Capítulo 3: Mapaches y Prostitutas

6 1 0
                                    

La palabra perfección no existe en mi vocabulario, existe cuando alguien más la menciona enfrente de mí, existió cuando mi padre vivía, pero nunca quise que fuese verdad lo que decía. Nunca me sentí como La Mujer Perfecta, y jamás pasará. Estamos en el laboratorio de Química, es bastante divertido estar aquí, la profesora es una persona relajada, aunque tiene aspecto de veterana, sin embargo sus experimentos de día a día son extremadamente peligrosos, por eso me gusta tanto venir aquí. A pesar de que la mayor parte de las veces esta con su eso...

-Recuerden muchachos, aquí ningún error es aceptado, todo tiene que salir a la per-fe-cción –Siempre con aquella voz de abuela divertida y mimosa. Pone de buen humor a muchos, a otros los saca de sus cabales, pero a mí me da igual, mientras a algún desafortunado su mezcla de sustancias le vuele en pedazos la cara este será el único sitio bueno de mi horario.

Mi mente está perdida en algún lugar fuera de nuestro planeta, quizá del mismo universo, pero una fuerte explosión desde el fondo del aula me hace saltar del susto. Me giro rápidamente para encontrarme con una escena bastante cómica; mi compañero Larry, el típico de cabello rojizo, tez blanca y cubierta de pecas ahora tiene el ceño fruncido, el rostro negruzco y el cabello rizado convertido en un chamuscado afro negro. Daniel y yo nos quitamos las gafas de protección para poder apreciar mejor y escucho como todos estallan en carcajadas, incluido él, el único que no parece nada divertido con el asunto es Andrew, el compañero de laboratorio de Larry, quien también tiene rastro de la explosión en su bata de laboratorio. La señorita Crack, como nosotros la llamamos, (su apellido es Clark) se encamina hacia la mesa de trabajo de esos dos chavales con una expresión de frustración mezclada con enfado o preocupación que no sabría describir.

-Muchachos, ¿Qué les acabo de decir? –Termina su retórica pregunta con un suspiro de frustración. –Señor McCalister, quítese esas gafas empañadas y vaya rápidamente a la enfermería. Y usted, señor Miller, hágame favor de levantar todo este desastre.

-Como usted diga –Responde con cierto aire de enfado.

-Muy bien, pueden tomar cinco minutos, aún tenemos mucho tiempo para terminar. –Toda la clase responde con un largo y desganado Ahh, al tiempo que la señorita Crack sale del laboratorio. De inmediato se escuchan los cuchicheos de las chicas y las estridentes voces de los chicos, quienes al parecer han planeado un nuevo apodo para Larry

-De ahora en adelante el colorado se llamará Mapache –Escucho comentar a uno de los de equipo de voleibol, los que siempre se sientan lo más atrás posible para poder conversar.

-¡Mapache Colorado! –Al tiempo que escucho el nuevo sobrenombre de Larry abro los ojos como platos sin enfocar la vista en otro lado que no sea al frente. Las carcajadas son aún más estridentes, al tiempo que llega Larry con la cara más o menos irritada, parece que su apodo ha caído perfectamente bien acertado, ya que alrededor de sus ojos se puede distinguir con claridad el contorno de las gafas de protección y la parte blanca de su piel que no fue alcanzada por la explosión de su mezcla. Los del equipo de voleibol, junto con el resto de la clase tratan de disimular sus risas, sin mucho éxito, ya que es más que evidente que les encantaría que Larry fuese la nueva botana involuntaria de hoy.

Por suerte para todos hoy es viernes, hoy tengo pensado hablar con Andrew Miller, ahora que sé con exactitud quien es no puedo desaprovechar la oportunidad.

Como siempre, ahí está Daniel interrumpiendo mis pensamientos otra vez.

-Ryusei, ¿Crees que deberíamos agregar potasio al agua fría? –Su pregunta me sobresalta sin previo aviso y mis ojos están aún más abiertos.

Sujeto 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora