5ta Parte

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—¿Qué es lo que te tiene así?

No le respondí.

—¿Te gusta La Profe?

No le respondí.

—Hablá.

Era miércoles por la tarde, Alicia era mi sicóloga cuando no tenía una puta idea de lo que me pasaba. Tenía veintinueve años, y pocas veces la buscaba, y cuando lo hacía, no me cobraba la consulta.—A las ocho de la mañana de antier estaba tomando café con La Profe. Acudí a su cita. Ella quería contarme la versión de lo pasó el sábado. Para mí estaba claro, pero dejaría que ella se desahogara. Me gusta y después de lo que vi, me gustó más.

—A ver, a ver, vámonos desde el principio.

—Dale.

Josué me dio ride a Poneloya el sábado. La noche anterior me hizo pasar una situación embarazosa. Aunque bien pude quedarme en casa y me lo hubiera evitado. A su vez provocó que La Profe me invitara a café el lunes a primera hora. La Profe era mi asignatura pendiente.

En cuarenta y ocho horas me había llenado de sorpresas.

Por la tarde, Renata llamó para cancelar la cita.

—No te preocupés —le dije.

—Veré cómo le hago para que en la próxima veamos una película.

—Me parece.

—¿Cuál quisieras ver?

Más de un mes de conocerme y aún no suponía mis respuestas provocadoras.

—Podés traer Garganta profunda o Último tango en París.

—¡Vaya! No esperaba más de vos. Buenas opciones, aunque me gusta más la segunda. ¿Por lo menos tenés mantequilla en tu casa?

—No, pero tengo un aguacate y está muy maduro.

Afuera se estacionaba Josué.

—¿Aguacate? Humm... me parece —dijo con seducción.

—Te dejo, me buscan.

—Dale, igual estaré en casa, pues tendré visitas.

Cortó.

—¿Qué pasó? —le pregunté.

—Si no tenés nada que hacer en la noche, vamos a una fiesta.

—No tengo riales hasta el lunes, además tengo que ir a Poneloya mañana.

—No te preocupés por los riales, además yo te llevo a Poneloya en la moto y asunto resuelto.

—Si es así, no hay falla.

—Ok, paso por vos a las ocho.

—Dejame riales siquiera por si no venís y me toca irme en taxi.

—No jodás, si voy a venir. Además faltan cinco horas para eso; para mientras decile a tu señora que te cuide —se burló.

La señora Robinson avisó que no va a venir.

—Esa sí que es cagada. Entonces buscá qué hacer o dormite, pero antes de las ocho te busco.

La Rubí llegó a las ocho a dejarme el equipo: grabadora, cámara y una memori. Su visita duró un suspiro.

—Hacele huevo, tenés menos de un día para estregarme ese trabajo.

La PerseguidoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora