no dejen que los atrapen, yo les conseguiré tiempo, no pienso volver allí- sus ojos se cristalizaron y comenzaron a brotar lágrimas de sus ojos.

-No voy a dejar que...- tapo mi boca y me sonrió.

-Solo salvala- sonrió dio la vuelta y corrió por el camino de la izquierda.

Ahora... solo tenía que salvarla... pero no pude preguntarle por el hombre que me había salvado a mi.

Sin más que pensar cargue el arma con 6 balas puse la mochila en mi espalda y continúe por el camino de la derecha.

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