Capítulo 17

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EVELYN SE DESPIERTA con pánico, sintiendo el espacio vacío a su lado en la cama. Tan pronto como se endereza, Max está allí con una mano en su hombro, mirándola con preocupación. Ella suspira aliviada, aunque su pesadilla aún le persigue. Despertarse creyendo que había estado sola no le ayudó con el estrés que tiene.

"Toma," dice Max, dándola un conjunto. "Los guardias nos han dado conjuntos para hoy. Casual, por lo que puedo ver. Como si fuéramos a ir a dar un paseo por los jardines," añade con un terrible acento británico.

Ella puede ver que él sólo está intentando calmar el ambiente, así que ella le golpea el pecho y se levanta de la cama, cogiendo su ropa. "Quizás nos ofrecerán algo de pastas y té."

"Creo que eso sólo es un estereotipo."

Evelyn se encoge de hombros como respuesta.

Se da cuenta de que los tres niños ya están vestidos, sentados en la mesa que asignaron como suya y jugando a un juego raro de palmas. Killian también está vestido, mirando por la ventana y sorprendiéndose por las rejas que hay puestas en ella.

Buena forma de que tus invitados se sientan bienvenidos, Wolf, piensa ella.

"Hay un baño enfrente en el pasillo," le dice Max, abotonándose la camisa. "Simplemente llama a la puerta y díselo a los guardias."

Evelyn gruñe pero se muerde la lengua, evitando decir sus pensamientos en voz alta. Odia sentirse como un animal, una prisionera. Casi como si fuese un niño que tuviera que pedir permiso para ir al baño. Es insufrible y denigrante.

Sin embargo, quiere aprovecharse de la ducha, por malo que suene. No tiene ni idea de cuándo podrá darse otra, o cómo de sucia estará al final del día, si va a haber un baño de sangre como ella espera. Así que llama a la puerta, gruñe que necesita ir baño, y escucha la puerta abrirse antes de enfrentarse a cuatro guardias. Uno le agarra del brazo y la saca, llevándola al baño directamente.

Se toma su tiempo en la ducha, el agua caliente se siente demasiado bien. Se lava el pelo dos veces, aunque se duchó ayer, e intenta absorber la sensación del champú de menta en caso de que pasen meses hasta que se pueda volver a duchar. Nunca puede estar demasiado segura en estos días, a pesar de que se intenta lavar frecuentemente.

Se queda boquiabierta cuando ve una cuchilla, casi grita. Nunca creyó que echaría tanto de menos depilarse las piernas hasta que no pudo hacerlo más. Tiene que pasársela cuatro veces antes de sentirse decentemente suave, y se pasa las manos de vez en cuando, impresionada por la sensación. Tendrá que hacer que Max las sienta. Solía hacerlo en casa porque, ya que raramente se depilaba, siempre se sentía realizada cuando lo hacía. Además, plantarle la pierna en su cara siempre le molestaba y, ¿qué es mejor que molestar a tu hermano?

Sonríe y a regañadientes sale de la ducha, secándose y enrollándose la toalla en su cuerpo. No puede dejar de rozar una pierna contra la otra. Casi se ríe de ella misma. Se sacude el pelo, para tenerlo más o menos seco, pero pasarán horas hasta que se seque por sí solo. No le importa. Le permitirá sentirse limpia por un rato más.

Golpean la puerta. "¡Date prisa!"

"Qué borde," dice, lo suficientemente alto para que el guardia la escuche. "No tienes ni idea por lo que una mujer debe pasar cuando se ducha."

Escucha al guardia reírse, sea de ella o con ella no lo sabe. Le hace reírse de todas formas.

"S-sólo date prisa," le dice después de un largo rato.

"Cuidado, o me aseguraré de ser más lenta."

Ella le oye bufar.

No tarda mucho, aunque lo considera sólo por enervarle. Se pone la camiseta limpia, el cuello en forma de v le ofrece frescor pero el material es suave y confortable. Después se pone los vaqueros, sin querer saber cómo averiguaron perfectamente su talla, y luego se puso los calcetines y sus propias botas de combate. Nunca dejará de ponérselas, no por lo convenientes que son para ocultar armas.

The Uprising (Book #3 - The Inception Trilogy) // EspañolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora