Capítulo 1

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Déjame, pensamiento;

no más, no más, memoria,

que mi pasada gloria

conviertes en tormento,

y de este sentimiento

ya no quiero memoria, sino olvido

Las viejas líneas de El Castigo Sin Venganza de Lope de Vega podrían dar cualquier significado, a cualquier persona, por cualquier situación en sus vidas.

Para mí significa una sola cosa: agonía.

Cuando alguien dice esa palabra, mayormente piensa o se refiere a la muerte o lo relaciona con el delirio.

En cambio, yo, pienso involuntariamente en la inquietud y en el anhelo, los dos estados más demandados por mi mente como castigo a mi corazón por la culpa de cometer un error.

Un enorme y bello error: Joel García.

01/01/2012 00:00:07

- ¡FELIZ AÑO NUEVO! – me uní al coro de la familia en donde varias voces ofrecían prosperidad.

- Que este año sea bendecido para cada uno de nosotros, ¡salud! – pronunció mi padre eufórico por el sonido de los fuegos artificiales, no lo culpaba, los amaba al igual que yo o yo los amaba al igual que él, da igual.

- Ya, ya, ya. – llamó mi mamá – Ya podemos volver afuera familia. – sentenció al final del típico brindis con sidra de manzana.

El rostro de Johanna, mi madre, se iluminó con una magnifica sonrisa mientras empujaba a todo el mundo hacia el patio trasero de nuestra casa con la gracia que la caracterizaba.

Yo, en cambio, me quedé pensando en lo triste que es pasar las doce en punto bajo techo sin oportunidad de apreciar los colores de todos los fuegos artificiales lanzados por los vecinos.

Mientras iba caminando en dirección al patio, odie una y otra vez a los culpables de que todas las familias pasen bajo techo sin poder apreciar los vívidos colores de los fuegos artificiales.

Felices los osados que se atrevían a salir. Creo que mamá influyó un poco en mí con ese miedo, no la culpo en realidad, el peligro es enorme.

En Paraguay es así, la gente es egoísta y mayormente no piensan en las consecuencias negativas de sus actos, por ello del peligro, por ello lo de las balas perdidas que son una tradición reinante en algunas familias, se supone que es una especie de ritual para atraer buena suerte, pero siempre acaba en tragedia, el hombre de la familia sostiene un arma de fuego, apunta al cielo y dispara y como aquella frase científica dice, todo lo que sube, tiene que bajar, varias muertes ya fueron anunciadas el primer día de cada enero desde que se creó esa tradición, aun en la actualidad las personas no se abstienen de cometer semejante estupidez.

Llego hasta donde está mamá, ella me mira y sonríe abiertamente, está sentada en una de las sillas blancas que había alquilado papá para la ocasión. Exhibo una sonrisa exclusiva para ella hasta que tomo asiento a su lado en otra silla blanca.

Mi mamá es de las personas que temen terriblemente que una bala perdida selle el destino de un miembro de la familia, pero de verdad, no la culpo para nada. Solo espero que en las noticias de mañana no anuncien tantas tragedias.

Observo a mí alrededor, solo veo a miembros de mi familia intercambiando palabras y por sus expresiones dudo que se encuentren hablando de una divertida anécdota o sobre lo que hicieron sus mascotas para llamar la atención, estoy segura que están hablando de sus problemas.

Mi Tercera EtapaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora