Capítulo 1: Feliz cumpleaños

2.8K 74 7
                                    



Hoy no fue un buen día. 

Principalmente por una deuda que hasta hoy no había pensado que era casi imposible de pagar, tenía más de una razón para cuestionar esta idea y entre ellas era que realmente no tenía salida, ni opciones.

Bueno, no empezaré por contarles desde que me levanté de la cama porque en realidad no hice gran cosa, así que omitamos todo eso hasta el momento de su visita. Era el cumpleaños de Angie, mi supuesta "mejor amiga". Sé que no suena muy bien pero sigan leyendo y entenderán por que dije eso. 

Estaba terminando de ponerme mis zapatillas, cuando tocaron la puerta de mi apartamento. Seguro era ella, por suerte guardaba su regalo justo en la encimera de la cocina. Tenía una llave de la puerta, por lo que no le demoró mucho tiempo entrar a mi silenciosa morada.

Y ahí estaba, sentada en el sofá de la sala, leyendo una revista de moda que era suya. Algún día le diré que no deje nada pero por el momento sus revistas me servían como posa vasos.

- Adivina quién vendrá a mi fiesta, - La miré frunciendo el ceño, esperando a que continúe. – es una adivinanza, generalmente cuando...

- No sé quién irá, Angie. - lo dije con voz cansada, asi que para que no se sienta conteste con sarcasmo. Eso nunca falla. - Espera... ¿esa soy yo? ¿Me estás invitando oficialmente?

- Claro que no, mensa. ¿Por qué irías si se va a bailar y a celebrar?

Le tiré el cojín del sofá esperando a que se calle, pero ella sigue hablando tanto que hasta puede estresar a un loro. 

Angie Green: parlanchina, alegre e hipócrita. Sí, así era ella.

- Ok, no. Pero, ¿en serio no sabes quién irá? Ayer te di muchas pistas.

- Ayer hicimos muchas cosas, idiota. - Aún recuerdo su cháchara, su actitud infantil tratando de llamar la atención de todas. - Más de las que normalmente me gustaría.

Le di la espalda para buscar  su regalo, no quería responder algo que no debía aunque me moría de ganas por decirle que no me interesaba. 

Doña aburrida me llaman. Soy buena quitándole lo divertido a la vida, como si fuera un pinche mosquito en la noche mas relajante de tu pesada vida. 

 Angie mencionó algo relacionado a su trabajo cambiando de tema, es así la mayoría del tiempo; por esto me cuesta seguirle el ritmo, en fin, ¿quién la entiende?

Dejé su regalo en la mesita que tenía al costado de los sillones, después se lo daría. Se puso de pie con una sonrisa, al principio titubeó preguntándome silenciosamente si iba a demostrar mi afecto. Dije que sí al mover mis brazos. Está de más decir que me ayudó a abrazarla. 

- Feliz cumpleaños, Angie.

¡Joder! Los abrazos, ¿quién los inventó?

Separarme del calor corporal fue más que satisfactorio y todo por su avaricia. Aquí, Kate Leadman siendo una perra despiadada con su amiga pero así soy al igual que cada persona soy diferente y algo cruel como muchas que conozco.

- Gracias, Kate. – Vaciló, cuando le di la caja envuelta en papel y moños –. Esto de ser emotiva me gusta, amiga, luce tu lado mas lesbi.

¿Divertida no?

Mientras abría su regalo, aproveché en tomar un poco de agua para procesar un poco lo que pasaría. Tal vez ella gritaría como fangirl adolescente, o podría reír como desquiciado y en el peor de los casos podría molestarse.

Volteé para verla, ya que la pequeña sala se había quedado en silencio, algo muy raro cuando estaba ella. Tenía la boca abierta y me miraba con asombro. En la mano derecha llevaba el collar de diamantes, pensé que le gustaría porque a ella le gusta todo lo costosamente brillante, y no sé cuánto vale el collar pero parece caro.

- ¡Gracias! ¡GRACIAS! –. Gritaba Angie a todo pulmón. Esta vez no pude hacerlo bien, ella iba a romper mis costillas si no se detenía en ese instante. De pronto paro bruscamente, me miró de forma inquisitiva frunciendo el ceño para darle énfasis. – Pero, ¿de dónde conseguiste esto?

Puse cara de ofendida pero me ganó la sonrisa, una de las que me salían perfectas con tantos años de práctica pero eran falsas para mis ojos. Ella sabía muy bien que yo no tenía dinero y que cada moneda era algo valioso.

- Muy buena pregunta –. Achinó los ojos. Respira Kate, tú eres capaz de mentirle a Pinocho. – Pues, resulta que un amigo me vendió el collar a un buen precio, ya sabes, le traía malos recuerdos. ¿Contenta?

- Lo siento, no quise ofenderte ni nada. Pero sé cuál es tu situación y esto debe de costar miles de dólares.

- ¿Mi situación? ¿Insinúas que no tengo dinero? - Pregunté con tanto drama que ella me miró de forma irónica. - Bien, no tengo ni para mi ataúd, pero si te hace sentir mejor el collar dijo tu nombre cuando lo toqué.

Eso era cierto. Y sé que hice bien en recalcarlo porque estaba sonriendo.

Me agradeció una vez más y cuando quería abrazarme negué con la cabeza. Eran suficientes abrazos por un día. No le importó si fue mal educado de mi parte porque aún seguía sorprendida.

- Será mejor que nos apresuremos. – Sugerí. Ella asintió con la mirada en su nuevo juguetito.

Mientras se ponía el dichoso collar saqué mi bolso y me hice una coleta dejándome el flequillo. Odiaba llevar el pelo suelto. ¿A quién le gustaba? Ya listas para salir tomé a Angie del brazo para que se moviera y no se rompa la cara por no prestar atención mientras camina.

Antes de cerrar la puerta contesté con un mensaje las dichosas llamadas que molestaban desde ayer.

- Deja de llamar o tu novia se va molestar, idiota. 

TÓXICOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora