Moesha terminó de acomodar sus juguetes, suspirando y recostándose en su cama con los brazos abiertos. Había sido una larga tarde jugando a la fiesta de té con sus muñecos, especialmente porque hubieron invitados nuevos; la Sra. Unicornio, el Sr. Pingüino y el hijo de la pareja de casados, el Sr. Bigotes. Y debía admitirlo, el Sr. Bigotes era muy descortés y quisquilloso, le estuvo sacando los colmillos todo el rato a la Sra. Orejitas.
La infante dejó la bandeja donde habían tazas de té sobre la cómoda, y decidió acercarse al hamster que su padre le había dado en su séptimo cumpleaños. Observó cómo éste estaba levantando, pero sin parpadear ni moverse.
— Uh, ¿ahora que le pasa? —preguntó la pequeña. Abrió la jaula y tomó el hamster, que aún se mantenía inmóvil. Suspiró al ver que ante las caricias no se movía. Dejó el animal sin vida en la mesa, mientras que iba al baño y sacaba dos bolitas pequeñas de algodón. Volvió a tomar el animal y abrió la boca de éste, mientras que metía las dos bolitas de algodón, una a cada lado de los mofletes. Al terminar, lo metió en su jaula y lo dejó en la rueda.— Bueno, al menos así parecerá que sigues vivo.
—¡Moesha, mi vida, baja a cenar! —llamó Julieta, la madre de la infante. Julieta trabajaba cómo diseñadora de moda, ya tenía su propia línea de ropa y pronto de maquillaje. Julieta es una mujer hermosa, muy amable y cariñosa con sus dos hijas, Agatha y Moesha. Hoy, Edward, el mejor amigo de la madre de las niñas había sido invitado a la cena.
Moesha, al escuchar el llamado de su madre, lavó rápidamente sus manos y salió de su habitación corriendo, chocando con una de las criadas de la casa.
— Uh, lo siento, María. —se disculpó la menor algo avergonzada.
— Está bien, Moesha. No corras tan rápido y mucho menos por las escaleras. —Moesha asintió— Voy a dejar la ropa en su habitación, señorita. —y entonces, se fue y la pequeña siguió su camino. Al bajar, su madre y Logan ya estaban en la mesa, hablando.
— Oh, ¡pero mira que grande estás! —exclamóLogan al ver a Moesha— ¿Cómo estás, Moon? —Moon era un diminutivo de Moesha que Logan y la mayoría de conocidos de Julieta y demás personas le habían puesto a la menor, pues según Moesha, su nombre era de mayores, y prefería uno más pequeño como "Moon"
— ¡Muy bien! —Moesha se acercó a Logan abrazándolo, sintiendo el perfume que él emanaba. Él sin dudarlo correspondió el abrazo, mientras que Julieta miraba la escena sonriendo.
— Hola, Logan. —dijo entonces una voz femenina. La de Agatha, quien se acercaba al mayor para saludarlo y sentarse al lado de su madre. Moesha hizo lo mismo, pero sentándose al lado de Logan.
Moesha siempre admiró al castaño, él era un gran psicólogo. Pero admirar no era la palabra adecuada para lo que sentía la menor. Conocía a Logan desde que tenía cuatro años, para entonces, Julieta había ganado el juicio de Agatha y Julieta cuando se separó de su marido, el cuál tan sólo les mandaba el dinero correspondiente a la pelirroja y la castaña, pero nunca las veía. Desde entonces, Moesha había sentido que Logan era su padre, o bueno, él trataba a Agatha y a la castaña cómo unas hijas, y aunque Agatha sí lo sentía cómo un padre, Moesha no quería sentirlo de tal forma, ni que él sintiera que ella es cómo su hija. Ella lo amaba, pero de otra forma. De una forma enfermiza y posesiva.
La cena había transcurrido de forma tranquila, Logan había preguntado a las hermanas cómo iban los estudios y más cosas, mientras que Moesha era la que más hablaba en la mesa. Después, el mayor tuvo que regresar a casa, pues había dejado a su hija Adrianna sola, y aunque no le preocupaba demasiado, tenía que hablar con ella sobre sus recientes notas, que fueron bastante malas a decir verdad.
Moesha se despidió de su madre y de su hermana, y fue a su habitación a ponerse su pijama, que consistía en una blusa de manga larga rosada con dibujos de unicornios, al igual que el pantalón del mismo. Había cepillado su cabello castaño, y antes de irse a dormir, miró al hamster.
— No puedo verte así... —murmuró la pequeña. Caminó hacia uno de los cajones, sacando sus utensilios de coser. Sacó una pequeña aguja e hilos, y una tijera pequeña y afilada. Tomó el hamster y se sentó en su escritorio.
Le sacó los algodones de los mofletes, y entonces, se dedicó a meter el hilo en el agujero de la aguja. Metió lo antes dicho la parte del cuello, empezando a coser al rededor de éste. Luego, hizo lo mismo con los brazos y pequeñas piernas, haciendo... que el animal ya no se parezca un hamster. Al terminar, tomó la tijera y clavó la punta en las orejas, cortándole éstas. Frunció el ceño, no, debía hacer otro corte, pero no sabía dónde.
— Oh, sí, ¡la cabeza! —susurró. Abrió las tijeras y en la cuchilla derecha, clavó ésta en su cuello cortándole la cabeza. Se levantó de su silla y se fue a lavar las manos, tomó en papel higiénico el cuerpo del hamster y lo tiró a la basura del baño, cubriendo éste entre papel y paños para que nadie se diera cuenta.— Adiós, mofletes —fue lo último que dijo antes de volver a su cama. Apagó la lámpara que tenía al lado y se arropó, cerró sus ojos y abrazó al Sr. Pingüino, y entonces, cayó en un profundo sueño.
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Primera parte publicada, sisi. Qué macabra es Laneya, ¿no?
Sí quieren que dedique capítulos me dicen ;-;
Bueno, espero la historia sea de su agrado. ¡Adiós!
—Ghxst girl.
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Amor enfermizo // Moesha
Mystery / Thriller✽》No siempre las personas que se ven tan sumamente inocentes pueden llegar a serlo verdaderamente; a veces, aquellas personas pueden llegar a convertirse en una pesadilla, tú peor pesadilla. Laneya, una 《pequeña niña》 de ocho años, con una ment...