Mientras la noche transcurría, aquellos seres mágicos y especiales se escondían de "su rey" en sus laberintos secretos o camuflados en sus hogares.
En cuanto a nuestro pequeño Aliciel, se encontraba dormido plácidamente en la gran y cómoda cama, aunque alguien lo observaba con curiosidad desde el lado de esta misma, moviendo su cola impacientemente de un lado a otro.
—Así que...¿tú eres Aliciel?.— murmuró aquel felino.— ¿Qué demonios haces aquí? — preguntó acercando aún más su rostro hacia él, casi rozando sus narices, a sus ojos, realmente el chico era muy lindo y adorable, pero no podía aceptarlo en voz alta, sintiendo que si lo hacía perdería contra su pelea interna de no aceptarlo ahí. Con cuidado junto sus narices sintiendo un aroma bastante llamativo y conocido que lo hizo soltar un quejido de entre molestia y sorpresa.
—Gatito...— Susurró el rubio tomando por sorpresa a Chershire, quien se alejó por reflejo, con el corazón latiendo rápidamente en el pecho al creer que lo había despertado.— Alicia, ¡No, basta!, ¡no me golpees!.—Se quejo en murmullos desesperados el chico en la cama, apretando los puños de las manos, su respiración había comenzado a hiperventilar y su rostro se deformaba en muecas de miedo y dolor. Sus orejas y cola se habían erizado por la sorpresa después de oír un gimoteo similar a un grito ahogado, al parecer había entrado en una pesadilla y para nada buena. No sabía que debía hacer, nunca había visto a alguien gritar por una pesadilla frente a él. Dudo un buen momento, pero después de todo, lo abrazó sin más, sin saber cómo reaccionaría aquel chico o si lo que hacía estaba bien. No podía dejarlo sólo allí, luchando en sus sueños por algo o alguien a quien "desconocía".
—Tranquilo...— Su voz fue apenas un murmullo cuando el chico gimoteo entre sus brazos, acarició su cabello con manos temblorosas, tratando de calmarlo. Eventualmente, sin poder darse cuenta de lo que sucedería, dio un leve maullido de queja mientras el pequeño se abrazaba él desesperadamente, sin muestra de que fuera a soltarlo.
—Mhh...—Se quejó seguido de soltar un quejido más tranquilo a los anteriores— Cher...— Susurro con bastante ternura, acto que sorprendió a Chershire, quien levantó con cuidado su rostro con sus dedos aún temblorosos, tomándole por el mentón para así observarlo con ojos bien abiertos. Que lo llamara por su nombre lo había dejado confundido y asustado.
—Aliciel...— Susurro, con voz ahogada, avergonzado al caer en la cercanía que tenían gracias al abrazo desesperado del menor. El rubio aun tenía espasmos y sollozos entre los brazos del felino, que se negó a soltarlo, rebuscando en cada rincón de su cabeza la razón de que conociera su nombre. ¿Alicia se lo habría dicho, no es así?, ellos no se conocían. O eso creía.
No recordaba que otro humano visitará ese mundo además de la chica de cabellos rubios. Pero también le molestaba que de alguna forma, con cada intento de buscar recuerdos de alguien más que ella, se sentía entre lagunas mentales que volvían todo borroso y causaba punzadas en la parte inferior de su cabeza.
Tampoco recordaba cuando había sido la última vez que se había permitido estar tan cerca de otra persona, Cheshire jamás abrazaba a otros. No después de que su cuerpo fuera violento sin su control, cuando el cielo se volvió tan espeso y teñido de rojo como el mismo infierno.
Aquel día temió a su propia naturaleza, podía ver el miedo en los ojos de su príncipe y la sonrisa deformada por su ataque bajo él, sus manos estaban teñidas de sangre oscura y espesa.
Jamás dejaría que eso volviera a pasar, nunca más.
[...]
A la mañana siguiente, Aliciel apenas recuperó la conciencia, sintió su cuerpo pesado y adolorido, se removió un poco con un quejido sin abrir sus ojos. Pero un quejido demasiado cercano lo obligó a abrirlos de golpe, un grito de sorpresa escapó de sus labios cuando vio nariz con nariz con un rostro desconocido.
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Aliciel in Wonderland [En edición]
Fanfiction-¿Haz tenido esa pesadilla de nuevo, Alicia?- Preguntó el hombre frente a mi, confundiéndome con ella otra vez, mi hermana. -Papá...- Aquel hombre tan duce y bien parecido ocultaba un gran dolor: era Ciego. Pero el sentimiento de pena en mi corazón...