Colora caminaba tranquilamente por la calle, y Sombra la seguía, saltando, subiéndose a los sitios altos... Había pasado varias semanas con ella, mirando como su nueva amiga daba color a todo por donde pasaba.
Colora había intentado enseñarle como crear los colores, pero Sombra parecía tener muchos problemas con ellos. Solo podía manejar sin problema el blanco y el negro. Sin embargo no se daba por vencida. Parecía tan contenta cuando veía los colores. Hacía poco había conseguido el amarillo. Cuando le dijo que le enseñaría a manejar los colores, en sus ojos se reflejó la alegría, mientras su pelo se teñía de amarillo. Colora se giró hacia Sombra. Sin embargo, a medida que pasaban los días, ese amarillo se volvía más pálido, y sabía que desaparecía, como hizo el rojo.
Sombra también parecía preocupada. Sabía que algo no estaba bien con ella, que por más que su amiga se esforzaba, no conseguía que los colores permanecieran en ella. Dudaba que pudiese lograrlo algún día, y ver como todo a su alrededor se coloreaba excepto ella le daba inseguridad. Además-llegó al lado de Colora y la miró- temía que su amiga se cansase de intentarlo y la abandonara.
Colora pareció leer sus miedos, porque enseguida le dirigió una amplia sonrisa tranquilizadora.
-¿Qué ocurre, Sombra?-preguntó ladeando su cabeza ligeramente.
Sombra clavó su mirada en el suelo. Cogió entre sus dedos una flor de pétalos amarillos que crecía en un arbusto y se la acercó al pelo. El contraste era más que evidente. Los petalos de la flor, de un amarillo fuerte parecían reírse del pálido tono amarillento de su pelo, que se parecía más al blanco que había tenido siempre que al amarillo que hacía unos días había conseguido. Dejó caer la flor al suelo con desánimo y volvió a mirar a su amiga.
Colora se mordió el labio preocupada, pero no dejó que Sombra se viniese abajo.
-Vamos, no te preocupes. Seguro que esto es pasajero.-cogió a Sombra de la mano y siguió andando. -Sé que es frustrante, pero tienes que ser paciente. Tal vez tu cuerpo y tu naturaleza solo necesiten tiempo para adaptarse a los nuevos colores. No te preocupes, encontraremos la manera de arreglarlo, ¿vale?
Ni siquiera ella estaba segura de lo que acababa de decir, pero al mirar a Sombra la sorprendió sonriendo. Sin embargo Colora no se sintió nada tranquila cuando vio sus ojos. El negro que antes poseían se había visto sustituído por un verde llamativo, el verde de la esperanza. Se giró inquieta y preocupada, y, sobre todo, triste. Aquel color sin duda sería el que más le dolería ver desaparecer en su nueva amiga.