Seguir.

671 62 4
                                    

Los días pasaron y con ello me fui adaptando un poco a está época.

Era la antigua Italia donde todo era diferente, no entendía muy bien lo que hablaban algunas veces, pero ahora es cuando agradecía a mi madre el haberme forzado a ir a clases de italiano.

Empezaba a hablar más con los chicos, claro, teniendo cuidado de no decir más de lo que debería.

-Lizzy, buenos días- me saludó Giotto mientras estaba detrás de su escritorio.

-Buenos días, ¿molesto?- estaba asomandome detrás de la puerta.

-No, pasa, ¿ocupas algo?- me miró dejando lo que estaba haciendo.

-Sólo quería avisarte que iré a dar una vuelta al pueblo, quisiera ver un poco-

Me miró por unos segundos y después se levantó encaminandose hacia donde yo estaba.

-Entonces vayamos juntos, tengo unas cosas que hacer así que te acompañaré, claro, si no te molesta-

-Claro que no- le sonreí.

El que me acompañe mi personaje favorito y al que más admiraba era algo tan irreal pero fantástico.

-Vamos- me cedió el paso mientras el cerraba la puerta detrás.

Su ropa era sencilla pero a la vez elegante, además de que su olor cada que estaba cerca de mí, me embriagaba.

Emocionada lo seguí, caminamos hasta fuera de la mansión donde había un coche siendo tirado por dos caballos.

Los miré sorprendida. Eran caballos de verdad.

Nunca había visto caballos así tan de cerca. Maravillada me acerqué un poco a ellos.

-¿Nunca los habías visto?- me preguntó Giotto. Parecía divertido ante mi reacción.

-Sólo en libros o de lejos, pero nunca tan de cerca, son enormes- le sonreí.

Los miré por unos segundos más y después fui hasta donde estaba èl esperándome.

Me ayudó a subirme al carruaje, me acomodé. Antes de que entrará lo llamaron.

-Primo- era G.

-¿Que pasa?-

-El informe llegó, antes de que te vayas quiero que lo veas- lo miró serio.

-Esta bien- recibió unas hojas y las leyó. -Entiendo, ahora mismo voy para allá, dile a Alaude que lo esperaré ahí-

-¿A donde vas? - preguntó por primera vez el mejor amigo de Giotto.

-Lizzy quiere conocer el pueblo y ella no es ninguna criminal, así que no tiene porque estar encerrada, la llevaré ya que puede ser peligroso-

-Giotto, sabes que también puede ser peligroso para ti-

-Lo se, pero es más peligroso para una dama que anda deambulando sola por el pueblo-

-Bien, entiendo, jamás te ganaré, le diré a Alaude para que este lo antes posible contigo, tengo que salir a las negociaciones-

-Cuanto contigo, G- ambos se miraron.

Vi como se miraban, era notable cuanta confianza se tenían ambos. Era admirable.

Giotto se subió al carruaje y le dio indicaciones al chofer para que fuera directo al pueblo.

Estaba nerviosa.

-Por cierto Lizzy, ¿sigues sin recordar nada?- su pregunta me sorpendio.

-No, cuando lo intento me empieza a doler un poco la cabeza, lo siento- agacho mi mirada.

Mentí a medias, sabía mi nombre y sabía que ellos eran personajes además de que sabía de donde venía. Pero no recordaba nada más.

-No, perdóname a mí por ser muy insistente, sólo queremos ayudarte y saber si tienes una familia, tal vez están preocupados-

Si, creo que tengo una... Madre, pero no recuerdo nada más. Pensé.

-Gracias por todo lo que hacen, por ahora he sido una carga para ustedes-

-Te equivocas, es todo lo contrario, tu presencia a ayudado que las cosas en la casa sean más sencillas-

-Sólo puedo ayudar con la comida y algunos quehaceres- me sonroje.

Recordé que a los pocos días de estar ahí en la mansión Vongola, me había puesto a ayudar con la comida cosa que me reprendieron las sirvientas ya que ese era su trabajo. Después de hablar con ellas y con Giotto me dejaron hacer lo que quisiera, además de limpiar un poco.

- Y eso es mucho, no te preocupes, ahora mismo eres parte de la familia- me sorprendí.

Gire mi cabeza para mirarlo, èl me estaba mirando también.

- Pensé que los únicos que se podían llamar así eran las personas que... Pertenecían a la mafia- comenté dudosa.

- Sí y así es, pero dado el caso que tú sabes mucho por alguna razón, pero no recuerdas nada antes desde que te encontramos, nosotros pensamos que tal vez las demás organizaciones vengan por ti, puedes llegar a ser una persona muy valiosa para la mafia-

Eso no lo vi venir, ¿más personas podrían ir por mí? ¿tan peligroso es saber algo? Sí, la respuesta era más que obvia.

- No te preocupes, eres parte de la familia Vongola y mi protegida, así que no te preocupes de nada-

Sólo asentí.

Creo que para èl era algo fácil de decir pero, la persona que estaba en peligro de poder ser raptada o tal vez ascesinada no pensaba igual.

Al menos sabía que Giotto nunca rompía sus promesas, si él decía que me protegería sin duda alguna cumpliría con su palabra.

Cuando llegamos al pueblo, bajamos y caminamos por las aceras de las calles. Todo era tan bonito, cuando desperté en este lugar no le había tomado la menor importancia ya que estaba siendo acosada en ese momento.

- Woah- dije al pararme frente a la ventana de un negocio.

Tenía en existencia muchos listones de diferentes colores y algunos brillaban ya hermosamente.

- ¿Te gustan?- la voz de Giotto me hizo volver a la realidad.

- Si, son hermosos- los seguí mirando por unos segundos más.

Su mano tomó la mía y me arrastró dentro de la tienda. El señor, algo ya mayor nos sonrío.

- Adelante, siempre es bueno verte Giotto, ¿vienes a hacer algún pedido?-

Al parecer se conocían.

- Gracias, pero no, hoy vengo a comprar directamente- el señor me miró y luego sonrío.

- Ya veo, lo más hermoso para una linda dama, ¿que color quisiera? Tenemos de todos los colores- esto último me lo dijo a mí.

- Lo siento, pero no tengo dinero- lo miré apenada.

- Dame uno de cada uno de todos los colores que tienes, tranquila esto es un obsequio de bienvenida- agregó esto último cuando lo mire asustada.

- Ahora mismo lo empaco todo, es usted afortunado señor Giotto, conseguir a una hermosa dama-

¿A caso el señor pensaba que Giotto y yo teníamos una relación?

Avergonzada miré hacia otro lado, una risita se escuchó.

- Lamento decepcionarlo pero eso aún no pasa, tal vez en un futuro- giré mi cabeza para mirarlo.

Sólo me sonreía, tenía un rostro tan natural que parecia que lo que había dicho era en serio.

Si supiera que esas palabras pueden afectar a una mujer emocionalmente, no lo diría tan a la ligera.

Ser Diferente No Me Impide Amar. Giotto Vongola.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora