¿Quien eres tú?

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¿Que podía decir de mi? Me gusta el anime, me gusta la musica, pero era algo retraida ademas de discriminada por mi físico, era una chica gordita.

El anime que más me gustaba era Katekyo Hitman Reborn, era muy buena, te enseñaban cosas como la familia y los amigos, lealtad y todo eso.

Mi familia casi no me ponía antencion, siempre trabajaban y no conocían gran parte de mi vida.

Ya era por la noche casi madrugada, donde me había quedado viendo uno de los capítulos de mi anime favorito.

Era mejor dormir, ya sentía como mis ojos ardían por falta de sueño.

Esta vez sentía mi cuerpo algo más pesado de lo normal, tal vez el cansancio atrasado que ahora me estaba cobrando factura.

Me fui durmiendo poco a poco, dejándome llevar por Morfeo.

(*****)

Cuando desperté sentí frío, además de humedo, me removi un poco.

Al no sentir la usual cama abrí los ojos asustada, no estaba acostada en mi cama, sentía frío porque estaba fuera de mi casa y húmedo por el cesped que había sido cubierto por la brisa de la madrugada.

¿Donde rayos estaba?

Me levanté y miré todo a mi alrededor, pero lo único que veía eran grandes árboles y arbustos. Caminé un poco hacia donde podía escuchar algo de ruido.

Personas caminando por las calles y carruajes tambien, las vestimentas que usaban eran algo totalmente pasado de moda, al estilo victoriano, tal vez del siglo dieciocho.

Mi ropa me hacia llamar la atencion, ya que estaba usando mi pijama que consistía de un short negro corto y una blusa de tirantes color gris, mi cabello suelto de color rojizo, estaba descalza.

Tenía algo de frío, caminé por las calles abrazandome a mí misma, pensando que así mitigaria los escalofríos.

- Oye jovencita, ¿no quieres venir con nosotros?  Podemos darte algo de ropa- me habló un tipo que estaba acompañado de otro.

Ambos se veían siniestros, tenía miedo.

- Gracias pero no- intenté seguir caminando pero me sujetarón  del brazo y me empujaron hacia ellos.

- No te hagas de rogar, se nota que no eres de aquí, ven con nosotros te llevaremos a un lugar caliente-  el otro compañero de él, solo reía.

- No, sueltame- intente safarme, eran más fuertes que yo.

- Nadie te escuchará, estas son las callejuelas donde nadie transita, solo bandidos como nosotros-

Lo miré asustada.

- Claro que sí, tienes razón, solo bandidos y gente que pertenece al bajo mundo estaría por aqui, ¿cierto G? -  escuché su voz, me hizo voltear a mirarlo.

Cuando lo vi no podía creerlo, ¿era él?

- Cierto, ¿que haremos con ellos?- preguntó el pelirojo, era G, su tatuaje en su rostro era inconfundible.

- Solo dile a Él que ya sabe que tiene que hacer-  remarcó el "él" de su frase.

- Muy bien-

Su mano derecha dio unos pasos hacia donde estabamos, pero uno de los tipos me sujeto con fuerza.

- Si se acercan más ella pagará las consecuencias- amenazo.

Asustada miré al rubio, lo conocía muy bien y también sabia que él no dejaría que nada me pasara a mí, alguien inocente. Pero aún y así tenia miedo.

- Primo- susurre.

Tanto el pelirrojo como el rubio me miraron sorprendidos, y como no, había dicho el nombre que solo conocía la mafia.

- G, haste cargo- 

G hizo caso, en segundos ya estaba en brazos del rubio, quien me miraba con la interrogante marcada en su rostro.

- ¿Quien eres tú?- fueron las ultimas palabras que escuché antes de perder la conciencia.

La adrenalina se había ido, ahora solo quedaba cansancio en mi cuerpo.

Ser Diferente No Me Impide Amar. Giotto Vongola.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora