La realidad

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Nina

La tranquilidad de Mar Azul es algo que necesito hace tiempo. Mucho tiempo.

Las tardes en las playas de Mar Azul en plena primavera, acompañadas de una suave y un poco fría brisa, con un libro y el sol en un cielo rosado, pegando en mi cara. Sin presiones, ni colegio, ni Luna, ni Gastón, ni nadie. Solo mi abuela, mis papás, yo y las olas rompiendo en la orillas.

La cabaña esta a dos cuadras de la playa, tiene una hermosa vista y no es tan ruidosa como la primera cuadra anterior a la playa. Pero prefiero pasar tiempo en la playa, no hay casi nadie, todo el mundo trabaja o esta en el colegio, pero es común cuando se trata de una ciudad turística en verano.

Apoyo el libro que estaba leyendo, "Los Ojos del Perro Siberiano", en mi regazo y me pongo a ver el mar. Las olas azuladas son enormes porque todavía son atacadas por los últimos vientos del invierno. El cielo se confunde, a veces, con el mar. Y el silencio. El mejor sonido de todos. Solo se escucha el rompimiento de las olas en la orilla, alguna que otra gaviota y nada más.

Parece que en Mar Azul, uno se puede olvidar de todo, pero en mi caso, es muy díficil de olvidar. Mi abuela hizo que festejaramos mi cumpleaños hoy, como si ayer no hubiese existido. La amo con mi corazón, pero no me gusta mentirle, pero tampoco le quiero decir que ayer si exsitió y que hoy, duele mucho.

Gastón me llamó solo para saber donde estaba, pero no esuche nada que tuviese que ver con mi cumpleaños, o un "te quiero", un "cómo andas", ni tampoco "cómo la estas pasando". La abuela se meió, diciéndole en donde estaba, pero realmente, eso estaba fuera de mis planes. De todas maneras, no creo que me venga a buscar a Mar Azul, hoy es Lunes y él debe ir al colegio.

Pero, debo admitir, que me encantaría que me viniese a buscar, como si fuese una película, o un cuento de hadas. Que me sorprenda, que me cante y declare su amor por mí. Pero siempre hay un muro que se llama REALIDAD, que me separan de mis sueños y me deja en el mundo escrito por el destino, al cual les puedo confirmar, que no nos llevamos para nada bien.

Pero eso no es lo único que me afecta. La ignorancia de mis amigos, que me mintieron con otros planes para juntarse ellos solos, a reírse, y de seguro, sobre mí.

Aún me acuerdo las palabras que le dijo una vez Gastón a Rocío, una nena que se perdió en la plaza y que la ayudamos a encontrar a su mamá. Le dijo que nos ibámos a casar cuando terminara la secundaria. Él la termina dentro de tres meses y yo, dentro de un año, pero si seguimos así, me parece que hay divorcio antes que boda.

Quizás estuve mal en huir y no enfrentar la realidad, pero ya sabía que la realidad me ganaba de antemano. Hay veces que pienso que la vida es una rueda, lo que nace, nace paa morir, y lo que muere, muere para nacer. Y hay veces, que en el camino de esa rueda, hay una mínima piedrita que hace que todo se mueva y descontrole, pero después, vuelve a tener equilibrio y retomar su camino, pero, a veces, esa piedra hace que la rueda se caiga y no se pueda levantar.

La tarde se esta yendo y es mejor que vuelva a casa. Allá me espera la abuela y papá, ya con la comida preparada, ya que mi abuela es puntual. Camino las dos cuadras cantando una canción que me gusta mucho llamada "Hay un lugar", de Casi Ángeles, que me encanta. Tiene mucho que ver con lo que me pasa en estos momentos.

Llegue a la cabaña y abrí la puerta. Entre notando que había dos figuras en el sillón, obviamente eran mi papá y mi abuela. Dije un hola por lo bajo sin chequear que eran ellos y subí a la habitación que la abuela siempre me guarda, la que está al final del pasillo.

Pero paso algo extraño.

En el camino, vi que mi papá estaba en su habitación. Entonces, la persona que estaba abajo no era mi papá. De seguro que era un amigo de la abuela, que vino a tomar el té ó a cenar. Pero mi prioridad ahora es bañarme, y cambiarme.

Entre al baño, me bañé y cuando salí, me dirigí a mi habitación, envuelata con una toalla para cambiarme. Me puse mi piyama de remera negra que tenía en el centro una gran reiquía de la muerte ((N/A: Los que vieron Harry Potter entenderán)) y los pantalones blancos con un estampado de pequeñas reliquías de la muerte de color negro.

Escuche a mi abuela lamar a comer, y baje a comer. En la mesa vi a tres personas. A papá, a la abuela y a... no puede ser. ¿Qué hace él acá?


|Que Los Cumplas... ¿Feliz?|Gastina| C O M P L E T ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora