Tercera

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Trabas

- Eso... Eso que me pides. Es imposible, no puedo.

Negué con la cabeza. No era la primera vez que me pedían que hiciera esto. No lo era. Pero que justo él sea quien venga a mí... Sólo me daba una razón mucho mayor para negarme.

¿Acaso sabía quién era?

¿Y qué es lo que hice?

¿Nadie se lo dijo?

Todo el mundo conocía mi historia. Y el crimen tan severo que cometí. Y, sobre todo, que no fui castigado por eso. ¿Y aún así venía a mí, a pedirme semejante cosa?

Mis manos temblaban detrás de mi espalda. Y si estuviera parado seguro que ya me hubiera caído de rodillas.

Jackson colocó una de sus manos sobre las mías. Y me miró, con una sonrisa comprensiva. Estoy seguro que estaría por darme palabras de ánimo, o algo así. Pero no, no funcionaría. No importa lo que diga.

- Sólo ve a verlo y...

- No.

- Pero, Jin...

- No. Jackson. Ya te lo he dicho. No puedo, no después de lo que hice. No iré a ver a Kim Namjoon.

Me levanté, dando un suspiro. Y me fui de allí. Dándole la espalda a Jackson. Que seguro aún estaba mirándome.

Me duele no poder ayudarle. Y ojalá no hubiera jodido las cosas antes, así nada de esto estaría pasando.

(...)

Izquierda y derecha.

Centro.

Izquierda y derecha.

Ese era el movimiento de mi cabeza en este momento. Estaba sentado en la banca del parque.

El día estaba nublado, los densos nubarrones que se aglomeraban en el cielo anunciaban que podría llover en cualquier momento.

Pero eso no me importaba. Este clima era el ideal. Él siempre salía cuando parecía que el cielo se fuera a caer.

Y como si la madre naturaleza lo hubiera invocado, Yoongi se acercaba hasta la banca en donde yo estaba sentado. Sonreí.

Paseaba tranquilamente, y sobrio por lo que se ve. Llevaba un cigarrillo en su mano, jugueteando entre sus dedos.

- Yoongi~

Lo llamé, algo alegre. Levantó la vista algo curioso y su mirada se descompuso al verme. Puedo imaginar muy bien porqué.

- ¿Qué haces tú aquí?

- Yo también estoy muy feliz de verte, amigo~.

Rodó los ojos y sonreí. Estaba seguro que él no me consideraba su amigo. Ni siquiera un conocido. O alguien con quien tuvo siquiera una palabra.

- No molestes, mocoso.

- No decías lo mismo la otra noche.

Caminé por delante de él, unos cuántos pasos, para luego girarme  verlo. También me estaba mirando, y no precisamente a la cara. Encarné una ceja y él levantó la vista, para luego bufar. Al parecer, no le gustó ser atrapado.

- Sólo hablo con personas que sí aceptan acostarse conmigo. Así que ya sabes que tienes que hacer si quieres considerarte un conocido mío.

Me intenta espantar, lo sé. Puedo verlo en su mirada.

- ¿Y con Hoseok es igual?

Su semblante cambia. Ya no es prepotente. Ahora está confundido.

- ¿Conoces a Hoseok? Él nunca... Ah, lo que sea, no me importa.

Ahora soy yo quien sonrío. Se ve molesto. No esperaba que dijera eso. Y yo tampoco puedo creer que lo haya dicho.

Supongo que ya no puedo quedarme por más tiempo. Si Jin hyung se entera de esto, seguro me mata.

- Yo creo que si te importa.

Está a punto de responderme, pero me voy antes de que siquiera pueda hacerlo.

No voy a negarlo, hacer esto es divertido.

Pero no creo poder volver a hablarle.

No después de lo de Hoseok.

- Ah... hyung, realmente me vas a matar, eh. - Reí.

(...)

Hace mucho tiempo que no pasaba por aquí. Donde mi hyung vive. No debería estar aquí, lo sé muy bien. Pero hay algo de lo que tengo que hablar con él. Algo que debo decirle.

Mi nombre es Jeon JungKook. ¿Te suena? Soy muy conocido por el barrio. Un completo rebelde. Así es como me llaman.
No puedo evitarlo, el pasado ya no puede cambiarse.

Pasó hace mucho tiempo ya. Cometí un error, aunque me advirtieron que pasaría si continuaba. Y ahora estoy pagando las consecuencias. Sin embargo, no me arrepiento aún hoy.

No lo hago. Si volviera el tiempo atrás, estoy seguro que volvería a hacer lo mismo, otra vez.

Pero a veces, al dormir, recuerdo la forma en la que me miró Jin hyung aquella vez. Jimin también estuvo ahí, pero no pude verlo, si lo hubiera hecho sé que su expresión estaría grabada en mi cabeza también, como la de mi hyung.

Es por eso que nunca me armé de valor para confrontarlo. Siempre llego a este punto, pero nunca me atrevo a tocar su puerta.

¿Esta vez seré capaz de hablarle? ¿A él y a Jimin? ¿Podremos hablar del pasado? ¿Podré... disculparme por lo que hice?

Muchas preguntas rondaban en mi mente mientras, con mis manos temblorosas, golpeaba suavemente la puerta de entrada.

° Á n g e l ° G u a r d i á n  °Donde viven las historias. Descúbrelo ahora