POV NATALIA
Habíamos llegado a mi casa cerca de las cinco de la tarde, no había llamado a mi madre para avisarle que volvía, ni siquiera me acordé de hacerlo. Todo el camino hasta casa solo podía pensar en las consecuencias de mis actos, en los problemas que conseguí no sólo para mí sino para Joel. Había bajado del auto pero antes de que diga adiós, ellos partieron dejándome con el adiós atorado en la garganta.
Jamás debí hacerle caso a las sensaciones extrañas en mi estómago o la forma en que él logra erizar mi piel con solo mirarme.
¿Por qué demonios debe ser así?
¿Por qué al gustarnos alguien, cada centímetro de nuestros cuerpos reaccionan como si tuvieran el poder para controlar nuestra mente?. Y, lo peor de todo es que lo hacen, controlan mi mente, definitivamente no encuentro otra razón para haber sido tan estúpida.
No tengo justificación para mi error.
Pero, ¡maldita sea!.
Que magnífico error.
Creo que esto se sumaría a mi lista de recuerdos que releeré una y otra y otra vez cuando sólo pueda quedarme sentada por horas mirando a la nada con el cabello encanecido y el cuerpo arrugado por la insoldable coexistencia con el tiempo.
- ¿Naty? – era mamá, venía bajando por las escaleras – No avisaste que llegaste, ni siquiera me llamaste para avisar que venías jovencita, además me diste un susto de muerte, no te esperaba y pensé que alguien se había metido a la casa y yo...
Típico de mamá, hablar sin respirar por cinco minutos hasta soltar todas sus preocupaciones, el tiempo varía de acuerdo a la gravedad de sus preocupaciones, rodaría los ojos en éste mismo momento pero las lágrimas que no solté en el auto gracias al poco orgullo que me quedaba escondido en algún lugar de mi alma, brotó muy audible sobresaltando a mi madre.
- ¿Cariño? – aún seguía en la escalera apoyada en el barandal pero al escuchar mi sollozo terminó de bajar las escaleras de la manera más rápida posible.
Llegó hasta mí con la velocidad que solo una madre preocupada consigue y me sostuvo el rostro con sus suaves manos, jamás había necesitado tanto sentirla cerca.
- Mami. – sé que me veía ridícula pero a los ojos de mi madre toda yo era un remolino de tormento que debía ser calmado.
- Te haré tu té favorito, ¿de acuerdo?
Mi madre me habla con suavidad y va a la cocina en busca de lo necesario para hacerme un delicioso y tranquilizante té de manzanilla con el toque dulce que consigue relajarme con cada sorbo.
Su buen tacto para tratar conmigo es algo admirable en ella, sé que es algo difícil no preguntarme qué diablos me sucede, mi madre es de las curiosas y más aún cuando se trata de algo malo para mí que soy su única hija, pero respeta mi personalidad, sabe que le diré todo cuando encuentre la fuerza para hacerlo, la cosa es que no quiero encontrar esa fuerza, no quiero decirle todo lo que he hecho a sus espaldas o lo que logré sentir por Joel en tan poco tiempo, siento vergüenza de lo que podría decirme o peor, de lo que llegara a pensar de mí.
Me quedé parada en la sala aguardando a mi madre, no tomé asiento, no avancé, no retrocedí, no me moví, me quedé patéticamente estancada bajo mis pies reproduciendo en mi mente la secuencia del recuerdo de lo que empezó como magia de hadas y terminó con un terrible hechizo de brujas, o más bien, bruja, ya que sólo fue una, Tamara.
Las lágrimas salían de mis ojos con lentitud, sentía sus húmedos besos bajando por mi mentón hasta mi cuello y cuando acababan, otras salían de mis ojos hambrientas por saborear el mismo camino que las otras con la misma lentitud.
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Mi Tercera Etapa
Teen FictionSi al igual que yo, comienzas o sigues en ésta etapa, relájate porque dura hasta los dieciocho años. No es que no sea divertida, pero en ésta etapa ya tienes un alto conocimiento acerca del bien y el mal, asique debes elegir cuál camino seguir. ...