Esa sonrisita

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Gastón

Definitivamente, me quiero matar. La cagué feo.

¿No se nos ocurrió un lugar más privado para planificar el cumpleaños de Nina y que ella no se dé cuenta? Ahora, los tres, quedamos como unos imbéciles que le mintieron a Nina, respecto a sus planes para juntarnos sin ella. Agradezco que no estuvieran ninguno de los demás, ya que si esaríamos los doce, ya sería algo muy sospechoso, pero mucho peor.

El cambio de la cara de Matteo, nos sorprendió a mí y a Luna. Fija en algo, con una seriedad tremenda. Luna fue la primera en voltear a ver, y su risa cesó. Y yo, por último, con curiosidad, giré para ver que pasaba. Nina estaba de espaldas a nosotros, caminando por el pequeño caminito de piedras que es la única forma de entrar a la zona de fuentes, que se encuentra rodeada de plantas semialtas. Estaba a unos metros, asumo que unos 5 o 6, lo que significa que estuvo atrás de nosotros hace unos instantes y no nos dimos cuenta.

-¿Ha-hace cuánto estaba a-allí, chico fresa?-Preguntó Luna, asustada.

-No lo sé, pero asumo que cuando nos empezamos a reír. Yo la ví dandose la vuelta, detrás tuyo-Dijo refiríendose a mí.

-Genial-Dije sarcástico-Quedamos como unos imbéciles-Me puse las manos en la cara, como muestra de desesperación. Un aire de silencio invadió el momento-Será mejor que nos volvamos cada uno a casa-Los chicos asintieron y nos saludamos.

En mi casa, llamé desesperadamente a Nina, pero no me atendía. Ya me hacía mucho daño a mi mismo, prohibíendome nuestras salidas, sus cálidos abrazos, nuestras charlas, a ella. A todo lo que me hacía bien en este mundo. Pero sabía que era por un proposito.

Me tiré en mi cama, al borde del llanto. Mañana la vería otra vez. Pero sabía, con mucha certeza que Ya no necestaría tipo de escusa para justificar la cancelación de nuestra salida, ya que ni me saludaría. Sabía que ni siquiera me iba a prestar su libro, como lo hacemos todos los miércoles. E intuí que iba a llevar alguno de sus tantos libros para matar el rato, sola, como lo hacía hace tiempo, cuando yo ni siquiera conocía su nombre y Luna todavía no había llegado.

Deje que una lágrima se escapara de mi ojo. Miré a la fotografía que tengo de ella, la que le saqué cuando apenas nos conocímos. Daría todo por volver a aquellos tiempos, y enamorarme de ella mucho antes, así poder completar mi vida más rápido.

No sé si lo sabe, pero ella es mucho para mí. Es una de las mejores cosas que me pasó.  Ella me cambió, y dejo una marca en mi vida de la que nunca me voy a olvidar. Ella es mi todo, es como el oxígeno, me muero si no tengo de ella. Yo estaba tan ciego, y ella vino a abrirme los ojos. A enseñarme que hay una realidad diferente, otras maneras de mirar las cosas, otros valores de la vida.

Quedé dormido en un mar de recuerdos bonitos con ella, como cuando fuimos a un parque, y ella ayudó a una nena que se había perdido. La trató muy bien, tanto que yo ya la imaginaba como la madre perfecta para mis hijos. Me acuerdo cuando la nena nos preguntó si estábamos casados, y yo le dije a lo bajito, que nos ibámos a casar cuando terminemos la secundaria.Me acuerdo de su risa ante el comentario. Me acuerdo de la felicidad de Nina cuando encontramos a la mamá, que nos agradeció eternamente. Me acuerdo de como ella no paró de hablarme de la nena cuando volvíamos a su casa.

Me acuerdo también de cuando ella se quedó dormida en el sillón de mi casa, mientras veíamos una película. Estaba hermosa y era muy tierna. Y cuando la desperté, su sonrisita era tan mágica. Pero esa sonrisita mañana no iba a estar en su rostro, y eso era culpa mía y solo mía.

Cuando desperté, y luego de hacer todo lo necesarió, fui al Blake South College. Cuando entré, ví a Nina sentada en un banco, escuchando música con auriculares, mientras leía un libro. Esa sonrisita que siempre llevaba no estaba, y descubrí que leía un libro triste, del cual una vez hablamos, y ambos opinamos que era un libro muy triste.

En un momento, levantó la vista y me miró. Yo seguía parado en pleno pasillo, atontado, viéndola. Abrí la boca para decir algo, pero la cerré. No tenía nada que decir, y no sé mentir, no puedo. Entonces, Nina bajó la vista a su libro. Pero llegó Luna que, decidida, fue a hablarle a su mejor amiga. A mi sorpresa, y a la de Luna también, Nina no hiso más que levantarse e irse a hablar con Ramiro, Jim y Yam. Luna y yo cruzamos miradas. Ella estaba en todo su derecho.

Cuando llegó Matteo, tomó a Nina del brazo y la arrastró hacia nosotros. En ningún momento nos miró, miraba al piso.

-Nina-Dijo Matteo. Nina estaba muda, mirando al piso

-Nina-Dijo Luna, intentando de hacerle una caricia en el pelo, pero ella se alejó unos centímetros

-Amor-Dije yo.-Amor-Repetí, pero ella no me miraba

-Nina, mírale, nuestra intención no era ignorarte, pero...-Dijo Luna, al borde del llanto

-¿Pero qué?-Dijo ella, levantando sus ojos llorosos y dirigiéndolos hacia Luna. Los tres nos quedamos callados. No había respuesta para ese pero-Ah, okey, ya entendí. Permiso-Dijo Nina

-No, Nina, escuchame-Gritó Luna, pero Nina no escuchó, el timbre no se lo permitió.

















|Que Los Cumplas... ¿Feliz?|Gastina| C O M P L E T ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora