Miro el reloj por quinta vez y luego la puerta de entrada por décima. Pero todavía no hay señales de ella. Aunque todavía faltan cinco minutos para que se cumpla la hora acordada, no tengo que ser tan ansioso.
Lamentablemente, a la ansiedad le tengo que sumar un poco de nervios, los resultados que podrían dar el plan que hace tanto estaba planificando me carcomen la mente. Bebo un sorbo importante de cerveza, donde creo yo que voy a poder obtener valentía, y lo único que puedo hacer ahora es resignarme a esperar.
Mientras tanto, le echo una ojeada al lugar. Está abarrotado de gente, la mayoría jóvenes ya pasados de copas que creen tener el mundo a sus pies, viejos marginados en las oscuridades de las esquinas que priorizar beber antes de todo y algunas cuantas parejas repartidas por todo el bar demostrando su amor a los besos. Los viernes siempre suelen ser los más intensos acá, y no es que lo sepa porque venga seguido (bueno, en realidad sí), hay más movimiento, más luces, la música más alta, más bebidas que vienen y van, y hoy no es la excepción.
De repente llegan los gritos euforicos y victoriosos de un grupo de jóvenes alocados en un extremo hasta la barra y comienzo a arrepentirme de haber elegido este lugar. Quizá no fue una buena idea haber venido hasta acá. Se me ocurre mandarle un mensaje y citarla en otro lugar más tranquilo antes de que llegue, pero antes de tomar el celular de mi bolsillo le lanzo una mirada rápida a la entrada y ahí la veo.
Ella nisiquiera se molesta en buscarme, ya sabe que siempre me gusta sentarme en frente de la barra. La observo acercarse con sus típicos pasos confiados y elegantes hasta que llega a mi lado.
—Hey —me saluda, con su sonrisa ladina y encantadora.
—Hola, Nat.
Se acerca y me da un beso cerca de las comisuras de mis labios. Hace años que hace eso cuando nos encontramos y todavía sigo sin saber por qué me desconciertan tanto esos besos. Quizá porque nunca me lo espero, de todas formas me fascinan.
Cuando se aleja de mí, me observa atentamente mientras se sienta en la silla que aparté para ella. Dirige su mano a mi barbilla y me acaricia rápidamente hasta la mejilla, sientiendo mi nueva barba entre sus dedos. Vuelve a sonreír, está a punto de decir algo, un comentario sobre ésta, pero no lo hace. Quizá no le gustó. Baja su mirada hasta la botella de cerveza que descansa entre mis manos y frunce el ceño ligeramente, recelosa.
—Empezaste sin mí. —Le hace una seña al barman y éste enseguida se acerca—. Un martini, por favor.
El hombre hace una seña de asentimiento y se pone a trabajar. Ambos nos miramos por unos segundos sin decir nada.
—¿Cómo va todo? —le pregunto— ¿Cómo te fue en la misión?
—Bien, fue un poco difícil, se complicó en un momento pero nada que no pueda manejar. Sí fue un poco cansadora, igual ya repuse mis horas de sueño.
El barman le entrega la bebida a Nat y ella le agradece. Le da un sorbo y vuelve su mirada a mí.
—¿Y vos cómo estás?
—Bien —le respondo encogiendome de hombros, a diferencia de Nat no tengo mucho que contar. Mientras la pelirroja estaba de misión mis días incluían siestas, películas, café, pizzas y cervezas.
—¿Seguro? —pregunta, poco convencida—. Te noto… raro.
—¿Raro?
—Diferente. Preocupado o nervioso. ¿Seguro estás bien?
—Sí, Nat, seguro —le respondo, pero mi corazón late más rápido por ser descubierto y por mi reciente mentira dicha. Ella me conoce, es imposible ocultarle algo, por eso sospecha aun más.
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17 ARROWS
Fiksi Penggemar"¿Cuántas flechas se necesitan para derrotar a La Viuda Negra?" |Fanfic Clintasha| [Itsamelon - jul. 2017]