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—Jen, ya ha pasado media hora, vuelve al trabajo.

Kim Jennie trabajaba en el puerto. Lo habían convertido en un pasaje turístico al igual que todos los muelles que se encontraban en él. Aquellas vistas al océano atraían a los turistas, además, el dinero que conseguía lo invertía en mantener el puerto donde había vivido durante casi toda su niñez.

Su padre era un gran pescador. Sus buenas jornadas daban al mercado una gran mercancía con una calidad de primera.

Dos semanas después del nacimiento de la pequeña Jennie, su madre murió por una infección. Al parecer, la placenta no fue extraída de forma correcta.

El bebé vivió durante casi toda su vida en el barco pesquero. Su padre no podía dejarla sola, por lo tanto la llevaba consigo a sus jornadas de trabajo.

Creció en un ambiente marítimo hasta los diez años donde su padre murió de una fuerte pulmonía.

Sus tíos la acogieron. La cuidaron como a su propia hija.

Unos meses después, la inscribieron en el colegio. Gracias a su gran trabajo y fuerza de voluntad, no tardó en alcanzar el nivel académico de los demás, incluso superando a estos.

Creció con buena compañía y al no querer abandonar la ciudad, decidió trabajar en el puerto. Un buen método para socializar.

Sus tíos pagan todos sus gastos. El barco que posee ahora fue un regalo de estos.

Cuando cumplió los veinte, decidió mudarse y vivir cerca del océano. Aún así, ellos la siguen cuidando desde la distancia.

—¿Por qué tanta prisa, Seunghyun?

—Hoy viene una chica nueva. Tengo su registro y según este, pronto estará aquí.

—¿Reservó alguna habitación?

—No, solo un pequeño barco. Como el tuyo.

—Ya veo, una chica humilde.

—Como tú, JenJen.

El hombre despeinó a la joven de forma cariñosa y soltó una pequeña carcajada.

—Cállate, no hagas esperar a Jiyong. Tenías una cita ahora.

—Mierda, casi lo olvido, ¿podrás encargarte tú sola?

—Claro que sí, solo es una chica, no es lo mismo que lidiar con un grupo de treinta personas.

—Gracias Jen, te debo una.

—Me debes muchas, Seunghyun.

Este asintió y salió corriendo fuera del puerto, hacia el párking donde había estacionado su coche.

Hoy era un día especial para él, pues era su cuarto aniversario con Jiyong.

Jennie suspiró y miró la hora. No tenía ni idea de quién podría ser la persona que alquiló un barco en vez de una buena habitación del hotel.

No solía pasar. Una de cada cien ocasiones, los turistas querían sentir como es convivir con sus amigos o familiares en un barco.

Se sentó en un banco de uno de los muchos muelles y miró hacia el gran crucero que estaba apunto de atracar.
Ha visto cientos de tipos de estas embarcaciones, pero nunca quiso montar en ellas. No era su prioridad.

Unos minutos después, un grupo de gente bajó, acompañado por un guía, estos pasaron de largo a Jennie y caminaron fuera del ámbito marítimo.

Otra joven de pelos rubios, con al parecer una boina, la miró fijamente caminando hacia ella.

Aquella chica era tan familiar, como si la hubiese visto antes en otro lugar.

SILENCE [JenLisa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora