Una vez más, aquel sueño atormentó su noche. Estaba cansada de ese silencio. Un silencio abismal pero cómodo.
No quería volver a ver a la chica que la acompañaba, quizás porque era demasiado extraña. Solo quería dormir con tranquilidad hasta que por fin, tras meses soñando lo mismo, una noche de tormenta, aquel silencio y aquella joven, desaparecieron de su mente no volviendo a tener ese sueño jamás.[>>>]
—Tú.
La otra chica la miró con serenidad
—Eh, ¿me escuchas?
La joven asintió desviando la mirada al lienzo
—¿Vas a contestarme?
La mayor comenzó a impacientarse.Negó con la cabeza impregnando el pincel en la pintura azul
—Me estás cansando.
La ignoró
—Mejor me voy.
La chica del pincel agarró su chaqueta y la sujetó con fuerza, moviendo de un lado para otro la cabeza de forma repetitiva y constante, como si deseara que la acompañase durante toda su vida.
—¿Quieres que me quede?
La joven asintió y poco a poco fue relajando la mano, dejando libre a su acompañante
—Está bien, observaré cómo creas arte.