♦Capítulo 4♦

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Al parecer había demorado más de lo previsto por el príncipe, al menos eso fue lo que pensé cuando oí los golpeteos en la puerta de la habitación donde me había dejado para cambiar mi ropa

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Al parecer había demorado más de lo previsto por el príncipe, al menos eso fue lo que pensé cuando oí los golpeteos en la puerta de la habitación donde me había dejado para cambiar mi ropa.

-Aliciel, ¿ya estás listo?.- Preguntó desde afuera, con un tono algo ansioso en su voz, quizá podía ser preocupación. Tome aire antes de responder.

-Si... - Respondí avergonzado, con un hilo de voz apenas, mientras me acercaba a abrir la puerta. Mi mano temblaba cuando tomé el pomo reluciente de color plateado, cuando este giro y la puerta se movió con el leve empujón que di, varios ojos estaban sobre mi persona otra vez. Mi pecho se comprimió al verlos, mi respiración se tornó pesada y la cabeza comenzaba a jugarme una mala pasada con la interpretación de todas esas miradas juzgadoras sobre mi ser, sobre cómo analizaban mi cabello, mi ropa y todo lo que yo era desde la punta de mis pies hasta el último de mis cabellos. Asco, enojo, una rotunda decepción.

-¿Ósea que nunca fue Alicia?, ¡Qué es esto, majestad!.- Grito finalmente un chico, con un cabello de color grisáceo, como el color del cielo nublado a punto de lloviznar, un par de orejas de gato del mismo color de cabello, viéndose como el color más delicado que hubiera visto, se meneaban sobre su cabeza, se rizaban y todo culminaba en sus ojos. Unos ojos afilados con una pupila rasgada de color negro entre un cian sin manchas, como el cielo despejado por la mañana, pero que me veían como si fuera su peor pesadilla.

-Das vergüenza.- comentó, cuando noto que lo miraba a los ojos, inexpresivo. Había perdido el aire con ese simple comentario, los ojos comenzaban a arder y podía sentir como el sentimiento de dolor se expandía desde mi pecho hasta cada extremo de mi cuerpo.

-Chicos, basta. Eso no es nada amable y... - Antes de que aquel chico amable del color más puro y calmado terminara de hablar, gritaron al unísono: - ¡Queremos a Alicia!

-Lo sabía... -Comenté con apenas un momento en que mi voz pudo escapar del nudo en mi garganta, una sonrisa temblorosa escapó de entre mis labios, gesto que dolía de sobremanera realizar.- Nadie quiere a Aliciel, solo a Alicia. Incluso en mis sueños es así, donde esperaba un sueño cálido encuentro pesadillas que me recuerdan mi vida innecesaria por capricho de mis padres. ¿Sería mejor si yo hubiera sido quien dejaba de existir?, ¿Podría haber muerto y caer por fin en un sueño pacifico donde dejar de sentir este dolor en el pecho?-Una de mis manos temblorosas toco mi pecho sobre la tela de aquella ropa que parecía sentirse real.- Me odio, ¿saben?.- Ni siquiera entendía porque estaba dejando que las palabras se desbordaran de mi, como con cada una de ellas mi voz se rompió un poco más al igual que mi corazón. Di un paso al frente al ver que ninguno de ellos respondía, como cualquier otra de mis pesadillas, solo ojos viéndome como aquello que sentía que era: Un error, un lastimero conejo lastimado que ya no podría saltar y nadie quería tenerlo en frente viéndolo sucumbir ante su inmovilidad, recordándole lo penoso que era de no servir para aquello para lo que nació. No espere mucho más, cuando el primer sollozo por fin escapo de mi garganta, comencé a correr para alejarme de ellos, para evitar sus miradas, para dejar de sentir.

Aliciel in Wonderland [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora