Capitulo. 3.

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Después de la tremenda escena de anoche la bruja loca, se fue a dormir sin comer nada. Eso debe ser grave para dejar perder según ella un manjar. Me levanto con pereza a preparar el desayuno y la tarea más difícil despertar a Daichi, sin demora me arreglo y salgo sin hacer nada de ruido, para cerciorarme de que por alguna extraña razón me encuentre con alguno de ellos, me echo a correr sin querer tropiezo con alguien.

_ ¡Disculpe! –digo haciendo una reverencia.

_ ¡Ah! Si es la señorita de Ayer. –Esa voz me es familiar, así que levanto la mirada.

_ Príncipe. –me tapo la boca. Él me mira curiosos.

_ ¿Príncipe? –yo niego con un movimiento de cabeza. –Bueno la verdad no nos presentamos como es, mi nombre es. –En ese momento el claxon del bus me distrajo.

_Lo siento, pero debo irme. –me despido alzando la mano.

Estuve a punto de saber su nombre, un segundo  más y ya no sería un desconocido, dejo salir un suspiro mientras miro por la ventana. Como siempre las chicas están reunidas esperando al par de idiotas, rápidamente me escabullo por detrás del instituto. Odio tener que vivir huyendo de esas locas.

_ Malditos mocosos, desde que llegaron a mi vida he tenido que vivir así.

_ Ya veo que esos hermanos tuyos te han vuelto loca. –me detengo y miro a los lados hasta dar con la persona responsable de distraerme.

_ Johnny. ¿Qué haces aquí?

Él sonríe y se acerca.

_ Lo mismo que tú huyendo del bullicio de las lunáticas.

Mi mirada se desvía hacia su mano, en ella tiene un libro.

_ ¿Libro nuevo? –él lo mira y lo alza.

_ Sí. Es de horror ¿No quieres leerlo?

_ No gracias, ya sabes cuales son mis favoritos. –Johnny lleva su mano a la cabeza.

_ Sí, sí… los cuentos de hadas, esos libros son puras bobadas. Lo único que hacen es llenarles la mente a las chicas de hombres irreales que nunca encontraran en la realidad. –le dedico una mirada asesina.

_ Y tú, enfermándote la mente con esas idioteces… no me gusta nada que tenga que ver con fantasmas o esas cosas. –Digo sin mirarlo.

Desde pequeña siempre le he temido a los lugares oscuros y abandonados, pero nada del mundo vería o leería algo que tenga ese género.

La primera hora terminó, así que busco a Mía para ir a almorzar juntas, pero mi mala suerte me persigue, tanto huir para encontrarme con Daichi. Rápidamente me giro, pero es demasiado tarde, ya que él me vio.

_ ¡Te tengo mi conejita! –dice presionado mi brazo.

_ Suéltame Daichi, hoy no estoy de humor para jugar a tus tontos juegos. –Pero él me da un jalón obligándome a pegar mi cuerpo con el de él.

_ La conejita no entiende quien es el amo en este juego. –la rabia sube hasta mi cara.

_ ¡Te dije que no quiero! –y le doy un golpe en el estómago.

En ese momento aprovecho para escapar. Correr, eso es lo único que he hecho en estos últimos casi dos años. Al final el recreo terminó y no comí nada, y para completar es hora de volver a casa, sino llego a tiempo Aida me asesinará.

Me detengo frente a la casa recuperando el oxígeno. Abro la puerta y voy directo a la cocina, sobre la mesa está el menú de hoy.

Mi Cenicienta. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora