Segunda

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Inicios

Llegué al departamento como la mierda. Ya eran más de las cinco y la luz de la mañana me daba en la cara. La brisa fresca de primavera me mareaba y sólo así caía en cuenta de todo lo que había ingerido la noche anterior.

Puse la llave como pude y entré. Quise ser sigiloso para no preocupar a mi compañero. Por otra noche más lo logré.

No vivo solo, no podría mantenerme y estaría tirado debajo de un puente si así fuera. Comparto piso... no, eso no. Cuando compartes piso generalmente pagas la mitad de la renta, o realizas labores domésticas. No hago nada de eso. Mi mejor amigo me mantiene, eso es.

Hoseok no quiso dejarme solo cuando me fui de mi anterior casa, y ahora me mantiene mientras hago mierda mi vida, saliendo por las noches a drogarme y beber, acostarme con cualquiera y volver de madrugada fingiendo que dormí toda la noche. Es una mierda tener que mantenerme y deseo que mi amigo me eche de una vez para así poder comprender mejor mi vida y hacer algo por ella. Pero él es... un sol.

Abro los ojos pensando cuando es que me quedé dormido, y el olor del desayuno inunda mis fosas nasales. La bandeja está sobre mi mesita de luz y huele delicioso. En serio, ¿Por qué se toma estas molestias por mí?

Porque te quiere.

La voz de Jimin se filtra en mi cabeza como si estuviera allí. Gruño al recordar a ese chiquillo. No solamente me dejó con las ganas de tener el polvo de mi vida, sino que me invitó a comer 'sano' y me trajo de vuelta a casa. Sin sexo.

Ah, de sólo recordarlo ya me hierve la sangre. Esperaba engatuzarlo para que me diera sexo. Simple.
Me fui de aquella fiesta porque él lo pidió. Lo llevé al restaurante que quería y compartimos las ensaladas porque 'no podría comerla toda'. Y, después de todo mi sacrificio, pasó el motel de largo para que 'durmiera bien y recupere energía'.

Cuídate. Nos vemos.

Si, en otra vida. Cuando nazca como un santo.

Olvido mi desayuno a un lado y sólo cierro los ojos. La voz de Jimin vuelve a mi cabeza.

Cuídate.

Se repite una y otra vez. Chasqueo la lengua. Me enderezo y ya no siento sueño. Observo la bandeja con el desayuno y doy un bocado.

(...)

No piensen que estoy llorando. No lo estoy haciendo... ¡Hye, noooo!

Bueno, quizás si esté llorando un poquito... ¡Pero este dorama me ha roto el corazón!

Cuando termina finalmente decido llevar mis trastes sucios a lavar. Observo el reloj de pared y este marca las nueve de la mañana. Aún es muy temprano.
Parece que vivo solo, por las condiciones en las que se encuentra mi departamento, pero no. Mi mejor amigo también vive aquí. Aunque nunca sale de su habitación.

No quiere molestar... es lo que dice. Pero me gustaría que me molestara, o algo. Es muy aburrido si estoy solo.

Suspiro.

Sé que tuvo una vida difícil. Y gracias a eso lo conocí, pero, encerrarse para no interferir con mi vida, para que cumpla mis sueños y no sufra, sólo son excusas.

Entró a su habitación. Siempre vengo a dejar su desayuno, aunque sé de sobra que no lo comerá. Suele saltarse comidas y no le importa. Aún así no me rindo y deseo ayudarlo. ¡Mi sueño es que vuelva a sonreír!

Algo llama mi atención esta vez y observo la bandeja sobre su mesita de luz. Está vacía. Lo oigo roncar, despacio, su respiración es calmada. Sonrío.

¿Será que está empezando a abrirse? Ah. No apresures las cosas, Hobi. Todo pasará a su debido tiempo.

Aún así no puedo evitar dar saltitos al salir.

Recuerdo que tengo que hacer algunas compras, por suerte es temprano y me da tiempo de ir al super.

Salgo del departamento al mismo tiempo que mi vecino de enfrente. Lo saludo animado.

- ¡Hola Hobi! - Tae siempre está alegre. Y hoy, por supuesto, no es la excepción.

(...)

Como siempre, tuvo razón. Justo en ese instante, mi vecino salió de su departamento. Lo saludé con una enorme sonrisa. Me saludó de la misma forma y luego se fue al super.

Volví a ingresar en mi departamento con una boba sonrisa. Observé a mi acompañante sentado en el suelo mientras veía televisión. Me miraba de reojo.

Salté encima suya y lo abracé.

- ¡Gracias Kookie, tus predicciones siempre son correctas!

- Quítate de encima, ¡Pesas! - Por más que se quejaba, su sonrisa demostraba lo contrario.

(...)

- Se te nota contento, Jimin.

- ¡Ah! Jin hyung, no me asuste así por favor.

No creí encontrarlo allí. Mi hyung estaba sentado a mi lado, ambos sobre la terraza de un alto edificio, observando como el sol poco a poco subía hasta la cima. Aún era de mañana, por lo que no estaba en su máxima. Me gustaba verlo moverse y que así los días pasaran uno a uno. Es una conducta extraña, lo admito.

Es curioso como el simple acto de observar algo que te gusta hace el tiempo pasar más y más lento. O al menos así es como yo lo siento.

- Lo encontré, hyung.

- ¿De verdad?

- Si. Pero no sé como acercarme. Tengo miedo.

Suspiré. Sólo lo vi una vez y no había pensado en ello en el momento. Pero ahora que sabía que realmente era él a quien buscaba, me aterraba el simple hecho de acercarme.

Por otro lado, deseaba estar junto a él lo máximo posible.

- No tengas miedo. Sabes muy bien lo que tienes que hacer.

- Pero será difícil, antes de  hablarle decía cosas como...

- ¿Hablaste con él?

Ups.

- Sólo un poquito...

- Jimin...

- Lo siento, no pude evitarlo, yo...

Desvié la mirada. No quería ser regañado, pero estaba a punto de ser así.

Sin embargo, Jin revolvió mi cabello, en un gesto algo tierno. Casi maternal.

- Sólo ten cuidado. Ya sabes lo que le pasó a JungKook.

Ambos nos miramos con tristeza. Es verdad, no quiero acabar así. Debería mantener distancia, aunque si sólo me acercara una vez más, ya no tendría que volver a hacerlo.

Le sonreí a mi hyung, haciéndole saber que todo estaría bien. Y que así se dejara de preocupar.

° Á n g e l ° G u a r d i á n  °Donde viven las historias. Descúbrelo ahora