Capitulo. I.

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Capitulo. I.

La incesante alarma me despierta. Cuatro de la mañana esa es la hora de cocinar el desayuno y dejar la casa brillante, aparte de eso también debo levantar al irracional de Daichi, el chico más peligroso de esta casa. Suspiro parada frente a la puerta de ese imprudente muchacho, sin demora me giro y bajo a la cocina.

Primero debo preparar el desayuno, sino la bruja loca me asesina, hacer esto todos los días es agotador. En estos momentos odio a mi padre.

_ Ese vejete. Más vale que jamás se cruce en mi camino. –digo en voz baja mientras corto el salmón.

Después de una hora cortando y cocinando todo con sumo cuidado, preparo la mesa, esta mujer no se cansa de comer siempre lo mismo. Sopa de miso blanco, arroz cocido, salmón a la parrilla, encurtidos, tortilla y estofado de algas. Aparte tengo que hacer el de Dajan; panqueques con jarabe de fresa.

Rápidamente miro la hora y es tarde.

_ ¡Oh, debo despertar a Daichi! –digo apresurada.

Sin demora abro la puerta y me acerco con cuidado a la cama y desde lejos lo llamo.

_ Daichi. –le digo en voz baja. –Daichi despierta que es tarde. –pero al no ver respuesta mi mano toca su hombro.

Y en menos de un segundo él está encima de mí.

_ Buenos días, mi querida conejita. –dejando al descubierto su perfecta dentadura.

No se puede negar lo lindo y tierno que luce este idiota, su cabello es rojo fuego y sus penetrantes ojos negros le dan ese toque de querer apacharlo, ya que tiene esa apariencia de niño indefenso. Pero no se crean nada es un ¡Pervertido al extremo! Sin darme cuenta su mano está subiendo por debajo de mi camisa.

De inmediato le suelto una bofetada.

_ ¡Qué te pasa idiota! –digo zafándome de su agarre.

Después de huir de ese loco pervertido, me encierro en mi habitación, todo mi cuerpo tiembla de miedo; he hecho esto tantas veces, pero aun no logro adaptarme a esto y creo que nunca lo haré. Todo los días temo por mí; para ser un simple chico de quince es aterrador, sentí asco al recordar como su mano se habría camino entre mi camisa.

Cierro los ojos buscando la calma perdida, con pasos torpes me dirijo al baño. Necesito una ducha, la sensación del agua recorre mi cuerpo me agrada es tan cálido. Al salir me visto lo más rápido que puedo y al fijarme en lo tarde que se me hacía cepille rápido mi cabello y lo trence, tomo mi bolso y salgo.

Me voy ante de que los dos príncipes, según mis amigas aparezcan, cada vez que lo hacen me dejan en ridículo frente a todo el colegio. Una voz sutil hace que me gire.

_ ¡Mitsuki! –es Mía mi mejor amiga desde que tengo recuerdos.

_ Buenos días Mía. –le digo con una amplia sonrisa.

_ ¿De nuevo huyendo de los príncipes? –la miro y suspiro.

_ ¿Príncipes? ¿Dónde? –indico mirando a los lados. Mía suelta una risilla. –en realidad no sé qué le ven de genial a esos dos, son un par de ranas verdes y viscosas eso es lo que son.

Mía coloca el brazo sobre mi hombro.

_ Sí, sí, tienes razón.

Al llegar al colegio todas las chicas están amontonadas mientras sueltan sus tormentosos gritos de emoción. ¿Los idiotas llegaron tempranos? –me dije a misma. Una de las chicas se acerca a nosotras.

_ ¡chicas tienen que ver a este bombón! –dice sobre excitada.

_ Para ustedes cualquier animal con pantalón es un príncipe. –expreso desinteresada en ver a ese tipo. La chica me mira con odio.

_ Las sirvientas como tú no sabrán jamás lo que es hombre como este. –se gira y toma un poco de aire. – ¡Hey, chicas! ¡Aquí llego la chacha de nuestros queridos Dajan y Daichi!

¿Qué? ¿En serio? Esto no puede ser peor, siendo lo más rápida posible tapo mi cara con mi mano y me escabullo entre las locas éstas, pero para mí desgracia una mano sujeta mi brazo. ¡Esto no puede estar pasando!

_ ¡Espera! – ¡Eh! Una voz grave ¿Un chico? en ese momento me giro.

Estoy perdida he sido hechizada, mis ojos se encontraron con los de ese chico. ¡Dios he visto un ángel!

_ Disculpa ¿Conoces en verdad a esos chicos? ¿Sabes dónde puedo encontrarlos? ¿Tienes su dirección? –un sinfín de preguntas abruman mi mente.

_ ¿Eh? –es lo único inteligente que escapa de mis labios.

Su mirada se apaga al ver mi respuesta, él se aleja un poco de mí, y es allí donde mis pupilas bailan sin parar al recorrer ese lindo rostro, piel blanca, ojos negros y una sedosa cabellera negra. Su cuerpo es esbelto y alto.

_ ¡Prín… cipe! –aquella palabra se escaba de mi boca.

Él me mira extrañado, no más bien como si estuviese loca.

_ Lo siento, le debo una disculpa. –dice haciendo una reverencia.

Yo aún perdida por tanta belleza. Lo sujeto del brazo.

_ Espera. –susurro. Él se detiene y me mira confundido. –yo… yo si los conozco. –digo al final.

_ ¡En serio! –de pronto su rostro se ilumina.

Definitivamente me acabo de encontrar con mi futuro príncipe.

Mi Cenicienta. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora