Capitulo. 4.

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Me levanto de la cama sin ganas de nada, la verdad no pude dormir bien anoche pensando en Ryota y su extraña personalidad la cual no puedo comprender por más que piense en ello. Sin demora salgo a preparar el desayuno, cosa que odio en cuanto al menú siempre es el mismo.

Dejo salir un suspiro al llegar a la puerta de Daichi ¿Cómo demonios lo despertaré para no terminar en sus garras? despacio abro la puerta y con el palo de la escoba lo pico un par de veces.

_ Daichi ya es hora de despertarse. –pero el muy hijo de su madre sigue como si nada. Así que me acerco lentamente y le vuelvo a dar con la punta de la escoba, para mi sorpresa jala la escoba y quedo cerca de él.

_ Te tengo mi conejita. Eres malvada al hacer eso conmigo. –indica con los ojos llorosos.

_ Ya basta de esto. De ahora en adelante te levantas por ti mismo. No quiero tener nada que ver contigo. –digo colocándome de pie. Pero su mano me sujeta con fuerza.

_ ¡No lo entiendes! ¿Verdad? Tú eres mía. –dice alterado.

Esa mirada me asusta. Daichi es un poco aterrador a veces. Llevo mi mano hasta la de él y lo calmo.

_ Daichi. Ya no eres un bebé, así que si quiere que me fije en ti actúa como un chico maduro.

Al parecer mis palabras hacen el efecto deseado y con un brillo en los ojos me deja libre.

_ ¡Lo intentaré! –grita emocionado.

Rápidamente salgo de ese lugar. ¡Eso fue genial!, al salir de la habitación de Daichi me encuentro con Ryota, su cara no es precisamente de felicidad, más bien asusta. Me aparto a un lado y hago una reverencia.

_ Buenos… días. –le digo tartamudeando.

Pero él sigue sin siquiera mirarme. ¿Qué pasa con este chico? ¿Acaso es bipolar o qué? Ya no entiendo nada, ayer, hoy… ¡Es tan diferente! Inhalo y continúo mi camino. Al fijarme en mi celular veo que es tarde.

_ ¡Llegare tarde! –digo entrando a mi habitación.

Sin demora me visto con el uniforme, tomo mis cosas y salgo como alma que lleva el diablo. Al salir me echo a correr como loca, pero para mí desgracia el bus me deja.

_ ¡Aaaaaaaaaah! ¡Odio este mundo! –grito golpeando un árbol con el pie. – ¡Estás cosas sólo me pasan a mí!

_ Señorita ¿Quiere que la lleve? –mi cuerpo se gira para ver lo que mis ojos no pueden creer. ¿En serio? Esto debe ser una broma.

Ryota en un lujoso auto y sin mencionar esa extraña vestimenta que usa ¿Quién demonios es este hombre? Cada día descubro cosas raras en él. Lleva un saco un poco llamativo en los hombros caen unas cuerdas de color dorado y una cuerda más larga del mismo color cruza su brazo y en la parte del frente del lado derecho varias medallas o lo que sea en realidad desconozco lo que viste una serie de botones dorados llegan hasta su hombro izquierdo. El atuendo es muy exagerado.

Sin disimulo no aparto la mirada de él, Ryota me observa por el rabillo del ojo.

_ ¿Qué sucede? –yo abajo la mirada.

_ Nada. –Pero sale del auto.

_ Vamos dilo. –trago saliva y lo miro.

_ ¿Haces cosplay? –Ryota abre los ojos y de repente suelta una carcajada.

_ ¿Lo dices por mi atuendo? –se acerca a mí.

_ Si te lo dijera tendría que asesinarte. –mi corazón da un salto de miedo.

Insisto ¿Quién es él? sin más abre la puerta de su auto y me indica que entre, no tenga más opción que aceptar ya que voy tarde al colegio. Durante el camino ninguno de los dos dijo nada. Sin demora me bajo al ver que hemos llegamos.

Mi Cenicienta. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora