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— Entonces, ¿lo perdonaste? —preguntó Cath mientras nos sentábamos en una mesa de Starbucks.
— Sí —me encogí de hombros—. No podía decirle que no si me compraba pizza y gomitas.
— Él podría matar a tu mamá y tú lo perdonarías enseguida.
Jadeé indignada.
— ¡Eso no es cierto!
— Lo es. Podrá ser un idiota y salir con una perra, pero tú lo perdonas siempre, no puedes vivir sin él —rodé los ojos—. No entiendo como es que niegas sentir algo por él —ahora ella fue la que rodó los ojos.
— Sólo somos amigos. Es como mi hermano, jamás sentiría algo por él —hice una mueca de asco.
— No decías eso en Diciembre del año pasado.
— Estaba confundida. Estaba pasando por cosas difíciles y él siempre estuvo ahí. Simplemente confundí mis sentimientos.
— Calumnias.
— Además, las cosas son muy distintas desde el año pasado, él tiene novia.
— ¡Y es una maldita zorra! —toda la gente en el Starbucks nos volteó a ver. Ambas nos encogimos en nuestros lugares.
— Eso es cierto —le di la razón—. Pero él la ama y ya me cansé de intentar hacerlo entrar en razón —suspire—. Además, yo... Estoy... ¿Viendo a alguien?
Sus ojos parecieron querer salirse de sus órbitas—. ¿Quién? —me encogí de hombros. Planeaba dejarla con la duda—. Sangre sucia, debes decirme.
— Sólo diré que lo conoces y que no es para nada serio, simplemente creo que tal vez haya algo, en un futuro —sentí su mirada fulminarme y después bufó.
— Yo seguiré con mis esperanzas en Delicity.
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