IV

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Seunghyun sabía que apenas pasaba tiempo en casa y sabía que su hermana menor lo necesitaba, pero el trabajo y Jiyong robaban todo su tiempo y atención.

Sentía un terrible dolor cada vez que negaba alguna propuesta de Rosé y lo que aún más le dolía, era ver como en el rostro de la menor se formaba una sonrisa forzada, como los ojos se humedecían preparados para llorar y como la chica solo se limitaba a contestar con un simple "está bien, no te preocupes" para luego subir a su cuarto, cerrar la puerta con llave y seguramente llorar maldiciendo las pocas horas que su hermano, su preciado e idolatrado hermano tenía libre.

Consideraba a Seunghyun un ejemplo a seguir. Siempre fue perfecto en todo. En cualquier cosa que se centraba, lograba hacerla sin ningún problema, conseguía todas sus metas y propuestas, incluso si para los demás parecían imposibles.

Él era un buen hijo y un gran hermano. Era además de familiar, un amigo con el cual disfrutaba pasar todo su tiempo.

Todo se complicó cuando sus padres decidieron divorciarse por supuesto adulterio, pero Seunghyun sabía que ninguno de ellos era bueno para su pequeña Rosé, sabía que no serían buenos padres y menos ahora que estaban así.

Él siempre cuidó de ella y en aquella ocasión no dejaría de hacerlo, cuidaría de su hermana para siempre, porque la amaba, amaba saber que su pequeña Rosé estaba a salvo entre sus brazos, por eso, no tuvo más remedio que en los tribunales luchar por la custodia de ella.
No soportaría tener en su conciencia la imagen de la chica en casa de aquellos dos seres despreciables teniendo una vida horrible.

Sus padres nunca fueron responsables, nunca cuidaron de sus hijos como debían. Gastaban su dinero en alcohol y drogas.
Por parte de la madre, invertía las ganancias en alcohol y por parte del padre, en prostíbulos y bares de mala muerte.

Nunca fueron fieles entre ellos y cuando el hombre estaba fuera, en algún motel tirándose a una puta, la mujer entraba por la puerta totalmente borracha, con olor a marihuana y siendo besada por un extraño al que llevaba a la cama.

Todas las noches eran así, y los días no eran diferentes.

Cuando Seunghyun pudo trabajar, no tardó en encontrar trabajo para tener él mismo, algo ahorrado e independizarse al ser mayor de edad.

Consiguió ganar, consiguió tener a su hermana bajo su cuidado y consiguió que aquella pareja de irresponsables pagaran por todo el mal hecho en la familia.

Ese día era especial para Rosé. Cumplía los veinte y su mayor deseo era que su hermano mayor asistiese a la pequeña preparación que había querido hacer. Era lo que más anhelaba, un momento para celebrar junto al ser que más amaba, a su hermano.

Pero no pudo lograrlo, no pudo pasar tiempo con Seunghyun y estaba cansada de todo aquello, cansada de que nunca le prestase la suficiente atención.

Eran las cuatro y media de la madrugada. Rosé estaba aún en el tresillo. El pastel seguía en la mesa y las velas de cumpleaños se habían consumido totalmente.

La joven cumpleañera se había quedado dormida con el gorrito de fiesta aún en su cabeza pues había esperado durante todo el día a que su hermano apareciese para darle una sorpresa.

Tenía su cabeza apoyada en el hombro de su novia. La había invitado para por fin presentarle a Seunghyun quién era la mujer que tanto amaba.

SILENCE [JenLisa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora