♧ Capítulo 5 ♧

84 8 0
                                    

♡ Reiju ♡

Había corrido lo más rápido que mis piernas me permitieron y a medio camino me quité los tacones porque no podía correr con ellos.

Llegué sudada a casa y más temprano de lo que me había planteado ayer.

No saludé a Vivi, me dirigí al baño a darme una ducha.

Cuando acabé me puse mi vestido. Uno de la parte del pecho negro con estampados blancos de flores, y la falda roja, unos tacones altos negros y mis labios rojos.

—No te ves mal — la voz que provenía de mi puerta me asustó un momento.
—Ni tú — con esa pijama de gatitos y el pelo despeinado seguía teniendo su encanto. Le guiñé el ojo y ella rió.
El timbre de la puerta sonó, la peliazul y yo nos miramos. Grité de emoción y agarré mi monedero.
—¡Ya, ya, rápido! No la hagas esperar.

Salí corriendo, tropezándome con mi ropa regada en el suelo, ropa que había negado para ponermela este día.

Abrí la puerta con estrellas en mis ojos.
La chica más linda parada en frente de mi casa, con una sensual vestimenta que me dejaba ver su ombligo.
—Eres hermosa — me acarició la mano sutilmente. Un perfecto roce que deja con ganas de más.

A veces, cuando se portaba así conmigo, me hacía pensar que podía gustarle.
—Y tú eres perfecta — si no hubiera sido mi cobardía el ganador ya la hubiera besado.

○○○

La fiesta era movida, me hacía sentir adrenalina y más si ella estaba tomándome de la mano.

No vi rastro de Sanji alguno, tal vez vendría más tarde, pero eso no me molestaba, estaba mejor así.

Hablaba con Monet y Jewerly, reía con Nami y sentía que la quería un poquito más, desde la punta de sus dedos hasta el último y fino cabello.
Pensé que esa noche sería mejor pero no fue así, Sanji fue a la fiesta, y ella se fue con ese chico rubio. Pero pude ver a Law, se veía perdido entre tantas personas que no encajaban con él. Es que verlo ahí parado, en medio de todos, era como ver a a una oveja en una jauría de lobos. Sin darle tanta importancia a ese chico ojeroso seguí hablando con Monet ya que la pelirosa glotona se había ido por comida.
—Ya deberías dejarla — habló a mi oído porque la música era lo suficiente alta para no dejarme escuchar mi propia voz y suspiró mientras veía como se besaban mi hermano y mi "crush".

A veces las amigas eran contradictorias. Primero decían inténtalo y a los pocos o largos días ya te decían que tienes que dejarla.
—No quiero rendirme, me rehusó — unos murmullos nos distrajeron de nuestra charla. Habíamos dirigido la mirada a una escena muy rara. Law besando al pequeño monito ruidoso, el chico popular más carismático que pudieras conocer.
—Entonces le van los hombres — dije en susurro. Había pasado algo raro, Luffy detrás de un peli verde, Sanji y Nami mirándolos confusos, un posible rechazo a Law y el pobre, huyendo del escenario.

No desearía ser él, en nada.

La fiesta aun seguía cuando nosotras nos fuimos. No bebí ni una sola gota de alcohol porque al día siguiente tenía trabajo. Dormiría tan sólo dos horas y aun así sentía que había valido la pena esta anoche, aunque sea sólo una quinta parte de ella.

Nami me haría el favor de llevarme en el auto de su padre hasta mi casa. Lo agradecía porque no sabía con exactitud donde estaba.

Ella estaba un poco tomada, se le oía en la voz así que tuve que recordar la enseñanzas de Niji para conducir esa noche. Entre risas de ella y pequeñas caricias que le daba a mi pierna me estaba perdiendo. De una manera exagerada me estaba embriagando.
—¿Quieres quedarte en mi apartamento? Es que no creo que estés en condiciones para ir a tu casa en ese estado — paré el carro en frente y nos quedamos ahí un tiempo.
—Ja, sería lo mejor, creo que no sería mala idea, además tendríamos más tiempo... — se acercó a mí pegando su frente en la mía, tocando mis piernas, haciendo que el vestido se subiera poco a poco —, a solas.
—Na... Nami, ¿qué haces? — toqué su mano que estaba cerca de mi zona íntima. Era lo que quería pero mi lógica, mi voz en mi cabeza me decía que tomara en cuenta a mi hermano además de que ella estaba borracha y tal vez no recordaría nada a la mañana siguiente y como la tonta que soy, prefiero que recuerde cada caricia que un recuerdo muerto.
—Sé que lo quieres, como si no me diera cuenta de que me deseas —susurró a mi oreja y la lamió. Tomó mi mano y la puso en su pecho, era suave, más de lo que me había imaginado, más de lo que había soñado tantas veces.
—¿Lo... Sabes? — dije temblando, con mi respiración a mil, sintiendo que me moría de vergüenza.
—Lo que se ve no se pregunta — rozó mis labios con los suyos y acarició mi clítoris por encima de mi ropa interior.
—Na... Nami — no estaba comprendiendo mucho, tal vez era porque estaba tomada... pero me costaba pensar que en verdad me amaba. Tal vez por verla con mi hermano, tal vez me costaba asimilar todo esto porque jamás pensé que pasara.
—Jajaja, lo siento pero te veías muy linda hoy. No pude controlarme — se estiró en el asiento y bostezó —, lo mejor será irme, mi padre me matará si no llego — estaba nerviosa, tal vez iba en serio pero se lo impedí. Soy estúpida, la mejor oportunidad de mi vida y la rechazo.
—Sí... nos vemos luego — bajé del auto con las piernas temblando —.¡Hey, Nami!
—¿Qué pasa? — se pasó al asiento del conductor y me miró con vergüenza.

Quizá si digo algo referente a lo que siento habrá algo bueno. Traté de sacarlas de mi garganta y estas se atoraban.
—Te amo — esperé respuesta pero no la hubo. 

Me sonrió.

Sólo me sonrió y se fue.

Me dejó esparcida en pedazos esa noche, bajo el inmenso universo que parecía matarme.

Los Risos De Venus.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora