Capítulo 13: Sin escape

395 16 0
                                    

La verdad es que el rojo se veía genial.

Caminamos por los pasillos, ellas con elegancia mientras que yo doblaba las rodillas al caminar. Un avestruz tiene más clase, pensé. ¿Ahora entienden porque amo las zapatillas?

Bendito sea el que las inventó. Bendita tu silla, bendito tu lápiz, bendita tu madre, hermoso ser.

Clarisa era la única que no se reía de mí, con disgusto y para mi buena suerte me ayudó a caminar pero la cara de culo no se la quita nadie.

- Gracias, no tenías que... - No pude terminar porque la señorita me ignoró, se fue a conversar con Stan que nos guíaba.

Ignórame que yo haré lo mismo.

La pista era grande, no podía ver la luz del fondo pero el resto sí estaba iluminado con una luz suave casi sombría. Antes en los pasillos, Stan nos dijo que cada una debería caminar por todo el área moviéndonos al son de la música, mientras que él nos ponía brazaletes con números.

- Ahora es su momento. 

Veinte chicas estaban enumeradas, la primera fue descrita como una morena alta de sonrisa muy bonita pero a este paso iban a tardar mucho. Era perfecto.

Stan volteó para decirle algo a uno de los hombres de seguridad y este se fue con él. Era mi momento, tenía tres segundos para escapar de ambos, antes de que volteen. Me quité los tacones y corrí por el pasillo, tenía la suerte de ser la última en salir, tal vez por ser la más reciente. 

Los verdaderos obstaculos eran las cámaras, cuando llegue a una camara oculta fingí peinar mi cabello tratando de acomodarme el vestido con un paso ligero, y aqui se fueron los ventitres segundos.

Lastimosamente llegué a otro pasillo, y era este el que me llevaba al salón iluminado. Sabía que tenía un límite de dos minutos, el necesario para sacar la camiseta negra, mis botas, mover los clavos que puse en el baño y sacar un espejo pequeño.

- Escapar no te servirá, tonta.

Clarisa.

Estaba retocándose el maquillaje en uno de los inmensos espejos. No tuve miedo, el convencimiento que había en su voz solo me hizo molestar. 

- Tengo que irme. - Negó con la cabeza, mientras sonreía triunfante. - Tengo un plan, si no te importa me iré aún si le dices a alguien.

- En realidad no me importa lo que...

- Tengo un minuto y cincuenta y dos segundos. - Solo así capté su atención, dejó el labial pero me miró de forma inquisitiva. - Conozco cada detalle de esta habitación, sé que detrás de ese espejo hay una caja fuerte, hay tres cámaras escondidas en el siguiente pasillo, las flores que llevas tenían micrófonos escondidos, la ventana del baño no es una salida y sé como salir.

Diecinueve segundos menos.

No me importó, si tenía que encerrarla lo haría, me puse la camiseta negra, las botas y me fui al baño, moví los clavos para que el agua no se detenga porque lo hacía cada dos minutos. Si piensan que estoy en el baño podría ganar quince segundos antes de que habrán la puerta. Le puse seguro y salí.

- ¿Estás segura de que puedes salir? - Clarisa estaba en la puerta mostrándose vulnerable, supongo que tenía la esperanza de salir. - Quiero ir contigo, no voy a delatarte.

¿Esa era una amenaza?

- Puede ser peligroso, si esto falla...

- No tenemos tiempo, ¿verdad? Conozco la salida.

Ahora sí llevo maletas.

- Bienvenida a bordo.

Corrímos al siguiente pasillo, no sin antes llevar el espejo.

- En esa ventana hay dos alfileres tienes que ser rápida mientras me ocupo de las cámaras, tienes cuatro segundos.

Se movió rápido mientras que yo tapaba una parte de la cámara. Bajamos la cabeza y abrimos una puerta con los alfileres. Nos tomó unos segundos pero lo hicimos.

- Si esto no funciona me iré a la pista y diré que no conocía tus planes macabros, voy a culparte de todo así que más te vale saber lo que haces.

Las maletas no hablan.

Busqué las sábanas de esa habitación, era el primer lugar que vi. 

-Ayúdame a sacarlas por la ventana.

- Tenemos que ir por la otra puerta, esta parte siempre la vigilan, la otra no, porque nadie puede abrir la puerta ni siquiera con alfileres.

Joder.

Sacamos todo, pero antes le pedí que hiciera nudos mientras buscaba cómo abrir la maldita puerta. Pero el tiempo se acaba y el sonido de unos pasos alertaban la presencia de alguien.

Le hice un gesto para que se calle y vuelva al cuarto, me metí en una de las puertas que estaban abiertas, por supuesto, estaban oscuras y sin ventanas. Cuando el guardia pasó, Clarisa salió y le señale la puerta continua. Las cámaras no verían nada porque era un pequeño espacio del pasillo. Error de seguridad que yo iba aprovechar.

Clarisa se metió en la puerta que le dije llevando las sábanas, seguramente como garantía de que no me iba a escapar sola. Saqué el espejo para ver si había alguien estaba en el pasillo siguiente, pero no había nadie. 

Esto era perfecto.

Recorrí el pasillo pero algo raro me pasó, este lugar no tenía cámaras, el silencio era sepulcral pero entonces entendí. Esta no era la salida, me paré frente a una puerta, la del señor Gustave. Voltee cuidadosamente al otro pasillo pero estaban dos hombres caminando, recorriendo el pasillo. Apresuré mi paso, sabía que me iban a alcanzar en mi desesperación intente abrir la puerta pero para mi mala suerte esta emitió el peor de los chirridos, solté la manija y corrí.

Corrí por mi vida, iba a ser golpeada si me encontraban, iba a avisarle a Clarisa cuando salió del cuarto y se fue a la pista, sin alterarse. Traté de no hacer mucho ruido pero los guardias ya estaba corriendo para alcanzarme. En este momento solo se me ocurrió dos cosas, llorar y suplicar o quitarme la camiseta e ir a la pista como si nada pasara. 

Obviamente escogí la ultima, pero es que cuando tengo presión se me ocurre de todo. Abrí una puerta y la volví a cerrar. Me dirigí a la habitación iluminada, me quité el polo negro y las botas. Ya tenía los zapatos en una mano, dispuesta a irme cuando recordé la ducha, tenía que escapar antes de regresar de la pista.

Cuando llegué Clarisa ya estaba caminando en la pista mientras la describían ella sonreía como si nada pasara. Me arreglé el pelo, me puse los tacones dispuesta a caminar aún con los restos de  adrenalina, hasta que vi a Stan. Era imposible que omita mi ausencia.

- Disfruta tu última noche, bonita.

TÓXICOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora